ATLETISMO | CAMPEONATOS DEL MUNDO DE BUDAPEST
La velocista Jaël-Sakura Bestué se clasificó por puestos para semifinales de 200 m en una carrera fantástica, donde logró un gran registro de 22.58, en el Mundial de Budapest. La catalana dio forma a una mayúscula carrera en la primera de las eliminatorias de 200 m. Corriendo por la calle tres, la campeona de España alcanzó pronto la tercera plaza, que mantuvo y defendió en la recta de llegada, consiguiendo así el pase directo a semifinales.
Bestué escribe un capítulo más en la historia de la velocidad nacional, al convertirse en la española con el mejor tiempo (22.58, el segundo de su vida) y el mejor puesto (tercera en eliminatorias) en el doble hectómetro en los 40 años de Mundiales.
Dejando buenísimas sensaciones, la pupila de Ricardo Diéguez será la primera española en disputar unas semifinales mundialistas de 200 m, su prueba favorita. Llegaba al campeonato con una marca personal de 22.54 que bien podría mejorar en semifinales, acercándose todavía más al vetusto récord de España de Sandra Myers (22.38), que va camino de cumplir 33 años.
La campeona de España Lorea Ibarzabal fue quien abrió la jornada de la selección en su debut mundialista, que esperaba fuera la guinda a la temporada de su vida, en la que ha logrado su marca personal de 1:59.88. Sin embargo, una serie difícil se endureció todavía más por el fuerte ritmo impuesto por la polaca Sarna desde la salida. Aunque aguantó a cola de grupo hasta el toque de campana, Ibarzabal pronto se descolgaría, “sin fuerzas y vacía” para recuperar distancia al final o acabar con una buena marca. Séptima en meta, el crono fue de 2:06.33.
La campeona de Europa sub23 Daniela García, que también debutaba en un Mundial y llegaba con el récord de España sub23 de 2:00.58, igualmente lo tenía muy complicado. La mallorquina corrió pegada a la parte de atrás del grupo sin descolgarse en ningún momento, e incluso en la curva final tuvo fuerzas para progresar en la recta y pelear por una Q. Sin embargo, el tremendo nivel del 800 m internacional la relegó al séptimo puesto a pesar de haber vuelto a bajar de 2:01 (2:00.92, su tercera marca de siempre).
Cerró la terna española Lorena Martín, que llegaba al Mundial en su mejor momento, solo dos meses después de su regreso a la competición tras un calvario de lesiones que comenzó en marzo de 2022. La ‘resurrección’ de la salmantina se traduce en sus seis mejores marcas de siempre, todas logradas este año, incluyendo la mejor de 2:00.38.
Martín corrió la sexta serie, en la que, manteniendo la tónica, el pase con ‘Q’ era complicadísimo. La pupila de Uriel Reguero se colocó en mitad del grupo, corriendo con soltura y muy centrada, aunque en la segunda mitad se vio relegada a puestos retrasada. Después de que un toque en la curva frenase su primer ataque, sacó arrestos para realizar uno más en la recta, progresar y acercarse al tercer puesto. Finalmente, entró quinta con 2:01.25.
Sin fortuna para Sánchez-Escribano y Vicente
Las tres obstaculistas de la selección no pudieron acceder a la final mundialista, aunque, eso sí, se dejaron todo sobre el tartán del National Athletics Centre de Budapest. Marta Serrano, la más joven de #EspañaAtletismo en este Mundial, cuajó una gran actuación en su debut mundialista. Ubicada en la primera serie, corrió con desparpajo en las primeras vueltas dentro del grupo que lideraba la carrera y sin perder un solo metro. Aguantó hasta el esperado cambio de ritmo de las favoritas, que se marcharon hacia adelante quedando Serrano en tierra de nadie, aguantando el tipo en las últimas vueltas para al menos realizar una destacada marca.
La madrileña acabó novena con 9:31.82 (su tercera mejor marca de siempre), cerrando de esta manera una brillantísima temporada en la que ha llevado su marca personal hasta 9:26.35 (récord de España sub23), debutó en Silesia en el Campeonato de Europa por Equipos y, sobre todo, se proclamó campeona de España absoluta en Torrent.
La segunda en entrar en acción fue la sevillana Carolina Robles, atleta con experiencia internacional que ya estuvo en el Mundial del pasado año y en los JJOO del anterior. Robles corrió muy bien durante las primeras vueltas, muy pegada al grupo de favoritas, haciéndonos con la quinta plaza que daba pase directo a la final. Sin embargo, la carrera se rompió mediada la misma y ahí la sevillana no tuvo las fuerzas suficientes para seguir con el grupo, diluyéndose en cada vuelta para finalizar octava con 9:34.41.
Irene Sánchez-Escribano protagonizó una carrera para quitarse el sombrero… a la que solo le sobraron como mucho 300 metros. Hasta ese momento, la toledana estaba dentro de las cinco que accedían a la final en una serie que se rompió desde el inicio y en la que se corría a un ritmo que presagiaba un registro por debajo de los 9:20.04 que acredita Sánchez-Escribano. Allí se mantuvo vuelta a vuelta, sin signos de debilidad hasta que a falta de 600 metros, como ella misma confesó (“se me empezaron a hinchar las piernas”), comenzó a perder fuelle. Por detrás surgió la alemana Olivia Gürth, que le arrebataría la quinta plaza a poco más de 200 metros de meta.
El sueño se esfumó antes del paso de la última ría y la española, ya al límite de sus fuerzas, veía cómo otras dos atletas la superaban, llegando Irene en novena posición (9:31.97). Nada que reprochar a la obstaculista española; al revés, aplaudir su valentía y generosidad en el esfuerzo.
La mala suerte se volvió a cebar con María Vicente en la clasificación del triple. Si en la longitud se quedó a dos centímetros de entrar en la final, lo del triple fue incluso más ajustado y cruel. La gran saltadora (y combinera) española vio cómo su tercer salto, de 14.13 m, la metía entre las 12 que se clasificaban para la final, 11ª momentáneamente. Sin embargo, la estadounidense Jasmine Moore saltó también 14.13 m y, gracias a su segundo mejor salto, desplazó a Vicente a la 12ª plaza que marcaba el corte. La también estadounidense Tori Franklin era 13ª con la misma marca que María y Moore, y fue quien ‘eliminó’ a la catalana con un último salto de 14 metros justos que mejoraban los 13.72 m de Vicente y la dejaban fuera de la gran final.
Difícil lo tenía la plusmarquista española de martillo Laura Redondo en el grupo A de la clasificación, pero la actuación de la catalana estuvo lejos de sus mejores lanzamientos. Fue incapaz de enganchar un buen latigazo en ninguno de sus tres intentos, todos por encima de los 66 metros, el mejor de 66.92 m, aunque muy lejos de sus rivales. Para haber entrado en la final debería haber estado por encima de 70.59 m, la marca de la 12ª clasificada.