La grancanaria, olímpica en Londres y Río y en busca de Tokio, y nominada en 2017 a mejor regatista del mundo, repasa su historia enlazada con los vientos y los mares
Allí, en el mar, donde la fuerza del viento y el agua es al mismo tiempo un grandioso y plástico lugar de competición y es el primer rival del regatista en la puja bizarra por la victoria, está todo. Donde convergen los rugidos y los movimientos indomables del viento y el mar es donde maduran y se elevan grandes domadores de esos elementos. Y Tara Pacheco van Rijnsoever (Mogán, Las Palmas de Gran Canaria, 3/10/1988) es una de esas regatistas, de enorme genio e ingenio, de las mejores del mundo, que dominan magistralmente eso que sucede en la mágica competición de la vela. Ella misma, que hoy brilla junto a Fernando Echávarri en Nacra 17, es rotunda y firme y voraz y sumamente competitiva.
Tara Pacheco es persona franca y honesta conversando, de las que no se muerden la lengua para bien o para mal, de las que se han ido curtiendo en ese algo especial que tiene el mar, es fuerza en pureza y una proyección de ese gen competitivo propio de los deportistas de cuajo: «Siempre he sido persona a la que no le gusta perder ni a las chapas. No me gusta ni perder comiendo. Como y como la primera; llego para ducharme y me ducho la primera. Mi vida es una continua competición».
Bucea en su pasado y se recuerda una niña enérgica, inagotable, «un culo inquieto» allá en la playa de Puerto Rico en Mogán, en Las Palmas de Gran Canaria. Allí su padre regentaba un restaurante. Y ella, para quemar toda esa fuerza, se inició en la natación, el atletismo, el fútbol o el karate. Ese arte marcial la compaginó durante unos años con sus inicios en la vela, que fueron con diez años. Pero le agarró fuerte el mar y el viento. Allí está todo para Tara: «Ya desde niña salir al mar era como salir a la pura aventura. Con diez u once años, veías todo gigante, inmenso, eras tú con tu barco y el viento y el mar. Para mí la vela es lo que soy yo, mi forma de ser».
Tara Pacheco supo con la misma claridad del color de sus ojos que aquello era la suyo y su crecimiento y sus destacadas cualidades le llevaron a un momento clave en su vida, un punto de inflexión que le llegó a los 17 años. «Fue cuando se presentó la oportunidad de marcharme a Santander. Era dejarlo todo y decidirme por intentar dedicarme profesionalmente a la vela y de luchar por ir a unos Juegos Olímpicos. Quería darme la oportunidad de ver hasta dónde podía llegar y qué era y es lo que soy capaz de hacer», recuerda.
Como muchos casos de deportistas que han alcanzado la élite, incluso de otros que se quedaron por el camino, fue un acelerar el proceso de maduración, un salir de casa y comenzar a buscar de forma decidida el sueño. Con la ayuda de sus padres y los resultados que comenzaron a llegar ya pudo ganarse unas becas para desarrollar una brillante carrera en la vela. Trabajo en absoluto fácil ni en lo puramente deportivo, ni en lo económico. Se trata de un empuje de los propios deportistas y sus familias y de apoyos que van llegando, pero en marcos muy diferentes a otros países con un notable mayor respaldo para el deporte.
Y completó la canaria un primer ciclo olímpico hacia Londres 2012 con éxito. España tuvo plaza en 470 y Tara compitió junto a Berta Betanzos (décimas). «Estuve cuatro años con Berta y navegué muchísimo y fue una experiencia brutal, crecimos juntas como deportistas», subraya.
«Nosotros pensamos 24 horas del día en esto. Y lo hago porque amo la vela y porque sueño con ser campeona olímpica en este deporte que tanto me ha dado»
Rumbo al mar británico hubo campeonatos del Mundo y de Europa y pruebas internacionales. «Pero para todo eso hay muchísimas horas de entrenamiento y muchísimo esfuerzo y trabajo duro, y pensar en lo nuestro 24 horas al día, y pegarse más de una leche, y superar días durísimos. Situaciones que cuando tienes un día de 15 nudos de viento, a 20 grados, condiciones espectaculares, y desde el mar ves tierra con total visibilidad, y te lo pasas genial durante dos o tres horas en el entrenamiento, entonces eso te ayuda a seguir adelante», significa.
