Las deportistas nacionales logran nueve medallas y la tendencia sigue en línea ascendente. Siete de las integrantes del Equipo Olímpico completan sus cuartos Juegos y una sus quintos
El deporte femenino español volvió a brillar en los Juegos Olímpicos de Río. En Londres 2012, con 112 mujeres representantes, éstas ya firmaron once de las diecisiete preseas del medallero nacional. El ciclo olímpico de camino a Río no hizo más que dejar un sumatorio de éxitos de las deportistas. Una línea ascendente que, de fondo, por número de participación no ha hecho más que crecer desde Barcelona’92. Concluida la cita brasileña, el deporte femenino español deja un balance de nuevo de muchísimo peso para el general del deporte nacional.
Un huella incuestionable que sería deseable que fuera acompañada del reconocimiento real y continuado. Y no es cuestión sólo de quienes lograron metal en Río, sino de todas las que completaron un ciclo olímpico de trabajo, esfuerzo y pasión por sus disciplinas para conseguir lograr las mínimas, las marcas, los rankings, las clasificaciones.
España se presentó en Río de Janeiro con 306 deportistas prácticamente en equidad con el concurso de 163 hombres (52%) y 143 mujeres (48%). El balance cierra con un total de 17 medallas —siete de oro, cuatro de plata y seis de bronce— y de 38 diplomas olímpicos —ocasiones en las que el deporte español estuvo también en puestos comprendidos entre el cuarto y el octavo puesto (seis cuartos, catorce quintos, cuatro sextos, seis séptimos y ocho octavos)—.
Las mismas medallas logradas que en los Juegos de Londres 2012 (17) y con la misma tendencia respecto al deporte femenino. Nueve en esta ocasión. En Río, la representación de las mujeres (143 deportistas) ha sido la más numerosa en la historia de las delegaciones presentadas por España en unos Juegos desde 1900.
Resuenan las medallas de oro de Mireia Belmonte (natación), Ruth Beitia (atletismo), Carolina Marín (bádminton), Maialen Chourraut (piragüismo); las de plata del conjunto de gimnasia rítmica, de la selección femenina de baloncesto, de Eva Calvo (taekwondo); y las de bronce de Miria Belmonte (natación) y Lidia Valentín (halterofilia). Nueve metales. Desde la categoría masculina llegaron los oros de Rafa Nadal y Marc López (tenis/dobles), Saúl Craviotto y Cristian Toro (piragüismo), Marcus Walz (piragüismo), la plata de Orlando Ortega (atletismo); y los bronces de Joel González (taekwondo), de la selección de baloncesto, de Saúl Craviotto (piragüismo) y de Carlos Coloma (bicicleta de montaña). Ocho preseas.
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Esto es lo cuantificable, lo que lleva a un análisis sencillo basado en los números. Pero el fondo es la capacidad de los deportistas españoles, de las familias y de los clubes, incluso de federaciones que trabajan cada ciclo olímpico, cada tramo de cuatro años de una Olimpiada hacia unos Juegos, logrando las clasificaciones para la gran cita teniendo como obstáculo un escenario, una coyuntura, un marco económico, social y meditático que precisamente no ayuda en no pocos deportes, más aún en el caso del femenino.
Necesidad de un crecimiento de la apuesta
El presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, hizo balance en la última jornada de los Juegos de Río este pasado domingo y aseguró que por encima de los resultados obtenidos su nota para el Equipo Olímpico nacional es de sobresaliente. Valoró respecto al equilibrio de participación de hombres y mujeres que «ha sido casi perfecto».
Blanco concretó respecto al éxito del deporte femenino que «ha cambiado en los últimos años y se ha ido intensificando el trabajo, como no podía ser de otra manera, ya que gozamos de grandes deportistas y de grandes entrenadoras que han mejorado la planificación e intensificado el trabajo. Es un gran momento para el deporte femenino donde el gran trabajo realizado de los clubes y las federaciones, al apoyarlo, hacen que se den los resultados que se esperaban».
Esto cobrará mayor sentido si, en efecto, en adelante se refuerza el reconocimiento social, el respaldo económico por parte de entidades privadas y públicas y la visibilidad en los medios. Por el momento, tras ediciones olímpicas anteriores, la tendencia era o un corte prácticamente total salvo en contadas excepciones o puntuales gestos de cara a grandes ocasiones de calado internacional o como resultado de ello.
Recorrido en la historia olímpica
En París 1924, se presentan las primeras anotaciones de presencia femenina española en unos Juegos de Verano. Fueron cuatro en aquella ocasión las mujeres, en tenis, en la ciudad francesa. Ya no volvió a haber participación femenina hasta Roma 1960 (11), a las que ya siguieron Tokio 1964 (3), México 1968 (2), Munich 1972 (5), Montreal 1976 (11), Moscú 1980 (9), Los Ángeles 1984 (16) y Seúl 1988 (31).
El gran salto llega en Barcelona 1992 (127). Obvio. La inversión para unos Juegos en España se multiplicó y las posibilidades de deportistas tanto hombres como mujeres de dedicarse en exclusiva al deporte de élite, dada la buena coyuntura, vino acompasada no sólo de un crecimiento de clasificados, sino un gran logro de medallas —22 medallas totales, de las que cuatro oros, tres platas y un bronce llevaron firma femenina—.
En Atlanta 1996, participaron 95; en Sidney 200, 105; en Atenas 2004, 140; en Pekín 2008, 121; y en Londres 2012, 112. La cita de Río de Janeiro 2016 ha supuesto la ocasión en que más representación del deporte femenino español ha habido en la historia con 143. Y la edición brasileña ha dado para que algunos de los nombres de deportistas españolas alcanzaran una cifra que les coloca en la nobleza de la participación en unos Juegos.
En Río, una deportista alcanzó sus quintos Juegos, y siete concursaron en sus cuartos
La piragüista Teresa Portela ha disputado en Río sus quintos Juegos, cifra que ya habían alcanzado María del Pilar Fernández Julián (tiro olímpico), María Peláez Navarrete (natación), Arantxa Sánchez Vicario (tenis) y María Vasco (atletismo).
Y se presentaron en sus cuartos Juegos, las atletas Ruth Beitia (salto de altura) y Concha Montaner (salto de longitud); la tenista Anabel Medina; la nadadora de sincronizada Gemma Mengual; la nadadora de aguas abiertas Erika Villaécija; la triatleta Ainhoa Murúa; y la amazona Betariz Ferrer-Salat.
Se integran éstas en un selecto grupo en la historia del olimpismo de participación de las deportistas españolas. También llegaron a cuatro Juegos: Carlota Castrajana (entre baloncesto y atletismo), Almudena Cid (gimnasia), Isabel Fernández (judo), Beatriz Manchón (piragüismo), Conchita Martínez (tenis), Natalia Rodríguez (atletismo), Maider Tellería (hockey), Natalia Vía-Dufresne (vela) y Marta Domínguez (atletismo).