Expectante. Tranquila. Ilusionada. Así afrontaba la primera jornada de competición en la Copa de Europa junior de Coimbra. Pero esta vez, desde otra perspectiva, sentada en una silla a pie de tatami como entrenadora del equipo gallego de judo.
Sudor en las manos. Los pies fríos. El gusanillo que recorre el estómago. La activación los minutos previos al combate. El marcador preparado. Un cúmulo de sensaciones muy parecidas y a la vez diferentes. Y es que, esta vez, no era yo quien competía, sino la persona que debía permanecer al lado de los deportistas, la que tenía que transmitirles tranquilidad y confianza en el trabajo y, sobretodo, en ellos mismos.
Nunca antes había tenido esta bonita oportunidad. Sin embargo, desde que pisé el pabellón tuve la sensación que llevaba haciendo esto toda mi vida. Y es que haber podido vivir el alto rendimiento como deportista hace que seas capaz de meterte en la piel de los competidores y entender sus necesidades: desde ayudarles con el calentamiento, decirles cuantos combates les quedan, preparar las tácticas con los rivales hasta ir corriendo a buscar un kleenex o una simple botella de agua.
La responsabilidad es muy grande y debes medir todas y cada una de las palabras que dices tanto dentro como fuera del tatami, porque sabes que van a poner sus cinco sentidos en ellas.
Algunos combates ganados, otros perdidos, sensación de impotencia porque han cometido un error en el último momento… y ahí estás tú, diciéndoles que este deporte es así, a veces injusto y otras de lo más gratificante, que lo único que depende de ellos es seguir trabajando y que la capacidad que tienes de mejorar cada día es precisamente lo que te «engancha».
Siempre he respetado y me ha parecido fundamental la figura del entrenador. Quizás porque he tenido la suerte de tener una gran entrenadora a mi lado y, entre lo que he aprendido de ella y lo que he necesitado como competidora, es lo que he intentado aportar a estos jóvenes gallegos llenos de ilusión y con muchos sueños todavía por cumplir. Una experiencia muy enriquecedora, que estoy segura repetiré en el futuro.