La ciclista en pista, especialista en pruebas de velocidad, acudirá a los Juegos Olímpicos de Río junto a Tania Calvo
Unos segundos que mezclan el nervio competitivo con la necesaria templanza para examinar con absoluta minuciosidad lo que sucederá en un corto espacio de tiempo rotundamente sujeto a una plena explosión de potencia y velocidad. Adrenalina en pureza. Imperceptible el cambio. Un marcador temporal a cero y el fogonazo. De la concentración máxima, incluso la prudencia para no caer en una salida en falso, al estallido de fuerza para proyectar toda la velocidad trabajada. Dos estados emocionales resueltos en segundos espectaculares. Son los que abraza Helena Casas Roige (Vilaseca, Tarragona, 24/7/1988) cada vez que se funde con su bicicleta. Será la representante de España junto a Tania Calvo en ciclismo en pista para las pruebas de velocidad por equipos, individual y keirin en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
«Ese momento es crucial. Hay que controlarlo muchísimo. Con los nervios a veces te puedes acelerar en la cuenta atrás, pero hay que hacer lo posible para estar absolutamente concentrada y llevar los ritmos a tiempo. Estas en tensión, pero a la vez pendiente de la respiración y del tiempo. Se hace como un silencio absoluto y solo ves la pista y a ti misma. Dura muy poco y no puedes desconcentrarte nada», significa Helena respecto a la sensación del velocista, como si estuviera enjaulado, antes de liberarse en la carrera.
Casas y Calvo son las primeras españolas en clasificarse en velocidad para unos Juegos (Leire Olaberria acudió en fondo y logró el bronce en puntuación en Pekín 2008). Un excelente legado. «Después de no clasificarnos para Londres 2012, aquello nos dio empuje para trabajar el doble y hemos pegado un salto importante que hemos ido desarrollando y que ha tenido su recompensa», cuenta la ciclista catalana al tiempo que presenta las posibilidades para Río: «Creemos que es posible obtener un diploma olímpico por los resultados que hemos logrado hasta ahora. Siendo realistas es difícil hacer medalla, aunque obviamente estamos entrenando para ello, pero creemos que un sexto o séptimo puesto estaría bien». China, Rusia, Alemania o Australia son las grandes potencias del ciclismo en pista.
Para nada ensoñaba Helena con unos Juegos cuando comenzó a andar en bicicleta con tres años. Había arraigo en la familia. Deporte de tradición en casa, que incluso significó la apertura de un club en 1987. Lo crearon su abuelo y su padre. Y en esa escuela ya se iniciaron sus dos hermanos mayores y sus primos. Y Helena no dejaba pasar la oportunidad de practicar en los circuitos y gincanas. «Empecé muy pronto. Tenía un huerto y en él me montaba mi propia gincana y siempre estaba practicando», recuerda. Apareció precoz en categoría infantil en un programa de detección de talentos. Y en esa etapa ya se compaginaba la carretera con la pista. Llegó siendo un año menor que las chicas de primer año de infantil. Una invitación para correr en Tortosa. Los años siguientes hizo primeros y segundos puestos en línea y crono, pero lo suyo era la pista.
«Si al final eres velocista es también por un factor genético. Sin quererlo ya tienes más potencia. Se puede y se debe mejorar lógicamente, pero esa base es muy importante», comenta. Hasta su etapa juvenil compaginó la carretera y la pista. Pero no había duda de qué era lo suyo: «Me fue formando la decisión el ver que destacaba en resultados, las sensaciones que tenía en la pista de velocidad, la potencia, la adrenalina… son pruebas explosivas, espectaculares».
Definitivo fue su acceso al Centro de Alto de Rendimiento, con 18 años, y coincidir con un grupo de trabajo con nombres como José Antonio Escuredo (plata olímpica en keirin en los Juegos de Atenas 2004), Alfredo Moreno e Itmar Esteban: «Entrar en ese ambiente me motivó a ir definitivamente hacia la velocidad. Escuredo me aconsejaba que me tenía que decantar por algo. Me empecé a dedicar exclusivamente ya en sub’23. Con la participación en las copas del mundo y los mundiales. Digamos que es el momento en el que me empiezo a profesionalizar, a ganar la vida con algo que te gusta. Pero es un proceso, una progresión».
Nos quedamos muy cerca de Londres. Para Río hemos mejorado mucho en la prueba por equipos
Tanto Helena como Tania Calvo rozaron los Juegos de Londres, pero han lograron el billete olímpico para Río. «En la prueba por equipos entonces no íbamos tan rápido como ahora. Hemos mejorado mucho en general, pero sobretodo por equipos. Quizás ha marcado la diferencia para estar en Río», concreta la ciclista de Vilaseca. Si bien el ensueño es el de las medallas, las expectativas están dentro de los diplomas. «Hay previstas varias concentraciones. Hay que pulir detalles del conjunto, el relevo hacerlo bien siempre. Tania está trabajando mejorar la primera parte de la arrancada y yo en el acelerar bien cuando ella me deja. Pegar un buen acelerón y mantenerlo. La federación nos comprará unas bicicletas nuevas, unas Look, que son las que casi todos llevan, que son muy rígidas. Creemos que con estos detalles podremos mejorar alguna décima que otra», asegura.
China, Rusia, Alemania y Australia son las grandes potencias en la velocidad en pista. Países donde existe una tradición muy arraigada de la pista, una modalidad de ciclismo que es toda una ciencia para el desarrollo de entrenamientos, el diseño de las bicicletas, del vestuario o los cascos, donde todos los datos, posiciones y gestos se analizan al máximo. «Se echa de menos más difusión en España, aunque poco a poco creo que se va asomando más la gente a este deporte que es muy espectacular. En cuestión de presupuesto, vamos más ‘pillados’».
Helena, en todo caso, está totalmente embargada por su deporte: «Es mi vida. Todo lo que hago durante el día a día está enfocado al rendimiento en pista. El entrenamiento, el descanso, la alimentación… todo se enfoca a estar a punto para el deporte. Es una rutina. El descanso es muy importante. Es clave que las fibras rápidas estén recuperadas para poder dar el máximo. A veces la diferencia entre un corredor y otro son no décimas, sino centésimas o milésimas». Se exprime por su deporte, aunque opina que nunca le podrá devolver todo lo que le ha dado: a su pareja, amistades, la posibilidad de viajar por el mundo y conocer otras culturas… Cuestiones que encajarían en la historia de muchos otros deportistas, pero Helena guarda la singularidad de la invitación que recibió en 2014 para formarse en la cuna del keirin en Japón, donde sacó la licencia profesional de la disciplina.
Su reto es seguir creciendo y aprovechar al máximo Río y seguir adelante a toda velocidad, incluso pensando devolver la visita a Japón, donde nació el keirin, con los Juegos de Tokio en 2020. Entretanto, seguirá entre el nervio competitivo y la adrenalina y la pausa personal como confiesa: «Mi pareja me dice que sobretodo soy competitiva, que en competición saco o doy más; en los entrenos me esfuerzo, pero en competición me exprimo mucho más. Fuera de la pista me gusta estar con la familia y amigos, soy más relajada, me gusta hablar y escuchar». Bien, escuchen el pedaleo veloz de Helena.
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