La mejor árbitro de rugby del mundo de 2016 repasa su recorrido en su deporte en un reportaje del Consejo Superior de Deportes
Por CSD
Por el nombre de pila, parece obvio su origen: Granada. Alhambra Nievas González (Beas, Granada, 1983) pertenece a la hornada de éxitos del #TeamESP. Pero no ha sido por sus medallas, por haber subido a un pódium… sino porque desde 2013 es árbitro internacional de rugby, y fue la persona encargada de pitar la final olímpica femenina en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. En el campo central de la Universidad Complutense de Madrid, «lugar que me trae maravillosos recuerdos», hacemos un repaso por la trayectoria de quien fue elegida, en 2016, «mejor árbitro del mundo de rugby».
Inquieta desde pequeña, practicaba karate, fútbol, tenis, baloncesto… pero a los 19 años se enganchó al deporte del balón ovalado en la universidad de Málaga, donde completó su ingeniería de telecomunicaciones. Fue amor a primera vista: «Siempre he sido muy inquieta, también en el deporte, y aunque lo conocí tarde, el rugby me ha cambiado la vida porque es más que un deporte. Me ha dado retos en lo deportivo, pero me ha dado valores y una segunda familia. Eso que te aporta el rugby, aparte de lo que te da en el campo, no me lo ha dado otro deporte», afirma Alhambra.
Jugadora del Club Universidad de Málaga durante once temporadas, tres en la absoluta femenina, supo, como ella dice, «leer las señales del destino» para reorientar su carrera. Un partido de la fase de ascenso a la División de Honor fallido le hizo cambiar de registro en el deporte de XV. Quizás lo fácil era permanecer vinculada al cuerpo técnico, pero se decantó por coger el silbato: «Yo ya estaba entrenando, colaborando con mi equipo. Pero me di cuenta de que lo que me gusta es estar dentro del campo. Estar en la banda lo llevo peor. Así que la manera de disfrutar de este gran deporte, de estar en la cancha, es jugar o arbitrar. Supe leer las señales del destino», nos explica su decisión.
En 2013, comenzó a arbitrar encuentros internacionales del más alto nivel. Tanto masculinos como femeninos: «Sí. Sin distinción. Porque el deporte es para personas y no deberíamos, quizá, hacer tantas distinciones entre masculino y femenino. Hay categorías, hay torneos que se juegan por separado, pero a nivel arbitral no debería haber diferencias. Nosotras podemos arbitrar sin distinción de sexo: la dificultad no te la da arbitrar chicos o chicas, te la da el nivel de competición. Convivimos con total normalidad, me siento respetada como árbitro, sin la coletilla de ‘mujer árbitro’, y eso es otra de las grandezas que el rugby como modelo positivo le puede dar a la sociedad. Yo siento una igualdad real y natural que es a lo que deberíamos aspirar», nos cuenta.
Tras haber dirigido finales de Copa del Rey, Copas Mundiales, Torneos Seis Naciones, el pasado mes de agosto de 2016, en el estadio Deodoro, pitó la final olímpica, que, como nos dice, «ha sido el mejor momento de mi carrera deportiva porque desde pequeña sueñas con estar en unos Juegos y yo lo he conseguido». Guarda de esta experiencia un recuerdo imborrable, que se refleja en el balón de aquella final firmado por todos sus compañeros: «Está numerado y firmado. Y es muy especial que sus firmas estén aquí porque yo no hubiera podido pitar esa final sin ellos, porque también somos un equipo. Aunque estemos solos en el campo, sin su aprendizaje, sin su apoyo en estos meses de trabajo, yo no hubiera podido vivir el mejor momento de mi carrera».
El deporte es para personas y no deberíamos, quizá, hacer tantas distinciones entre masculino y femenino
Rugby, respeto y valores son palabras que están siempre ligadas. Y Alhambra quiere resaltar, de nuevo, el deporte al que dedica su vida: «El respeto al árbitro en el rugby es esencial, y más al ser un deporte de contacto. Hay que respetar su figura porque es una persona y alguna vez va a cometer fallos. Y en esa relación de empatía y respeto hay unas normas. Por ejemplo, que sólo el capitán se puede dirigir a nosotros, y con actitud de resolver los problemas. Es algo que engrandece al rugby y algo a lo que todos los deportes deberían tender».
La colegiada andaluza es consciente de que su deporte está tomando altura. Crece en asistentes, las #Leonas lograron diploma olímpico en Río, los #Leones una muy meritoria décima posición, el estadio de Zorilla agotando entradas en las finales de Copa, las finales europeas de Champions y de la Challenge que acogerá San Mamés en 2018… «Creo que pasan dos cosas. Es un deporte al que cuando la gente se acerca, se queda y atrae a más gente. A mí me enamoró a primera vista porque al saltar al campo sientes cosas diferentes. Y creo también que es porque la sociedad está en un punto en el que necesita rescatar modelos positivos de comportamiento y el rugby es ese modelo. Tiene mucho que ofrecer a la sociedad, a las empresas, a las instituciones y tenemos que aprovechar este momento. Que no sea una moda porque las modas pasan».
Alhambra no puede dejar de olvidar sus orígenes de jugadora, y de la selección española absoluta, con la que jugó tres temporadas. «Tengo mis retos, porque soy competitiva, pero no antepones un partido importante a uno en el que juega tu selección, tu país. Con los ojos cerrados, como ya me ha pasado en Mónaco o en Dublín, cuando nuestras selecciones se clasificaron para Río, no me imagino mejor momento que estar sentada en una grada animando a las dos selecciones. No lo cambiaría por pitar un partido importante porque lo más grande es ver a mis selecciones peleando por lo más alto».