El corazón de Brasil, mezcla de pueblos, culturas y sensibilidades, eligió para inaugurar los primeros Juegos Olímpicos que se celebran en Sudamérica un mensaje de compromiso con el planeta, en el que implicó a los más de 10.000 atletas que desfilaron por el escenario inigualable de Maracaná. El estadio deportivo más célebre del mundo, testigo de tantas hazañas, selló su unión para siempre con el olimpismo en una ceremonia divertida, ágil, comprometida y que dio prioridad a la estética por encima de la tecnología. Fotos: EFE
Ritmo, mucho ritmo. La inauguración de los Juegos Olímpicos de Río arrancó con una batucada. El estadio de Maracaná albergó una tarde noche entre el ritmo, la música, el color, los mensajes de de integración y el respeto medioambiental. Las pantallas del estadio proyectaron un vídeo sobre la integración del deporte en la vida cotidiana de los brasileños, acompañado por la canción Aquele Abraço compuesta por Gilberto Gil.
La ceremonia de apertura cedió el protagonismo, en sus primeros minutos, a los indios que ocupaban el país antes de la llegada de los conquistadores y que hoy constituyen una minoría. El guión narró desde esos orígenes a la construcción de las principales ciudades, como la propia Río de Janeiro, o la historia brasileña.
La modelo brasileña Gisele Bündchen hizo posible que la Garota de Ipanema se paseara por el legendario estadio de Maracaná.
Luego la samba, el pasinho y el funk, los ritmos y bailes nacidos en las favelas cariocas se apoderaron del Maracaná y convirtieron la inauguración de los Juegos en una fiesta con la fuerza arrolladora de la cultura negra, que hizo bailar a todo el estadio. Más de 5.000 voluntarios y 300 bailarines profesionales participaron en la ceremonia.
Mensaje por la Tierra
Antes de que desfilaran los deportistas, un mensaje global por la Tierra: el calentamiento global, el deshielo de los polos y la subida del nivel del mar se colaron en la celebración, con una llamada a poner remedio y el recuerdo de que hay soluciones. Como la que Río 2016 encomendó de manera simbólica a los atletas: la siembra de una semilla que crecerá en el parque olímpico de Deodoro.
La inauguración dio luego paso al momento más esperado con el desfile de los deportistas de todos los países que participan en los Juegos Olímpicos. España, seguramente la delegación más animada y una de las más nutridas en su desfile, apareció en el puesto 68.