La volantista española, campeona en Río 2016, que ya había sufrido lesiones de ligamento cruzado anterior en ambas rodillas, cayó a la pista en el minuto 36 cuando había ganado el primer set de la final 21-14 e iba 10–6 arriba en el segundo rumbo a la lucha por el oro
BÁDMINTON | JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS 2024
Por RAÚL COSÍN (ENVIADO ESPECIAL A PARÍS).- Carolina Marín conjugaba un mayúsculo partido ante la asiática Bing Jiao He para meterse en la final de bádminton de los Juegos Olímpicos de París 2024. La onubense, que fue campeona olímpica en Río de Janeiro 2016, y que después tuvo que perderse la de Tokio por una lesión grave de rodilla, estaba perfecta, rumbo a la final. Marín se impuso 21-14 en el primer set. Construyó una manga (casi) perfecta con un argumentario de juego voraz e implacable. Y mantuvo la dinámica en la segunda manga. El silencio se hizo en el minuto 36 cuando un mal gesto le llevó a caer sobre la pista y la rodilla derecha. Marín había sufrido en el pasado sendas lesiones de ligamento cruzado anterior en ambas piernas. Llegó a jugar un par de puntos más, arrastrando esa pierna. Se tuvo que retirar entre lágrimas, el ánimo que le pudo dar en ese momento Fernando Rivas y su equipo, su rival y el público. Bing Jiao He pasó así a una final en la que se enfrentará a la coreana Se Young An, cabeza de serie número 1, que se impuso en su cruce a la indonesia Gregoria Mariska Ina Tunjung (2-1). Carolina Marín iba directísima a la final, a por otra medalla olímpica. Eterna siempre la volantista española.
La volantista española (número 4) acostumbra a arrancar los partidos como un torbellino, ganar el primer set y afrontar con ventaja lo que se avecine. La jugadora china (número 6), rival que se presumía incómoda por su estilo y propuesta física, salió a pista también con la misma intención de forma que se fue dando forma a un partido intenso, equilibrado y bonito. Igualdad en los primeros puntos. Tuvo un par de momentos Marín en los que pudo abrir brecha de tres, pero restó la asiática. Por fin lo consiguió la española para estirarse a un más 4 (10-6, m.11).
Carolina Marín seguían construyendo un juego casi perfecto. Concentrada. Proyectaba un ritmo alto. Firme en el fondo y en red. Avanzaba el juego y atacaba para dominar en el marcador con una renta de seis puntos (13-7, m.14), que envuelto en lo redondo del partido que estaba ejecutando le permitía ir viajando hacia el set. La china, que había empezado fuerte, con un argumentario sin complejos ante Marín, había ido diluyéndose ante el planteamiento voraz de la española, que llegó a rozar la renta de diez arriba (16-7). Encontró su espacio He, rompió el juego de la onubense y materializó un parcial de 0-5. Carolina paró el partido, bebió agua, se secó con la toalla. Se rehizo la española y forzó errores en la jugadora china para escaparse de nuevo seis arriba. Acabó resolviendo por 21-14 en 23 minutos.
La que fuera campeona olímpica en Río de Janeiro 2016 arrancó con fuerza, con dinámica similar a la de la primera manga, para irse directa a por el partido ya. Y arrancó con un parcial de 3-0. Determinante. Implacable. Con un nivel de concentración todavía más afinado que en el primer set. La asiática no tenía herramientas (o al menos no tenía opción de mostrarlas) suficientes ante una Marín enorme que se iba a un 9-3. Siguió el partido. Más cinco para la española (10-5). 36 minutos de juego y un mal gesto llevó a la española al suelo. Se temía por su rodilla. Silencio absoluto. La propia He acudió a ver qué sucedía. Se levantó. Le atendían en pista. Se quitó la zapatilla de la derecha. Flexionó. Rotó. Se colocó una férula protectora. Y decidió seguir entre los aplausos del público. Dos puntos pudo disputar. Con 10-8 se tuvo que ir al suelo de nuevo. Entre lágrimas, junto a su entrenador tuvo que tomar la decisión que no hubiera querido nunca y se retiró por lesión. Los servicios médicos le sacaron una silla de ruedas, pero decidió que saldría por su propio pie de una pista central en La Chapelle con el público en pie, aplaudiendo, mientras ella desde el centro de la pista se despedía entre lágrimas y salía dolorosamente de los Juegos de París.