La centrocampista del Levante, estudiante de Magisterio y apasionada de la lectura, fundamenta su recorrido en el trabajo y en una carrera por explotar
Es su relato. Único. Propio. La narración de su historia en el fútbol, apasionada por él desde que ni siquiera recuerda, por mucho que el asunto lo arrastre de familia, la escribe barnizada siempre por conceptos como el trabajo incondicional, la humildad y la perseverancia en mejorar y no dar por hecha la excelencia. Obviamente, como deporte colectivo que es el suyo, respeta al máximo la idea de la pertenencia a un grupo, del crecer como bloque. Y esa es la sensación que tiene en el Levante, al que ordena, para el que rebusca siempre en sus cualidades para dotarle de equilibrio desde esa complejísima posición en el centro del campo donde pivota el juego de un equipo. Maitane López Millán (Murcia, 13/3/1995), seguramente tan enamorada del fútbol como de la lectura, de los libros y las historias, repasa su historia con su característica sonrisa eterna.
Lo sugerente es recordar que paternalmente su abuelo, su tío —el realista Aitor López Rekarte—, y su padre, al que una lesión le cortó joven una ascendente carrera, le abrieron las puertas del fútbol. Pero ‘Mai’ se crió en Mallorca con su madre y de la mano de ella, efectivamente, comenzó el relato en eso de calzarse las botas y dominar un balón con los pies y, sobretodo, los adentros: «Ella era la que me llevaba a cada entrenamiento, a cada partido, la que echaba horas, la que estaba siempre. Me recuerda que siendo muy pequeña unas navidades pedí un balón y unos guantes de fútbol».
Capítulos anecdóticos son los tiernos flirteos con el patinaje, el ajedrez o la natación. Nada, lo suyo era lo balompédico. Su madre, con cierta cautela por aquello de cómo podía ser recibida, la llevó a la escoleta del Son Cotoner. Allí comenzó su formación: «Estoy muy agradecida por cómo me abrieron las puertas y me facilitaron todo». Era la única chica en los primeros años. Pero destacaba. Tenía buenas cualidades y fue creciendo en aquel club, que tras una fusión se convirtió en el Sporting Ciudad de Palma. «A los doce o trece años, las cosas no eran ya lo mismo. Cambios físicos. También otros compañeros menos abiertos. La situación se hizo muy incómoda para una compañera y para mí y nos cambiamos al femenino, que estaba en Regional», recuerda.
Debutó con trece años con aquel equipo de regional. Jugó la segunda parte de extremo y no tocó un sólo balón, pero «estaba feliz de haber debutado». Un año más tarde recibió la primera llamada para ir a una concentración con las categorías inferiores de la selección española: «Me avisó mi madre de que en el club habían recibido un fax con la convocatoria para ir a entrenar a las Rozas. Yo no sabía ni que existía, pensaba que sólo era para chicos. Pero fue un subidón. Desde entonces ya fui regularmente hasta sub’19 y cada entrenamiento y cada partido fue especial».
Son Cotoner, Sporting Ciudad de Palma, Collerense y Levante han sido sus equipos
Con España fue campeona de Europa sub’17 y subcampeona sub’19. Lamenta, sin embargo, el gran salto que existe luego hacia la absoluta. Maitane, de 21 años, pasa por esa franja compleja que genera un paréntesis en la internacionalidad si no se logra un espacio con la absoluta ante la ausencia de sub’23 como sí sucede en otros países: «Tengo muy claro que hay que seguir trabajando para aprender, para mejorar, para que llegue ese momento de la llamada grande. Siempre pienso que se puede. Todo tiene su momento y soy muy joven y trabajaré siempre para conseguirlo. Siempre intento coger lo positivo de cada cosa para seguir trabajando».
La etapa en el Sporting Ciudad de Palma acabó. El mismo año Virginia Torrecilla salió hacia el Barcelona y Maitane decidió seguir en la isla con el Collerense pese a que había otros clubes de Primera que llamaron a su puerta. «No me veía preparada en ese momento todavía para irme de casa. Era me decisión y, aunque mi madre me animó a salir ya que era lo que me gustaba, preferí no hacerlo», relata. Y eso que se marchaba al máximo rival del Sporting como era el Collerense. «No fue fácil. Me costó adaptarme, pero por el altísimo grado de rivalidad que existía y como que había compañeras del Collerense con las que había una enemistad de tiempo atrás. Pero al final todas nos dimos cuenta que íbamos hacia el mismo lado, que queríamos lo mismo y de hecho nos hicimos amigas», detalla.
