La saltadora de longitud afronta la recta final hacia conseguir las mínimas para el Europeo y los Juegos y mantiene la ilusión de seguir adelante
Por individual que sea la ejecución de la mayor parte de las pruebas de atletismo, ella está rotundamente arraigada a una generación del deporte español barnizada por la perseverancia, por la lucha incesante, por lo incondicional hacia el trabajo, por saber que el talento sin esfuerzo, sacrificio y honestidad se evapora, se pierde, se escurre. Dieciséis años en la élite dicen mucho. Desde aquella conquista del campeonato del mundo junior de salto de longitud en Santiago de Chile en 2000 hasta hoy todavía estar pujando por la mínima para los Juegos Olímpicos de Río 2016, los que, por cierto, serían los cuartos en su haber. Y en esa narración vital, es referencia nacional de su disciplina, con entorchados continentales y mundiales, y una hoja de servicios inmaculada en cuanto a la veracidad de todo lo hecho.
Concha Montaner Coll (L’Eliana, Valencia, 14/1/1981) es «una luchadora nata» como subraya su marido Venancio José, uno de los grandes en la historia de la velocidad española. Y no peca por el vínculo entre ellos al repetir esta afirmación, pues se trata de una realidad veraz y efectivamente demostrable revisando una carrera dilatada y exitosa; quizás en muchos momentos inmerecidamente poco reconocida. No hay argumentos para esto último, para minimizar lo escrito por Montaner en el atletismo, para restar a la saltadora de longitud nacida en España que abraza el mayor salto de la historia con aquellos 6,92 metros al aire libre en Madrid en 2005, que logró la clasificación para Sidney 2000, Pekín 2008 o Londres 2012 —Atenas 2004 se lo quitaron en sus narices—, que fue tercera del mundo en Moscú 2006 y subcampeona de Europa en Birmingham 2007, además de recoger 19 campeonatos de España.
Y sigue brincando. «Me encuentro bien físicamente, estoy muy a gusto trabajando con mi entrenadora María Peinado y, sobretodo, estoy con ganas e ilusionada de seguir disfrutando de mi deporte. Estoy en esa etapa en la que ante todo me demuestro cosas a mí misma y siento que todavía se puede cumplir algún sueño», cuenta a este portal pausada, relajada, con un café de buen aroma en las manos.
Expresa con la mirada y las palabras lo que para ella es su deporte y su disciplina: «Es mi estilo de vida. Entiendo que un deportista de alto rendimiento se es siempre, los 365 días del año y las 24 horas del día. Hay que ser honesto con lo que se hace cada día, porque al final el deporte a este nivel tiene fecha de caducidad y es importante el haber disfrutado de todo lo que el deporte nos puede dar, si bien es cierto que también nos priva de cosas, pero al fin y al cabo es lo que queremos, por lo que hemos apostado y nos apasiona».
Deportista de alto rendimiento se es 365 días al año. El deporte es lo que queremos, por lo que hemos apostado y lo que nos apasiona
Y lo que quiere, en lo que piensa, es en las mínimas para el campeonato de Europa de Amsterdam y obviamente para los Juegos Olímpicos de Río: «Lógicamente, la forma de trabajar ya no es la misma cuando tenía veinte o veinticinco años que ahora con 35. Mi vida no es igual antes que de unos años para acá. Pero la motivación de luchar por ir al Europeo o a los que serían mis cuartos Juegos desde luego que impulsa, que ayuda. Tengo ilusión y ganas y me veo luchándolo hasta el final. Luego, esto es un deporte individual, muy exigente, y ya se verá”.
Ya es fija para los Juegos en su prueba la saltadora Juliet Itoya, que logró el billete a Río recientemente en Salamanca con un brinco de 6,79 metros —la mínima para los Juegos es de 6,70—: «Me alegro mucho de su gran marca. Me alegro por ella y por su entrenador Juan Carlos Álvarez. Espero acompañarla en Río».
Precisamente la cita de Río de Janeiro cuenta con un problema que mantiene una continua incógnita entre los deportistas, las delegaciones, las personas que acudirán a Brasil para seguirlos sean familiares o aficionados: el Zika. «Desde luego es un asunto que sigo de cerca. Estoy muy interesada en saber cómo evoluciona y en las informaciones que nos trasladan desde la OMS o los organismos deportivos. Necesitamos una información lo más completa posible respecto a qué puede suceder, consejos y recomendaciones para los Juegos…», comenta la saltadora de L’Eliana.
