La vela oceánica en España está en deuda, sin ninguna duda, con él y espero que algún día se le reconozca
OPINIÓN
Si duda la mala noticia de 2022 ha sido el fallecimiento de Alejandro Alonso. Dury, como le llamábamos todos ha pasado un año luchando contra la corriente. Se ha marchado en silencio y sin molestar a los menos posibles. Javier de la Gándara, el gran patrón del fiordo gallego, y Miguel Lareo, sus dos grandes amigos no le dejaron en ningún momento y le vieron apagarse. Toda mi gratitud para ellos dos que le acompañaron en este último bordo.
No cabe duda, pese a quien le pese, que Dury era el mejor periodista de vela de España. Reconocido en muchos países y por muchos patrones y regatistas de alto nivel. Tenía una agenda espectacular y lo bueno era que cuando la utilizaba, le cogían el teléfono. De vela oceánica sabía un huevo y parte del otro y de la vela cotidiana, también, aunque como él decía, «me aburren estos nabos».
Era un profesional que iba de cara, que decía lo que pensaba y que investigaba todo cayera quien cayera. Por eso, quizás, había personas añadidas a este mundo de la vela, que no le tragaba y que intentaba darle de lado. Si se hacía alguna trampa, lo decía y cuando echaba flores a cualquier deportista, es que se las había ganado.
Estaba muy infravalorado en España, sobre todo en Galicia, su tierra donde el escribía y vivía, pero ninguno de los patrones oceánicos de nuestro país hablaba mal de él. Algunos le llamaban para intentar aprender a gestionar algunas borrascas o anticiclones; otros simplemente para sacarle una charla interesante y consultarle su opinión de como afrontar una regata oceánica.
También le llamábamos los periodistas. Tenía tanta sabiduría que algunos nos considerábamos neófitos en la materia. Particularmente yo hablaba con él todos los días y con gran respeto me proponía los temas para publicar en ABC de la Náutica. Yo siempre le decía: «Tu mándame lo que quieras que si hay que quitar alguna otra cosa, se quita».
Tenía sus seguidores, claro que los tenía, tantos como detractores. Su carácter le hacía señor o villano, dependiendo con qué prisma se le mirara. Pero a ambos si podía ayudarles, les ayudaba. No voy a enumerar la cantidad de trabajos que ha realizado en su vida, pero sí quiero ensalzar el que hizo como director de comunicación del «Galicia 93 Pescanova», el barco español de vuelta al mundo, que gracias a él, algunos comenzamos a comprender las vicisitudes de la vela oceánica. No le fue fácil porque, sin dar nombre, la tripulación estaba compuesta por los «niñatos» de la época, que ahora, en el siglo XXI ya han escrito varias páginas gloriosas de la vela española.
En fin, que Dury se ha marchado, como se dice a navegar entre las nubes y a mirarnos fijamente desde ahí arriba para que no derrotemos ni un solo milímetros. ¡Gracias, amigo!