Una de las grandes referencias españolas del karate mundial repasa su experiencia vital y su carrera, suspirando por Tokio 2020
Por Elena Torres
Rendirse no es una opción para Cristina Vizcaíno. ‘Si te caes siete veces, levántate ocho’, versa el tatuaje de su muñeca. Fuerza y confianza cuando habla y seguridad infranqueable en sus ojos. 30 años y es una de las mejores karatekas del mundo en la modalidad de kumite. Una vida con el karate como protagonista. Constante, competitiva y honesta, tres cualidades que la definen y que le ha dado el deporte que la acompaña desde los siete años. Su currículum está repleto de éxitos: es la actual campeona de España de karate, se sitúa la octava en el ranking mundial y la cuarta de la Premier League.
No fue amor a primera vista, ella quería bailar. Ponerse el tutú, las puntas, el moño e interpretar el Lago de los Cisnes. Consiguió hacer un año de baile y entre lágrimas acudía a las clases de karate. Ya desde pequeña se defendía de un niño que mordía a los demás en la guardería y a sus padres les pareció una buena idea que canalizara esa energía con ese arte marcial, ocurrencia que le pareció un disparate a Cristina. «Ahora se lo agradezco mucho porque al final me ha ido bien», significa la karateka madrileña (1/3/1987). Quién le iba a decir que un deporte que la hizo llorar tanto al principio, terminaría por llenarla de felicidad. Colgó el tutú y las puntas y por obligación siguió su camino de la mano del karate. No era lo que ella quería, pero si volviera a nacer lo dejaría así.
Licenciada en Ciencias del Deporte y con un Máster en Educación, sigue estudiando a día de hoy un Máster a distancia en Alto Rendimiento. A pesar de que el deporte rodea toda su vida, le gustan las manualidades y dibujar con carboncillo. Aunque le atrae el mundo artístico, si hubiera tenido que escoger otra profesión sorprendentemente no habría escogido bellas artes sino medicina para llegar a ser algún día neurocirujana.
«Nunca he visto a ningún compañero ni ningún rival mío insultar al árbitro en un combate»
Nunca se rinde y siempre trata de trabajar al máximo. Es muy competitiva, cualidad que le ha podido pasar factura fuera del deporte, pero muy importante para lograr todo lo que ha conseguido hasta hoy. Admira a aquellos que no descansan hasta conseguir sus metas. Señala a personas como Obama, Rafael Nadal o Cristiano Ronaldo.
«Igual no me gustan según que cosas que hace Cristiano, pero me gusta él como persona trabajadora, no es como Messi que ha nacido con ese talento, esto demuestra que si tú quieres puedes», afirma Vizcaíno. Tan firmemente cree en esa idea que en otro de sus tatuajes se lee: ‘Nada es imposible’.
Metas claras
Precisamente en la actualidad tiene tres metas muy claras: el Europeo, el Mundial y clasificarse para los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020. Será la primera vez que el karate sea olímpico y la deportista es consciente de lo complicado que va a ser clasificarse ya que hay pocas plazas. Para ello va a tener que sumar puntos en una liga internacional, la Premier League, que es precisamente para lo que le urge financiación. A diferencia de lo que ocurre con el Europeo y el Mundial, que la federación sí que cubre todos los gastos, la Premier League la pagan por adelantado y según el dinero que la federación tenga lo cubre entero o paga solo una parte.
«Esperemos que siendo olímpicos el dinero crezca y nos paguen la Premier», asegura. La karateka no solo necesita financiación para poder participar en esta liga y así sumar puntos, sino que también la quiere para acudir a entrenamientos internacionales.
El karate no solo le ha ayudado en esa constancia para lograr sus metas, sino que también le ha dado unos valores que definen su personalidad. En este arte marcial, se trabaja mucho el respeto tanto a los compañeros como al árbitro. «Nunca he visto a ningún compañero ni ningún rival mío insultar al árbitro en un combate», asegura la karateka.
A diferencia de lo que ocurre con el fútbol, las faltas de respeto hacia el rival o hacia un compañero no se ven. Al entrar a clase hay que saludar, porque es símbolo de buena educación, no se puede gritar, se mantiene siempre el orden, se trata con respeto al que tiene un cinturón mayor y eso lo ha ido aplicando al resto de aspectos de su vida: «Yo nunca he insultado a mi madre y en esto seguro que ha influido el karate».