Formó un excelente triángulo con Mariona y Patri el primer año en el que competía en Primera división. ‘Mai’ hizo doce goles. Sin embargo, los resultados cayeron en las dos campañas siguientes. El pasado curso, el Collerense se salvó en la última jornada: «Es un club humilde que me dio la posibilidad de debutar en Primera División y que me aportó fortaleza mental para afrontar las situaciones negativas. A ser fuerte. Llevo muy dentro cada una de las derrotas con el Collerense. Era muy duro ver que éramos un equipo que se vaciaba, que lo daba todo, que lo intentaba una vez tras otra, pero generalmente salíamos derrotadas. Fue un aprendizaje muy grande para valorar cada victoria, para saber lo mucho que cuesta».
El pasado verano le llamó el Levante. Ya lo había hecho en otras ocasiones. Y Maitane tenía claro que ya estaba preparada, que ya había llegado ese momento de cambiar, de aprovechar la oportunidad, de dar un paso más importante en su recorrido. Y comenzó a escribir otro capítulo en azulgrana. «Desde que llegué fue como estar en otro mundo. El club me acogió muy bien. Y fui viendo todo lo que ponen a nuestra disposición en cuanto a grupo humano e infraestructuras para crecer y ser mejores. Pero desde luego la clave está en el vestuario. Es un auténtico bloque y es muy importante el hecho de que vamos todas a una. Si una presiona, presionamos todas. Si una cree, todas creemos. Y nos ayudamos muchísimo», significa.
«Me estoy adaptando a la posición. Me gusta defender más que atacar y dar equilibrio al equipo»
Maitane se adapta a la posición de mediocentro defensivo. Venía de actuar más de mediapunta. Pero en ese eje, y con labores más defensivas, es donde se confiesa encontrarse más cómoda, donde entiende que puede aportar más al equipo. «Trato de dar equilibrio, de estar en las ayudas, me gusta más defender que atacar, y cuando recuperamos salir con el balón», concreta. «Este año estoy en un continuo proceso de estar flipando. Todo lo que viene es positivo. No podría estar más contenta: estoy jugando mucho minutos; me estoy adaptando a la categoría; empezamos de forma irregular, pero ahora estamos quintas con aspiraciones al cuarto puesto; y vamos con muchas ganas a la Copa de la Reina».
Maitane, que estudia Magisterio de Pedagogía terapéutica, tiene meridianamente claro que debe mirar por el futuro y es innegociable finalizar sus estudios. Su mayor pasión después del fútbol es la lectura. «Me gusta entrar en una librería y pasarme un buen rato decidiendo qué libro escoger. Y prefiero aquello que no van con la promoción de ‘best seller’, me gusta descubrir y que los libros me sorprendan, si bien mi preferencia son los de intriga», cuenta Maitane, cuyo título preferido es La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu.
Considera que ella misma se proyecta en dos versiones. Una fuera de los entrenamientos y la competición, la otra cuando el balón comienza a rodar: «En el vestuario soy un poco ‘payasilla’, un poco graciosilla. Hay un par más que están conmigo en ese arduo trabajo. Hay que ponerle alegría. Algo que me ha caracterizado siempre es que me tiro el día sonriendo, tengo el músculo de la sonrisa que me va a explotar». Ya en el campo, Maitane es una jugadora de muy buenas cualidades para ser una jugadora muy importante en el centro del campo, en esa posición, generalmente poco valorada, que actúa con necesaria contundencia entre la defensa y las organizadoras del equipo: «Me gusta más defender que atacar, pero sobre todo echar mucho trabajo, trabajo y trabajo para ayudar al equipo».
Le encanta el fútbol y conocer su deporte. Ante todo el femenino y descubrir otras ligas. La alemana, la holandesa, la inglesa, que destaca como un modelo a seguir. Quizás algún día se presente la oportunidad de vivir una de esas experiencias. «Creo que soy una jugadora con muchas ganas de mejorar y estoy segura de que puedo dar mucho más de lo que he dado hasta ahora», asegura, al tiempo que subraya qué el fútbol «me ha dado los mejores momentos de mi vida con diferencia». Y pese a caer en la final del Europeo sub’19, destaca el aprendizaje de aquel subcampeonato: «No tuvimos suerte de ganar ante las ocasiones que tuvimos, pero creo que es el partido de mi vida que más he aprendido con diferencia. Fue una explosión de aprendizaje. Y aunque perdimos, que creo que no he llorado tanto en mi vida, fue uno de los mejores momentos». Para que vuelvan a darse grandes momentos con la selección, trabaja y aguarda leyendo risueña el fútbol.
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