José Luis Tuya nos ha dejado a los 90 años, pieza fundamental en la vela de España, le echaremos de menos
OPINIÓN
Se nos ha marchado Pepe Tuya. No voy a hablar del Tuya federativo porque todo el mundo sabe perfectamente lo que ha hecho por nuestro deporte, con más o menos acierto. José Luis era un buen amigo. Lo conocí como presidente de la Madrileña cuando ésta estaba domiciliada en un garaje de su propiedad en el barrio madrileño de la Ventilla. Un día me llamó y me dijo: «Me gustaría conocerte», y para allí que me fui.
Pasamos la tarde juntos hablando de todo un poco. De sus pinitos como periodista en el Diario AS, de sus viajes en moto (se marchó desde la Puerta del Sol de Madrid hasta la plaza Roja de Moscú en una Vespa en los años 60 y como no tuvo bastante, también hizo el viaje de vuelta), de su amado Gijón y, sobre todo, de vela. Él mantenía la idea de que los federativos deberían de ser altruistas y trabajar para el deporte sin servirse de él y eso le hacía un poco impopular, aunque con el tiempo esa medida se instauró.
Él me sacó de varios atolladeros en los que yo estaba metido un poco por ignorancia del deporte. Me aclaró muchas cosas que no tenía claras de la Federación Española, me contó quién era Miguel Company, por entonces presidente de la Española, me adelantó la victoria de Arturo Delgado en las elecciones que se venían encima y, también me dijo que algún día Gerardo Pombo iba a serlo. Vaticinó las cinco medallas olímpicas que se consiguieron en Barcelona mojándose de tal manera que apostamos una comida y sin no se conseguían cinco, la pagaba él.
José Luis me pidió perdón en nombre de la Federación Española porque días antes Gerardo Pombo me expulsó de un Campeonato de España de Clases Olímpicas en el Tiro Pichón del Real Club de Regatas de Alicante. «Cosas de Pombo, no hagas caso y acepta las disculpas».
José Luis era conciliador, amigo de sus amigos e inseparable de su compañera de vida, Carmen, a la que llevaba con mucho mimo a todos los eventos en los que se podía hacer. Medió muchas veces entre Gerardo Pombo y yo, e incluso alguna vez dio la cara por alguna crítica más o menos justa contra la Federación de Arturo Delgado.
Me ha dolido mucho su fallecimiento porque para mí era el «presi» vitalicio de la vela madrileña. No tengo más que palabras de agradecimiento hacia su persona por sus ansias siempre de agradarme y de enseñarme muchas lecciones de vida. Con 90 años se lo ha llevado Dios a lo más alto, porque José Luis era una buena persona, un buen marido, un buen padre y un buen compañero de viaje.
Se me acabaron esas escapadas a la sierra madrileña a comer con él y los alcaldes del entorno a los que aleccionaba de la importancia de que los colegios públicos tuvieran programas de semanas de iniciación a la vela en «su» pantano preferido: Guadalix. Comidas llenas de humildad y que, por supuesto, pagaba él. ¡Era el Rey!. Gracias, «Presi». Descansa en paz.