La judoka valenciana, que ahora abraza su deporte desde la silla técnica, repasa con WSL sus experiencias en los Juegos de Pekín y Londres en una serie de entrevistas retrospectivas con deportistas olímpicos. Carrascosa (Valencia, 6/5/1980 ) aclara una situación que ha generado controversia durante mucho tiempo como fue la clasificación para Londres 2012.
—Llega Río de Janeiro, ¿qué sensaciones le vienen del ambiente olímpico?
—Es muy curioso porque tengo sentimientos contradictorios. Por un lado, veo que llega Río y la gente habla ilusionada de ello, pero no tengo ese sentimiento de ‘este verano son los Juegos Olímpicos’. Quizás porque he tenido el privilegio como deportista de poder vivir dos ciclos olímpicos y ahora, como mis objetivos o mis retos en la vida son otros, lo veo un poco desde la barrera, desde la distancia.
—Relativamente se retiró hace poco: dos años. ¿Ese sentimiento, ese recuerdo no se esfuma de repente?
—Por supuesto que no. Disputar los Juegos Olímpicos es lo máximo que le puede ocurrir a un deportista y ese sentimiento forma parte de ti toda tu vida. Con la Eurocopa no se ha dado mucho bombo a los Juegos aún, así que ahora empezarán los medios a darle más importancia y supongo que me entrará más el gusanillo.
—Dice que los ve desde el otro lado de la barrera. También ha arrancado su recorrido como entrenadora con la federación gallega.
—Es una visión muy diferente. Entiendo que he vivido los Juegos como deportista y ahora los voy a vivir como espectadora con ganas de que España consiga el mayor número de medallas; a ver si se pueden superar las de Londres. Hay deportistas a los que sigo y con los que tengo amistad y deseo con todo mi corazón que consigan una medalla olímpica.
—Ha estado en dos Juegos. Empecemos por Pekín 2008. ¿Cómo era esa sensación a la que se refiere desde el arranque de la Olimpiada?
—Me cuesta mucho explicar lo que he sentido porque ha sido tan intenso, tan emotivo, ha sido el poder decir ‘ya no sueño con llegar a unos Juegos Olímpicos, sino que ya estoy aquí’. Estoy aquí porque me lo he ganado, porque he conseguido mi clasificación y estoy entre los mejores deportistas del mundo. Entonces, verbalizar ese sentimiento es difícil. Hoy por hoy creo que no hay nada que se pueda comparar o al menos, de momento, no he conseguido vivir algo tan intenso como es disputar unos Juegos.
—¿Cómo fue el recorrido hacia Pekín?
—Fue duro. Recuerdo que en 2007 me puse en contacto con mi entrenadora, Azucena Verde, que lo fue ya en adelante. A priori yo lo tenía difícil el poder clasificarme porque estaba muy abajo en el ranking. Y era un reto muy grande meterme entre las cinco mejores de Europa, ya que en Pekín clasificábamos por continente y Europa sólo clasificaba cinco y el nivel era muy alto. Me centré en trabajar muy duro y en confiar plenamente en la persona que me estaba ayudando y todo salió de ensueño. Pasé de estar abajo en el ranking mundial a llegar a clasificarme como número uno del mundo.
—¿Cómo recuerda ese logro de ser número uno del mundo?
—Ese día creo que me hubiera retirado, porque sentí que era más de lo que nunca hubiera imaginado. Para ser número uno del mundo tuve que pasar por el campeonato de Europa previo a los Juegos, que fue a finales de abril en Lisboa. Íbamos muy ajustadas en la clasificación las cinco primeras del ranking europeo y en semifinales me jugaba la clasificación olímpica con la judoka rumana. De hecho, iba perdiendo el combate a falta de un minuto y conseguí marcar ippon. Ya tenía los Juegos, pero además me metía en la final, ganando y convirtiéndome en número uno del mundo.
—Suman los momentos positivos, pero también los negativos. ¿Cuáles fueron los momentos más costosos?
—Los buenos momentos te refuerzan para continuar. Son necesarios. Y acordarte de ellos te ayuda a crecer. Pero es verdad que los malos momentos, que claro que los hay, suman. Por ejemplo, cuando entrenas al cien por cien cada día y los resultados no llegan. Creo que en ese proceso en el que no salen los resultados hay que seguir trabajando para corregir y mejorar errores y sobretodo seguir confiando que un día llegarán.
