El club dominador del voleibol femenino nacional, con 18 títulos de los últimos 20 disputados en España, no seguirá en la máxima categoría, si bien la base, con 120 niñas, continuará
El presidente del Voleibol Logroño, Carlos Arratia, confirmó este lunes la decisión de no inscribir al primer equipo en la Superliga Iberdrola femenina ni en ninguna otra categoría nacional para la campaña 2020-2021. Esta decisión implica que desaparezca el equipo dominador del voleibol femenino en las últimas temporadas, que en menos de una década había amasado seis Superligas, seis Copas de la Reina y seis Supercopas de España, es decir dieciocho de los últimos veinte títulos nacionales disputados por el club riojano.
La base compuesta por un total de 120 niñas sí seguirá compitiendo en las categorías correspondientes.
No obstante, es un golpe duro en el escenario del voleibol femenino español. Arratia argumentó cuestiones como el hecho de no haberse adjudicado el campeonato, dada la clasificación cuando se frenó la competición a causa de la pandemia global del coronavirus, si bien sí se dieron descensos y ascensos, quedando desierto un título que hubiera sido para Logroño. Además, trasladó su hartazgo en cuanto a la lucha, de más de veinte años, para sostener el proyecto ante la esperanza de contar con un mayor apoyo de tanto instituciones públicas como deportivas. Arratia aseguró, sin embargo, que la cuestión económica no era la esencial en esta toma repentina de tal decisión.
El presidente del Voleibol Logroño, al tiempo, reiteró su petición de perdón, de disculpa, a quienes forman parte del club, especialmente a las jugadoras. Y es que a estas alturas, de hecho, la plantilla ya estaba prácticamente cerrada, con jugadoras que ya se habían comprometido una temporada más con el club riojano y que incluso habían rechazado ofertas de otros clubes.
Helia González, una de sus jugadoras referencia en las últimas temporadas, escribía en sus redes sociales: «No son los títulos o las victorias. Es el denominador común de todos los que han pasado por este equipo: la pasión y amor por el voleibol. No es triste que desaparezca tras todo lo que ha ganado y se ve, es triste que lo haga tras todo lo que hay detrás y no se ve. Campeón o no, se va un equipo profesional, un equipo donde el voleibol se convertía en tu profesión, un equipo donde el valor del grupo estaba por encima de cualquiera de sus integrantes. Duele a quien como yo, formó parte tantos años de él, a todas y todos los que lo hicieron, pero debería dolernos a todos los que amamos este deporte. Porque Logroño era un club donde llegar, donde crecer, donde sufrir, donde disfrutar, donde la entrega y el compromiso eran fundamentales. Donde poder ganar y sentir el verdadero peso de una derrota. Y es que ganar es muy bonito, pero no lo es todo. Ni para un club, ni para las jugadoras. Porque al final lo que se siente no son las medallas. Son las horas y trabajo compartido, son las emociones, vivir cada día con personas que se entregan a su profesión. Ahí es donde ganaba Logroño, ahí es donde estaba su valor, ahí es donde hemos perdido. Por el peso de los títulos ganados debería haber recibido mucho más de lo que tenía. Pero hoy, pesa mucho más lo que no se ve, que todo lo ganado.
Gracias y hasta siempre Logroño💚»