Y después de Londres vino el ciclo hacia los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016. Los disfrutó camino de los 24 años junto a Fernando Echávarri en Nacra 17 (undécimos). La valoración de Tara Pacheco queda totalmente enfocada a la suma de experiencias, a la madurez, al seguir ampliando su registro personal tanto en el terreno deportivo como en el personal. Y nunca, en su discurso, se olvida del concepto de equipo y resalta enormemente a Echávarri, una referencia mayúscula y de oro de la vela, y de su entrenador Víctor Payá: «Mi puesto ha sido ser patrona, pero navegar con Fernando te da otras cosas. Participo mucho en muchos roles que se pueden llegar a definir como patrona, pero lo que más me gusta es el buen rollo que tenemos y todo lo que es capaz de enseñar Fernando como deportista y como persona. Cuando entré en el equipo olímpico lo veía con un respeto grandísimo y le sigo teniendo un respeto enorme. Pero el tenerlo a mi lado, compitiendo codo con codo, es increíble».
Ese tándem formado por el patrón gallego y la proel grancanaria —tridente junto a su técnico— dibujó un 2017 brillante, serenado en la experiencia y avalado en podios. «La mejor etapa de mi carrera, a día de hoy, ha sido 2017; cinco años después de mis primeros Juegos», asegura. Un año en el que fue nominada por la World Sailing a ‘Mejor Regatista del Mundo’: «Esa candidatura tengo claro que es gracias al equipo que tengo junto a Fer y Víctor. Sin ellos tengo claro que eso no sería posible, porque no lo conseguí otros años. Sé que lo que marca la diferencia son ellos dos y el momento. Es súper complejo encontrar un balance de amistad, de compromiso y de conocimientos como los que tenemos nosotros. Y para mí es la clave».
Y marchan en su tercera campaña olímpica hacia Tokio 2020. La filosofía de Tara Pacheco es clara: «Nosotros pensamos 24 horas del día en esto. Y lo hago porque amo la vela y porque sueño con ser campeona olímpica en este deporte que tanto me ha dado».
«Necesito el agua, necesito tener el mar cerca. Es una sensación de que éste es mi momento, estoy tranquila, aquí en el mar flotando»
Subraya la complejidad de la vela olímpica, la preparación física que requiere, o los conocimientos técnicos y tácticos que se precisan. Un deporte complejo que, obviamente, exige para estar arriba experiencia y muchísimo entrenamiento. Y más aún potenciarlos para además lograr mantenerse, que es lo más difícil. Deporte que no es fácil de soportar económicamente e incluso le cuesta dinero a los regatistas profesionales. En ese sentido, Tara reclama que «Inglaterra, por ejemplo, tiene de presupuesto 20 millones y nosotros somos capaces de hacerles competencia con uno de 800.000 euros en campaña olímpica. Me parece penoso que nosotros estamos haciendo bien nuestro trabajo, pero los de arriba no ¿Cómo lo hacemos? No tengo ni puta idea. Me cuesta muchos quebraderos de cabeza y muchas discusiones a lo largo de estos once años para intentar lograr estos resultados».
¿Por qué ha escogido este deporte? La pasión, el arraigo, la pertenencia al mar que, como sus compañeros de equipo u otros equipos, les hace luchar y perseguir sus ensoñaciones. «Me encanta estar en el agua: en un barco, en una motora, surfeando, lo que sea… Si me dicen: ‘Vete a Madrid a vivir’. Imposible, necesito el agua, necesito tener el mar cerca. Es una sensación de que éste es mi momento, estoy tranquila, aquí en el mar flotando», dibuja con palabras Tara Pacheco.
Excelente entrevista. Muchas gracias.