La defensa madrileña, capitana del Levante, relata su recorrido por el fútbol, habiendo vivido cambios y progreso, disfrutando siempre con un balón y sin perder de vista aquello que comenzó sobre tierra
Cuestión de escrutar vivencias tiempo atrás, hacia las raíces, para ver aquel fútbol en campos de tierra. Y la cuestión también es hacer medido balance del recorrido entre el disfrute, el crecimiento, el adaptarse a lo tiempos y los cambios, y también a los momentos no tan halagüeños. Y la historia ahora le lleva a disfrutar del gran desarrollo y progreso del fútbol femenino. Y el lema que agarra, grabado y aprendido, es ese de ‘qué ‘grande es ser pequeño’, porque siempre es mejor tener los pies en tierra. Sonia Prim Fernández (Madrid, 5/11/1984) es de emociones, de no reprimir el brillo nostálgico en los ojos cuando recuerda sus comienzos en el fútbol, pero también es de entender lo suyo con el deporte que abrazó hace mucho tiempo como un disfrute veraz en su casa, en el Levante, al tiempo que desarrolla la profesión que soñó de ser como es Policía Nacional. Por lo pronto, sigue disfrutando enormemente del fútbol sobre el terreno de juego, proyectando también la experiencia hacia las nuevas generaciones como una de las futbolistas veteranas y siempre con nervio competitivo de la liga española. Su relato lo repasa tranquila, reflexiva y por momentos emocionada acomodada en un sofá de una de las salas principales en las entrañas del Ciutat de València.
“Echas la vista atrás y ves todas las vivencias que has tenido y te emocionas. Aún recuerdo cuando era una niña, no más de cinco años tendría, y mi padre nos llevaba a mi hermana y a mí a ver el Atlético de Madrid. Es socio y nos sacó algún tipo de pase para niños como buen ‘colchonero’. Mientras mi hermana se pasaba el partido corriendo para arriba y para abajo, yo me que quedaba quieta viendo el partido, muy interesada por lo que veía. Claro, me gustaba mucho y desde pequeñita ya estaba jugando en el colegio. Pero más o menos con diez años, mi padre me llevó a un equipo de fútbol sala y estuve jugando con niños hasta alevines en el Club Deportivo La Solana. Jugábamos una competición federada y me acuerdo que a veces íbamos a jugar fuera de casa y el comentario era: ‘Una chica, una chica, tenéis una niña’. Y mis compañeros me defendían un montón y respondían ya veréis la chica, os va a dar para el pelo”, recuerda la defensa madrileña.
De los campos de tierra a la Superliga
Cuando la normativa le impidió seguir jugando con niños se generó esa peligrosa laguna temporal pues hasta los trece no podía competir en equipos de ligas únicamente femeninas. Aterrizó en el fútbol a esa edad cuando descubrió el CD Lourdes en un partido que jugó contra La Salle en el barrio de Las Águilas, donde vivía Sonia Prim. Con el Lourdes ganó dos veces la liga en categoría sub’16. Pero con quince años recibió la llamada del Pozuelo de Alarcón, donde pasó cinco temporadas hasta verano de 2004: “En el Lourdes, jugaba en tierra y me dijeron que en Pozuelo jugaríamos en césped artificial, además iba para el ‘B’, que estaba en Preferente, pero también estaba el primer equipo, que jugaba en nacional, que estuvo en la formación de la Superliga cuando empezaron solo once equipos. Es decir, había proyección”. Una temporada pasó en Preferente y con 16 años ya estaba en el primer equipo, pasando de la categoría nacional al gran arranque de la Superliga con equipos como el Levante, el Athletic, el Español, el Puebla, el Oviedo Moderno, el Sabadell, el Híspalis, el Torrejón, el Huelva, Nuestra Señora de Belén, La Antigua o el propio Pozuelo. Tenía y tiene ganas de competir, de progresar y, siempre, de disfrutar.
Acumula 16 temporadas en la máxima categoría y 13 de ellas, en dos etapas, las firma con el Levante
“Esas ganas de competir creo que las tengo desde que me salieron los dientes. Y de siempre me acuerdo de mi padre llevándome a entrenar y a los partidos, de haber estado siempre ahí, y de mi madre poniendo también esa parte más a modo de ‘freno’ para no perder el norte y siempre poner por delante los estudios y la formación. Si no fuera por mi padre y aquellos momentos de recogerme uno y otro día en Pozuelo a las once de la noche, quizá no estaría aquí o habría llegado donde he llegado, e igualmente la disciplina de mi madre con los estudios me sirvió para sacarme Ciencias de la Actividad Física y el Deporte o luego sacar mi plaza de Policía. Siempre digo y pongo como valor prioritario la figura de los padres detrás de cada niño y cada niña. A mis padres no sé si les he dicho suficientemente gracias por todo lo que han hecho por mí. Espero que estén orgullosos de lo que he ido haciendo”.
