La especialista en Lucha Olímpica repasa su recorrido y apunta al Europeo, al Mundial y a Tokio en un reportaje del CSD
Eugenia Bustabad será la única representante femenina de la Selección Española de Luchas Olímpicas que participará en las primera de las citas internacionales de la disciplina a partir del próximo 2 de mayo. Natural de Las Palmas, de 25 años, repasa en este reportaje audiovisual realizado por el Consejo Superior de Deportes (CSD) la actualidad de su deporte de cara al torneo de Serbia, así como sus objetivos y recorrido, que espera le lleven a Tokio 2020.
«Este año las lesiones afectaron a muchas de mis compañeras que se habían ganado el competir en el Europeo, así que yo lucharé también por todas ellas», afirma Bustabad, al tiempo que asegura que ha arrancado la temporada «con más ganas que nunca».
Campeona de España y bronce en el Torneo Internacional Cerro Pelado de La Habana, un podio que se le había resistido años anteriores: «Éste es el año en el que mejor estoy y sé que, antes o después, tocaré la campana ganando algún campeonato internacional importante».
Apunta al Europeo y al Mundial: «Está claro que mi objetivo es subirme al podio en el Europeo. Sé que el nivel está más alto, cada vez es más difícil, pero teniendo un buen sorteo y con la cabeza puesta en su sitio, sin que los nervios me superen, podré, como mínimo, igualar el quinto puesto de Letonia. En cuanto al Mundial de París, me veo en la competición y me atrevo a decir que tengo más posibilidades en el Mundial que en el Europeo porque las participantes estamos más igualadas».
No pudo alcanzar el sueño olímpico para Río, pero piensa en Tokio: «Estar en Tokio 2020 sería una forma de agradecerme a mí misma todo el tiempo que llevo sacrificándome por la lucha».
Un sacrificio que empezó cuando era una niña y su padre quiso inculcarle que «el deporte es un estilo de vida, una manera de estar saludable». Conoció la lucha por casualidad, después de practicar tenis, baloncesto, balonmano, ballet y judo: «Me gustaban los deportes de combate, supongo que por la sensación de competir, de ir subiendo de nivel. Tuve la suerte de que las clases de lucha iban justo después de las de judo y empecé a quedarme para ver cómo entrenaban. Un día le pedí al entrenador, Vicente Cáceres, que me dejase calentar con ellos y ya no me fui».
Fue en el Club de lucha de Santa Rita, en Gran Canaria, donde también conoció a Minerva Montero, medalla de bronce en el Campeonato del Mundo de Lucha de 2006: «Ella y Vicente son como mis padres en este deporte, me lo han enseñado todo. Minerva, incluso, venía a buscarme a casa cuando yo no iba a entrenar. Creo que si no llega a ser por ellos, no estaría donde estoy ahora».
Su progresión la llevó a entrar en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid del Consejo Superior de Deportes con 18 años. Desde entonces entrena con el Seleccionador nacional, Francisco Barcia, al que considera su «segundo padre». Ganó en experiencias, dice, y empezó a convivir con otros deportistas como la también luchadora Karima Sánchez, «un pilar fundamental para mí». Son sólo algunas de las personas que el deporte ha convertido en «indispensables» en su vida. Una vida que «no hubiese tenido nada que ver con lo que soy y tengo ahora sin la lucha», concluye.