—¿Cómo recuerda Pekín 2008?
—Me emociona mucho, porque Pekín fue muy especial. Los momentos de la Villa Olímpica son inolvidables. Compartes momentos con los mejores deportistas del mundo. Ver a Phelps en el comedor o comer en la misma mesa con Rafa Nadal,… Quizás para los deportistas que venimos de disciplinas poco mediáticas son momentos que valoramos mucho. Y ahí estábamos entre iguales y así te lo hacían sentir. Y además sumas el sentimiento de estar representando al deporte español, que es muy grande.
—¿Estuvo en la inauguración o se la perdió?
—No desfilé ni en Pekín, ni en Londres, porque sólo tenía un día de descanso para mi competición. A los dos días de la inauguración, competía -52 kilos y consideré que debía estar descansada para estar al cien por cien el día de mi competición. Así que hablé con mi entrenadora y decidimos que no desfilaría. Y no me arrepiento nada. Estoy segura de que es espectacular, pero no es algo que con el tiempo considere que me perdí. Fue una elección acertada.
—¿Cómo recuerda la competición hasta el último dramático combate y el diploma olímpico?
—Empecé ganando contra la judoka mongola. Perdí con la china, que fue a la postre campeona olímpica. Entre en la repesca y tuve el primer combate contra Telma Monteiro, una de las favoritas para optar a las medallas olímpicas y la gané. Y vino el siguiente combate contra la representante coreana.
—Duelo fatídico.
—Como mucha gente recuerda, ese combate lo iba ganando y llegó un momento en el que sufrí una subluxación en el hombro. Intenté aguantar el combate lo máximo posible hasta que llegó un momento en el que mi hombro no pudo aguantar más el dolor. Y tuve que abandonar porque estaba completamente mermada. Empezaron a sancionarme y decidí que no podía continuar. Fue un palo muy duro porque llegaba en un momento de forma extraordinario. Con una confianza plena en mis posibilidades. Creía en mi trabajo. Era mi momento. Pero pasó lo que pasó y en la vida de un deportista hay que asimilar los golpes de la mejor manera posible e intentar reponerse lo más rápido posible.
—No necesitó mucho tiempo para decirle a su entrenadora que quería más.
—Recuerdo que cuando me hicieron todas las pruebas en la Villa, lo primero que fue mirar a mi entrenadora y decirle: ‘¿Cuatro años más, no?’. Y me dijo que no podía creer que se lo dijera en ese momento. Y le dije: ‘Es que es ahora cuando estoy empezando a disfrutar y tengo mucho dentro para dar’.
—La imagen de aquel último combate en Pekín fue la de sus lágrimas y el pabellón entero aplaudiendo.
—Tengo muy marcado ese momento, porque fue duro. El pabellón levantado aplaudiendo mi esfuerzo y yo con la visión de esos aros olímpicos en el tatami y pensando que no sabía si volvería a pisar un tatami olímpico.
—Le dijo a Azucena Verde que quería cuatro años más. ¿Cómo arrancaron?
—Primero, se desarrollo la recuperación del hombro lo mejor y antes posible para estar al máximo nivel. Y luego, la verdad que el ciclo olímpico 2008-2012 fueron los mejores años de mi carrera deportiva. Fui la judoka en -52 kilos con mayor número de medallas internacionales durante ese ciclo. Entre ellas, dos medallas de Europa más, otras dos del Mundo más, hice tres podios seguidos en el Grand Slam de París, que es uno de los torneos más fuertes del mundo. Aún así hubo lesiones importantes. Como en 2010, con una fractura de estrés en el pie izquierdo, que produjo un edema óseo y una posterior fascitis plantar que arrastré casi un año. La recuerdo como la más larga y dura que he tenido porque no podía parar de entrenar y competir y eso lo complicó más.
—¿Fue un ciclo largo el camino a Londres?
—Muy largo. Extremadamente largo, porque el volumen de competiciones que tuve que hacer para la clasificación de Londres fue excesiva. Lo que se tradujo en un cansancio muy elevado llegando en unas condiciones extremas.
—Aquella clasificación, hablando de su peso, ha arrastrado controversia desde el cierre de la misma con Laura Gómez. Hubo empate.
