‘En todo este tiempo jamás ha hablado en singular. Si Rosendo hablaba en masculino singular ella siempre lo ha hecho en femenino plural’
Por Carlos Domingo
Tardó. Tardó mucho en bajar. La tarde del 12 de agosto de 2017 ya era noche cerrada en Londres, en un Estadio Olímpico que nunca ha sido justo con la mejor atleta española de todos los tiempos. En ese momento, con los focos alumbrando con fuerza la zona mixta de su último Campeonato del Mundo, Ruth Beitia fue descontando peldaños para llegar a nuestra posición. Venía de atender a las televisiones en la primera parte de la zona reservada a los periodistas. Recuerdo que José Luis López, compañero de la Cadena SER y Movistar+, estaba esperando a mi lado. Se plantó frente a nosotros dos, cogió aire y dijo con una sonrisa: «Bueno chicos… empezad a preguntar». En su última pasada por zona mixta como atleta en activo confesó que «no he sido yo». Al terminar supe que ahí se acababa la historia Ella se limitó a decir que «me voy de vacaciones y luego ya veremos», pero cuando mi gente cercana me preguntó al volver de cubrir ese Mundial les dije que iba a retirarse. Ella no lo admitía, tal vez porque era cierto que no estaba decidido, pero las sensaciones fueron diferentes a cualquier otro momento vivido con ella.
La gente que me conoce sabe que el atletismo es muy importante para mi. En diciembre, hará diez años que me dedico a cubrirlo de forma profesional -casi 20 practicándolo- y es un deporte que he llevado hasta las últimas consecuencias. He vivido muchos momentos con Ruth, hemos compartido hotel, mesa y mantel en muchas concentraciones en jornadas de Liga de División de Honor, Copas de Europa de Clubes o Campeonatos de España cuando lucía los colores del ‘Valencia Terra i Mar’, y he cubierto Europeos y Mundiales en los que ella era la capitana de la selección y reina indiscutible de la altura.

En todo este tiempo jamás ha hablado en singular. Si Rosendo hablaba en masculino singular ella siempre lo ha hecho en femenino plural. Ni con micro ni sin micro. Imposible. En cada conversación salía Ramón Torralbo, su 50%, y siempre ha tenido en mente a Toñi Martos su pricóloga, su representante y amiga Julia García o cualquiera de sus fisios. Siempre ha tenido claro que sin el equipo un atleta no es nada.
La cántabra es diferente. Cuando luchaba en las alturas con Marta Mendía era una niña de lo más jovial. No escatimaba en acercarse a hablar con los voluntarios que le colocábamos el saltómetro en los campeonatos. Yo era de esos. Batió el récord de España tanto en pista cubierta (2,01) como al aire libre (2,02) en 2007 y siguió igual. Empezó a sumar medallas en campeonatos internacionales absolutos y seguía teniendo la misma complicidad con todo aquel que se le acercaba.
Anunció su retirada y atendió amablemente a todo aquel medio de comunicación, grande o pequeño, que le pidió una entrevista. En el especial que le hice en 2012 recuerdo que confesaba entre risas que «me hace gracia cuando en el Trivial sale la pregunta de qué atleta española fue la primera en superar los 2,00 en altura. Mis amigas no me dan por válido responder yo».
‘Con Ruth se apaga prácticamente la llama de una generación irrepetible’
Volvió a la competición después de haber podido patinar alguna vez después de mucho tiempo y empezó a hacer de la victoria una costumbre. Dos Ligas de Diamante, medallas mundiales, títulos de campeona continental y… ¡el primer (y único) oro olímpico del atletismo español! Pero ella seguía siendo la misma. Ningún metal del planeta le hizo cambiar el rumbo, siempre la misma chica sonriente y espontánea que en Zúrich, en plena zona mixta donde ella era la protagonista como campeona, espetó un: «¿Ya no hay más preguntas? ¡Pues vais a ser los cazadores cazados¡ Giraos que vamos a hacer un selfie, vosotros también sois importantes». Ninguna como ella.
Con Ruth se apaga prácticamente la llama de una generación irrepetible. Los Manolo Martínez, Mario Pestano, Yago Lamela, Antonio Reina, Javi Bermejo, María Vasco, Mercedes Chilla, Natalia Rodríguez… han calado hondo. Abrieron el camino con descaro a la generación que ahora vivimos. Ellos se encargaron de decir a los aficionados al atletismo que España no solo tenía fondistas y marchadores, que también, si no que había mucho más.
Esta santanderina, orgullosa de serlo, siempre se ha confesado «medio valenciana». Una década en el mejor club español de la historia le marcó. Una chica de club a la que no se le cayeron los anillos cada vez que se le pedía, incluso, formar en el relevo 4×100 para puntuar en una liga. ¡Incluso llegó a competir en un Pentatlón! Fue en febrero de 2007 en el Pabellón San Pablo de Sevilla. Los que cubríamos aquel Campeonato de España no dábamos crédito. No lo terminó, aunque dobló prueba y ganó en la altura individual con 1,98, pero esa es otra historia.
El pasado agosto Londres volvió a girarle la cara y ella le respondió con un gesto. En la clasificación del salto de altura consoló las lágrimas de la italiana Alessia Trost al verse fuera de la final de altura. Ese detalle le valió el reconocimiento al fair play que recibió de manos del Presidente de la IAAF Lord Sebastian Coe. Que nadie lo dude, así es ella.
Gracias capitana. Gracias Ruth.
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