Más allá de los patines están las personas que los llevan puestos, jugadoras que abogan por la no discriminación
Por Cristina Iglesias
En un ejercicio como el roller derby la práctica de sororidad es clave. Las reglas no sólo marcan el comportamiento dentro de los tiempos de partido sino la sinceridad e inclusividad. Este deporte de contacto es practicado en una pista ovalada en el que dos equipos formados por cinco jugadores cada uno demuestran sus habilidades de velocidad. La estrategia es un punto fundamental en este juego: La anotadora o “jammer”, queda por detrás de las otras tres blockers y una blocker pivot, el objetivo consiste en acumular el mayor número de puntos, utilizando de este modo las técnicas de contacto permitidas por el reglamento, pasando a través de los defensas que tratan de imposibilitar el avance de la jammer. Un equipo de roller derby puede no tener límite de patinadoras, eso sí, en encuentros oficiales el máximo de alineadas serán catorce y contará con un mínimo de seis.
Cada encuentro dura media hora dividida en dos tiempos a su vez fraccionada en intervalos cortos de hasta dos minutos, conocidos como “jams”. La protección es muy importante, ¡los protectores bucales son lo primero!
Hasta este momento habla en femenino porque ellas lo practican mucho más que los hombres, quienes se inclinan por otro tipo de actividades. La primera liga masculina de roller derby española tiene sus orígenes en 2015, en Tenerife, más tarde le seguiría Madrid y Barcelona.
Los inicios de Irene en el roller derby se remontan a hace un año, tras ver retransmisiones televisivas e informarse en Internet sobre las posibilidades de practicarlo, un día encontró el club al que ahora pertenece, el Valencia Roller Derby. “Sinceramente, creía que sólo estaba en Estados Unidos”, confiesa con una sonrisa nerviosa, “busqué y me apareció la página, contacté con las chicas que lo organizaban y me invitaron a probarlo, incluso me dejaron equipo para empezar. Me acogieron con muchísimo cariño, recuerdo que fue en septiembre cuando di mis primeros pasos. Entrené en las jornadas de reclutamiento también, aprendiendo las nociones básicas”, explica asumiendo con orgullo el papel que le corresponde como “fresh meat” o novata, “la carne más fresca del equipo”.
Las bases del roller derby se sientan en la igualdad. Comenzó en Estados Unidos en los años treinta, al principio como excusa de las mujeres para reunirse, más tarde como forma de reivindicación y absoluta diversión, puesto que un deporte como este, en el que todo el mundo utiliza apodos y siempre hay tan buen ambiente, es imposible no expansionarse, reinventándose una misma de una manera única, gracias al constante calor del equipo.
Una vez consiguió este deporte enraizar en la sociedad norteamericana y convertirse en un icono de la cultura pop, iría expandiéndose hacia más allá de sus fronteras: desde 2011 se realiza un mundial organizado por la revista Blood and Thunder, en el que, de forma curiosa cabe destacar que, en sus tres primeras ediciones (Ontario, Dallas y Manchester), los estadounidenses se proclamaron victoriosos entre los demás competidores.
En España la primera liga llegó en septiembre de 2010, la Tenerife Roller Derby (en diciembre de ese mismo año Barcelona haría su propia versión)
Irene Palomares, natural un pueblecito conquense, Campillo de Altobuey, un municipio pequeño pero lleno de gente enorme. Nos recibe con una sonrisa en la cara en uno de los bares del pueblo y para la entrevista entre refrescos y montaditos varios y muestra vídeos de la WFTDA, siglas que, traducidas al español significan: Asociación Femenina de Roller Derby en Pista Plana. En sus ojos se ve una profunda satisfacción y orgullo, es feliz con lo que hace.
Para definir este deporte, Irene nos ofrece un adjetivo, un sentimiento y un valor muy importantes para ella, todos ellos positivos y transmitidos gracias a esta práctica. Asegura que este es un deporte inclusivo, que no importa ni peso, ni aspecto, ni identidad sexual y, por otro lado, es autogestionado, no les apoya ninguna federación, “nos financiamos nosotras mismas”, asiente apuntando a su vez la falta de jerarquías y la igualdad que se respira dentro y fuera de la pista. Sin lugar a dudas el roller derby despierta sentimientos de liberación, desahogo y compañerismo, este último es imprescindible para cualquier actividad en grupo, el “no sólo son compañeras, sino amigas” de Irene confirma esta teoría. “Muchas veces nos hemos ido a cenar por ahí con el equipo rival después del juego, es lo que llamamos el “tercer tiempo””.
En cuanto a las fortalezas, asegura que algo dentro de ella ha crecido, que se siente especial, mucho más motivada e ilusionada, sabe que está participando en “algo muy mío, porque ha ayudado a conocerme”, revela en tono bajo pero seguro.
Irene no se considera demasiado competitiva y cree en este deporte como un reto personal, ya que le cuesta sacar fuerza y agresividad, pero en el campo siempre da lo mejor de ella. “Soy una chica muy tranquila y pacífica en mi día a día,” expresa “pero si en la pista tengo que demostrar mi valía, la demuestro. ¡Es realmente estimulante!”.
Termina la entrevista, son casi las nueve de la noche y comienza a refrescar. Nos despedimos, Valkiren se despide enseñando un último vídeo de un partido entre Montreal y Jacksonville, su sentimiento no podría ser más puro, así como contagiosa resulta su alegría.