Con el paso de los años no solo ha ido forjando unos valores en los que el karate ha tenido una gran influencia, sino una serie de puntos fuertes que la han llevado hasta lo más alto en este deporte. La rapidez; su mayor virtud, la competitividad; su arma de doble filo. Esta última le ha servido de gran ayuda ya que es fundamental en el deporte de alto rendimiento pero también le ha jugado malas pasadas. «A veces va demasiado lejos, porque me frustro yo sola, soy inquieta y quiero las cosas para ya», explica Cristina Vizcaíno. Siempre dispuesta a alcanzar metas que aunque no imposibles, son complicadas.
A pesar de la frustración que le ha podido causar su competitividad, el karate le ha enseñado a canalizar mejor las emociones. Esto le ha ayudado a aplicarlo a los estudios y a mantener la templanza cuando tenía que examinarse. Desde pequeña ha tenido que compaginar estudiar con entrenar aunque confiesa que no le resultaba complicado y que de hecho, sacaba buenas notas. En el colegio no le ponían problema cuando tenía que viajar a algún campeonato pero en cambio en la universidad no le pusieron las cosas tan fáciles.
Un recorrido constante y ascendente
Precisamente, en segundo de carrera vivió un momento complicado por dudas acerca de la confianza que se depositaba en ella. «Llegas a pensar: ‘Para qué voy a estar dejándome la vida aquí sin salir, sin ver a mis amigos, sin estudiar tanto como querría y tener que repetir alguna asignatura por esto’. Me llegué a plantear si me compensaba», confiesa. A pesar de las dudas, pudo superarlo y continuar con aquello que le apasiona y le hace sonreír.
Precisamente con una gran sonrisa recuerda el Mundial del año pasado en el que consiguió junto a sus compañeras de equipo de kumite (Laura Palacio, Rocío Sánchez y Cristina Ferrer) ser medalla de plata en el campeonato del Mundo de Linz: «El momento feliz no fue la final que de hecho fue un poco triste, pero si en general quedar con ellas subcampeona del mundo».
Siempre aparece la palabra karate cuando Cristina Vizcaíno habla sobre su vida
Como en la vida, su carrera ha tenido momentos más felices y otros menos, pero está segura de que las cosas que hace las hace lo mejor que puede. A pesar de ello, sí que se arrepiente de no haber entrenado con más gente buena antes de tiempo. «Al final el karate como es muy tradicional y se ve muy mal que cambies de entrenador; normalmente en karate con el entrenador que empiezas terminas tu carrera deportiva y estas toda la vida», explica. Desde que cambió de técnico hace dos años, ha visto una gran diferencia en cuanto a la amplitud de técnicas que tiene. «Yo donde estaba, estaba bien y me llevo bien con mi exprofesor, pero no hay color a entrenar con todo el mundo bueno a entrenar con uno o dos», sentencia Vizcaíno.
Una disciplina vital
Actualmente, además de entrenar trabaja y estudia un Máster a distancia. Trabaja por las mañanas entre seis y ocho horas en el Decathlon de Alcobendas en la sección de cajas y recepción, ya que es la más grande y no perjudica tanto a sus compañeros si se ausenta para algún campeonato. Gracias a este trabajo puede costearse los gastos tanto para campeonatos como entrenamientos. De hecho, vive con sus padres para que el dinero que gana pueda ir destinado en su mayoría a cubrir gastos relacionados con el karate.
Karate. Familia. Karate. Amigos. Karate. Pareja. Karate. Siempre aparece la palabra karate cuando Cristina Vizcaíno habla sobre su vida, sobre todo aquello que le importa. Basta pasar con ella un rato para darse cuenta de que es muchísimo más que un deporte para ella: «Para mí el karate es mi vida, me ha dado la base de cómo soy y a lo que me dedico».
Le ha formado como persona, como profesional y le ha regalado amistades por todo el mundo. Por el camino ha tenido que dejar de lado pasar tiempo con la gente que quiere, pero su amor por este deporte siempre le ha dado fuerzas para seguir entrenado con el objetivo de mejorar día a día y alcanzar sus metas. Todas las profesiones implican renuncias, pero Cristina Vizcaíno siempre ha buscado ese equilibrio que le ha permitido seguir dedicándose a aquello que es para ella mucho más que una profesión.
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