Entre sueños: del balón y la Policía
Sonia Prim tenía 17 años cuando Antonio Descalzo, entrenador del Levante, tentó a la madrileña. Pero en ese momento decidió apostar por sus estudios y acabar el selectivo. La fortuna es que el tren volvió a pasar. Con 19 años, Josep Alcácer y Tomás Pérez convencieron a Prim: “Nunca se me olvidará ese día en el Alaris llegando a Valencia. Era casi de noche. Iba con mi maleta y un póster que me habían hecho mis amigas de Madrid del colegio. Tomás me recibió y me llevó a la casa que iba a compartir con otras jugadoras. El club se preocupó de arreglarme todo el tema de estudios para las convalidaciones en la carrera. Y luego pasaba a entrenar casi todos los días además del partido. Todo muy profesional. Y te veías entre Laura del Río, Maider Castillo, Rosita, Sandra Vilanova, Sara Monforte… jugadoras top, de las mejores”.
Entre 2004 y 2010 vivió una primera etapa como levantinista se seis campañas con Josep Alcácer o Félix Carvallo en el banquillo. Todavía disfrutó de la época del músculo del Levante a los tiempos del concurso de acreedores cuando hubo que recortar presupuesto y realizar apuestas más humildes. “Siempre digo que cuando el Levante ha tenido cinco, ha dado cinco, y cuando ha tenido uno, ha dado uno, pero siempre ha dado para el femenino”, defiende siempre Manolo Almécija. En ese periodo hasta 2010, Sonia logró disfrutar dos título de Copa de la Reina y uno de Superliga, y de competir en Champions: “Era 2008, jugamos en Ucrania y en Macedonia. Era muy diferente a lo que se ve ahora en Champions. Unas vivencias increíbles en todo caso. Recuerdo que en Macedonia jugamos como una fase de tres partidos. Antes de empezar sacaban como unas tuberías que montaban para regar el campo y luego las desmontaban otra vez. Y también recuerdo que me lesioné el tobillo y me quisieron llevar al hospital en una ambulancia que no sé qué hubiera sido mejor entre cómo estaba la ambulancia y la carretera”.
Dos Copas de la Reina y una Superliga con el Levante forman parte de su palmarés
En paralelo al deporte, finalizada su carrera universitaria, quiso cumplir otro de los sueños que tenía desde pequeña: ser Policía. Se formó en una academia de Valencia y aprobó luego las oposiciones. El pero fue que debía marcharse nueve meses a la academia del CNP en Ávila. Se vio dejando el fútbol. Con 26 años pensó que un partido del Levante ante el Español sería el último. Pero el Atlético de Madrid le dio la oportunidad de seguir jugando. Un año como colchonera, el equipo de la familia. Y mucho esfuerzo para compaginar la formación policial en Ávila con los entrenamientos en Majadahonda. Cuestión de organización y de facilidades en el club rojiblanco. Una campaña pasó allí hasta que juró bandera y acreditó buenas notas para conseguir su siguiente objetivo, que era regresar a Valencia: “Me encanta la ciudad, siempre he estado a gusto y quería regresar ya no por una cuestión de fútbol”. Rosa Castillo se enteró de su vuelta a la ciudad del Turia y tanteó las opciones de volver al Levante. La clave se la dio Antonio Contreras, con el que precisamente coincidió en el Atlético: debía poder comprometerse a la dinámica normal del equipo.
El regreso a ‘casa’
Sonia pudo encajar el puzzle en 2012 y regresó a un Levante en el que sigue ahora como capitana y en la que es ahora su séptima temporada de su segunda etapa como azulgrana; además viendo refrendada su capitanía por sus compañeras y en el curso en el que el club hizo una apuesta potente para volver a verse en Champions: “Creo que el objetivo del Levante siempre ha sido volver al nivel que estuvo, recuperar el papel que tuvo como equipo pionero en la máxima categoría del fútbol femenino español. A mi vuelta estuve tres años con Antonio, luego estuvo Andrés —Tudela—y desde el año pasado Kino. Y siempre, además de ir dando la alternativa a jugadoras de la casa, han ido llegando futbolistas de fuera. Y este pasado verano es cierto que se ha dado un paso importante. La cuestión es que todas debemos ir a una. Es todo un orgullo que las compañeras hayan apoyado que siga de capitana y jugando o no intentaré trasladar mi experiencia y a veces hasta hacer un poco de ‘madre’ (sonríe)”.
Sonia no mira el DNI en lo deportivo. Hace bien. Con un camino profesional en la Policía, tiene la posibilidad de cara al futuro de pensar en el fútbol “disfrutándolo, teniendo la misma ilusión que el primer día, habiendo vivido muchos cambios y ahora disfrutando de los avances desde el campo. Mientras me encuentre bien, estaré a disposición del club, que es mi casa. Y siempre con el objetivo de devolver al fútbol lo que me ha dado, que es mucho bagaje personal y vivencias: compañerismo, disciplina, superación, todos esos valores que están entorno al deporte. Mi idea siempre es mostrar a una persona legal, leal y con la mano tendida a quien la pida”.