Concha reflexiona sobre sus Juegos anteriores: «En 2000, el año que me proclamé campeona del mundo junior, acudí a Sidney pero quizás me pilló muy joven (19 años). Luego, luché por los de Atenas. Esa temporada acredité las mejores marcas, pero la decisión de la Federación fue no llevarme. A Pekín 2008 llegaba bien, pero allí mismo me lesioné el día de antes de la competición; me rompí un hueso del pie y no pude competir al cien por cien e hice lo que pude. Finalmente me clasifiqué para Londres, donde llegué bien físicamente, pero no mentalmente».
Teniendo en cuenta su hoja de servicios, no tiene obligación de demostrar nada a nadie. A lo detallado líneas más arriba, ha acumulado cinco finales en campeonatos del mundo y tres de Europa, con un tramo de una década en el top ten mundial o el oro en los Juegos del Mediterráneo de Túnez 2001. «De un tiempo hacia acá me he ido liberando de presión. Evidentemente, en cada prueba vas con el nervio competitivo que tú como atleta tienes y debes ponerle. Pero lo que intento es disfrutar, de afrontar cada competición intentando dar lo mejor de mí misma. Unas veces se podrá y otras no, pero siempre luchando cada salto», significa Montaner.
Subraya que se encuentra con ganas y fuerza. Pero viene recuperada de una etapa más complicada, que incluso le llevó a plantearse la retirada: «Pasé dos años complicados. Me encontraba con que tenía muchos problemas físicos y no sabíamos el porqué. En 2014, medité retirarme. Pero finalmente se dio con qué tenía; una enfermedad de la que ya estoy bien y recuperada».
El gozo es que sigue apasionada por su deporte y saltando en las filas del Playas de Castellón y de la selección española —la pasada temporada estuvo en la Copa de Europa de selecciones y ahora busca el Europeo y los Juegos—. Y su andadura persiste con el respaldo del Proyecto FER, de Mini Engasa, marca de la que es embajadora, de Asics, de Gabol u Oakley.
¿Qué ve si echa la vista atrás? «Es una carrera muy dilatada, con muchos campeonatos, con muchas finales, con muchas calificaciones, con Copas de Europa y del mundo… Se pueden decir muchas cosas, pero tengo cinco finales de un Mundial —entre pista cubierta y aire libre—, tres en europeos, además de participar en tres Juegos Olímpicos. Sobretodo, que siempre he intentado dar lo mejor de mí, unas veces conseguí resultados y otras no, pero estar ahí de forma continuada tantos años es muy difícil».
Con una carrera tan dilatada, estar ahí, en el primer nivel, de forma continuada tantos años es muy difícil
Y no tiene pensado que el ir o no a Río 2016 sea el punto final a su carrera. Refuerza la idea de que en todo caso se siente bien físicamente y que va a seguir haciendo el deporte que más le gusta, al tiempo que le ilusiona también la posibilidad de asistir a los Juegos del Mediterráneo de 2017, que serán en Tarragona.
Concha disfruta de su hija Alba, de casi siete años, y de su marido. Es de vida familiar. Estructura su vida entre el trabajo por las mañanas, los entrenamientos por las tardes y las competiciones los fines de semana. Lo de los descansos obligados para el deporte de élite, ya es otra cosa. Primero toca resolver las obligaciones. «Le faltan horas al día», dice. Pero anda afrontando todo lo que se le pone por delante cada día, siempre ligada al atletismo, al salto de longitud. Una luchadora nata.
Palmarés de Concha Montaner:
- Juegos Olímpicos: clasificación para Sidney 2000, Pekín 2008 y Londres 2012.
- Mundiales: bronce en Moscú 2006.
- Europeos: subcampeona, plata, en Birmingham 2007.
- Juegos del Mediterráneo: oro en Túnez 2001 y bronce en Almería 2005.
- Campeonatos de España: 19 conquistas: 18 en salto de longitud, de los cuales once en pista cubierta, y uno en 100 metros.
- Mundial Junior: Campeona del mundo junior en Santiago de Chile 2000.
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