OPINIÓN
La sensación de perseguir un objetivo, a priori un sueño, de quererlo mucho, de trabajarlo mucho, de invertir mucho en ello, de saber sufrir y disfrutar del esfuerzo que conlleva, y al final, de hecho, lograrlo se traduce como una sensación brutal. Pero, superada una fase de compresión, cuando no se alcanza -también es necesario saber y gestionar la frustración-, esa misma sensación de regocijo también suma en el mochila de las experiencias vitales, de las enseñanzas de la vida por el camino realizado, por las personas con las que se comparte ese buscar el ensueño y traducirlo en realidad. La cuestión es que suceda lo que suceda al final de un camino, de una etapa, de un proceso deportivo, por ejemplo, lo que es innegociable es saber uno como individuo y un todo como colectivo que ha puesto todo de su parte, que ha invertido todo lo que requiere el deporte, que ha hecho todo lo que podía desde la entrañas, desde el corazón, desde lo mental, desde la verdad misma por tratar de alcanzar ese reto.
Son momentos enriquecedores. Son momentos que incuestionablemente suman y enseñan. Son momentos que se refuerzan además por el sentimiento de pertenencia a un grupo, por el hecho de compartir con otras personas. En un deporte de equipo, por ejemplo, también en el deporte individual pues al final se forma de un grupo de trabajo, existen perfiles de todo tipo. Pongamos un equipo de fútbol en el que conviven perfiles con gol, perfiles con garra, perfiles con calidad, perfiles con capacidad espacial y táctica, perfiles defensivos, perfiles carismáticos y líderes, en suma una conjunción de personas clave, todas y cada una, para dar forma a una globalidad capaz de hacer grandes cosas.
Decía Michael Jordan que «en un equipo el talento gana partido, pero el equipo gana campeonatos». Otra leyenda del deporte como Pelé subrayó que «el éxito no es un accidente. Es trabajo duro, perseverancia, aprendizaje, estudio, sacrificio y, sobre todo, amor por lo que estás haciendo a parendiendo a hacer. Por su parte, Margaret Carty valoró que «lo más hermoso del trabajo en equipo es que siempre tienes a otros a tu lado». «No te preguntes qué pueden hacer tus compañeros por ti. Pregúntate qué puedes hacer tú por ellas», dijo Magic Johnson.
Tengo la fortuna de conocer a much@s grandes deportistas. Personas con recorridos olímpicos y paralímpicos, en mundiales, en europeos, en el alto rendimiento al máximo nivel en largas etapas. Y existe un denominador común en tod@s ell@s en cuanto al cómo explicar el hecho de haber llegado, de haber disfrutado incluso sufrido, de haber conseguido mucho en su trayectoria y es que por encima del talento, más allá de esas cualidades innatas para desarrollar un deporte, la clave siempre, sin duda y de forma innegociable, es trabajar, competir, querer mucho y más siempre.
Pero ese optar a sueños, a objetivos, a situaciones que generan ese regocijo no solo se dan en el gran escenario del deporte. También sucede, obviamente, en competiciones de todo ámbito. Los ensueños y los retos están en todo, la exigencia y la autoexigencia está en todo, el nervio competitivo debe estar en todo para poder modular lo que se quiere de aspiración a puras realidades.
Rescato una historia concreta. El primer equipo femenino del CDFB L’Eliana anda en segunda posición en la liga autonómica valenciana de fútbol. Se presenta un bonito objetivo cuando restan un puñado de jornadas para acabar la competición como es ascender a Liga Nacional. Si ha de ser se deberá basar en ese pensamiento del ir partido a partido, es más entrenamiento a entrenamiento, en un fondo positivo, luchador, bregador, competitivo. Esa es la gran clave. Y lo bueno, visto de forma directa, es que saben y pueden hacerlo. Las cualidades técnicas y tácticas las tienen. Las herramientas futbolísticas las conocen con un cuerpo técnico con Tere Saurí, Empar Broch, Ana Hernández y María José Casamayor ‘Gullit’, así como Ximo y Davinia. Si ponen a disposición propia de forma individual y del equipo los principales fundamentos del deporte como el nervio competitivo, el sacrificio, la cultura del esfuerzo en sí misma, seguro que tendrán mucho de lo que se necesita para dar forma a ese sueño-objetivo. Lo mejor cuando se tiene algo al alcance de la mano, cuando se ha sido generoso en el esfuerzo durante el trayecto para disfrutar del final, es vaciarse, apostar al máximo con ganas, ímpetu, lucha y buena gestión por, en efecto, conseguir el reto o al menos saber que no ha quedado nada dentro por conseguirlo.
¿Por qué no hacerlo? Un reto para Vera, Lucía, Rosario, Amane, Laura, Claudia, Emma, Piquer, Vida, Bauset, Elisa, Sandra, Borrás, New, Daniela, Mireia, Pequeña, Marta, Lidia Jara, Leti y Ainhoa.