—Nosotras llegamos al campeonato de Europa de Chelyabinsk empatadas a puntos. Fue algo muy raro que dos deportistas pudieran llegar a la última competición en igualdad de puntos. Un mes antes de ese campeonato de Europa, la Federación Española de Judo redactó una normativa aprobada por los presidentes de todas las federaciones autonómicas presentes en esa reunión. Esta normativa, basada en la normativa de la Federación Internacional de Judo, decía que en el caso de igualdad de puntos, la judoka que iría a los Juegos Olímpicos sería la deportista con mayor número de puntos en campeonatos del Mundo; en el último mundial celebrado antes de Londres, que fue París 2011, yo obtuve la medalla de bronce. De modo que, en ese campeonato de Europa, las dos sabíamos perfectamente lo que podía suceder. Por tanto, basándonos en esta normativa, en igualdad de puntos o más iría yo y en caso de más puntos de mi compañera iría ella.
—En definitiva, ambas estaban sobre aviso con antelación por la Federación española.
—Así es. Desde un mes antes del campeonato de Europa. Además, esa normativa nos llegó vía mail a todas las personas implicadas. En ese campeonato de Europa, las dos perdimos la medalla de bronce, las dos quedamos quintas y la decisión ya estaba tomada hacía un mes. No hubo sorpresas en ese sentido. Es decir, para que Laura Gómez fuera a los Juegos Olímpicos de Londres tenía que quedar por delante de mí en ese campeonato de Europa. Las cosas no fueron así, de modo que la clasificación la gané yo.
—La federación les dejó la pelota en su tejado para que no hubiese empate.
—Totalmente. Estaba muy claro en esa normativa escrita. Ese documento consta en los archivos de la federación al ser documento oficial.
—¿Por qué ha habido tal controversia si ese documento lo recibieron las partes implicadas un mes antes?
—Es lo que a mí más me ha llamado la atención en estos cuatro años posteriores a Londres. Tener que escuchar o leer que aquello fue una decisión técnica posterior. Las cosas no fueron así y creo que hay que contarlas como son. Desde luego, si la situación hubiese sido al revés, pues hubiera ido Laura a los Juegos y por supuesto yo habría acatado dicha normativa.
—¿Cómo recuerda Londres?
—Desde que se cerró la clasificación hasta los Juegos Olímpicos de Londres tuve tres meses. Tenía que descansar de alguna manera, porque llegué a ese cierre de clasificación olímpica habiendo competido prácticamente cada fin de semana. Mi cabeza y mi cuerpo tenían que descansar, pero no podía. Siempre digo que si mi clasificación olímpica hubiera acabado con la medalla del campeonato del Mundo de París 2011, hubiera podido traer una medalla olímpica a Valencia.
—Al final, no fue como esperaba en los Juegos.
—Evidentemente no fueron las cosas bien en Londres, ni me voy a justificar. Perdí ese combate y me tuve que volver a casa con todo el dolor de mi corazón y tener que asumir que no pude optar a esa medalla olímpica. Pero como siempre he dicho, estoy muy tranquila de todo mi trabajo, de la manera como me he entregado a este deporte, de mi sacrificio, de mi esfuerzo, de mi ilusión. No tengo ninguna espinita dentro. Por ello, hoy vivo tranquila, tengo otros retos y objetivos en mi vida, y lucho por mi futuro.
—La única forma de ganar o perder en la disciplina que sea en los Juegos es estando.
—Desde luego. Y creo que es importante asumir que cuando has ganado has ganado, y cuando has perdido has perdido. Y además sobreponerte lo más rápido. Porque engancharte a lo que podría haber sido no te ayuda a avanzar. A mí me gusta avanzar, crecer, evolucionar…
—Acabamos como empezamos, con Río de Janeiro. España lleva a más de 300 deportistas y prácticamente la mitad serán mujeres.
—Es que las mujeres tenemos mucho power. Espero que puedan mejorar las medallas que ya hubo en Londres. Hay que recordar que entonces se consiguieron once de diecisiete en el medallero español. Espero y deseo que esta vez consigan más todavía. Las mujeres estamos hechas de otra pasta. Ahí están las chicas de waterpolo, las de balonmano, las de basket, las de gimnasia, que están en un alto nivel, el atletismo, la vela que siempre nos da alegrías y esperemos que el judo también.
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