¿Por qué se les genera un problema a aquellos deportistas rusos y bielorrusos que claramente se están posicionando en contra de la invasión de Ucrania?
OPINIÓN
Partiendo de la base que a Putin le importa nada que los deportistas de su país estén viéndose gravemente afectados por su decisión de invadir Ucrania, estos no deberían ser utilizados como moneda de cambio para ejercer una presión que es de dudosa efectividad. Claramente existe una polarización entre los deportistas rusos, estando a favor y en contra de este conflicto armado pero no es justo que se les meta a todos en el mismo saco, criminalizándolos como si en conjunto estuvieran en favor de la decisión política que ha tomado su presidente. Los estamentos nacionales e internacionales que dirigen el deporte han optado por ponerse de perfil ante esta situación política, demostrando que a la hora de la verdad ni sienten la esencia del deporte ni son capaces de hacer nada más que calentar la silla.
¿Porqué se les genera un problema a aquellos deportistas rusos y bielorrusos que claramente se están posicionando en contra de la invasión de Ucrania? A menos de dos años de las olimpiadas de Paris, esta situación merma radicalmente las posibilidades de preparación de estos deportistas que han decidido no apoyar a sus países diciendo no a la guerra. Es posible que ni siquiera se les deje participar en los próximos Juegos Olímpicos pero ¿No sería mejor apoyar y darles una opción para seguir compitiendo a todos aquellos que han optado por no politizar el deporte para potenciar su influencia social en vez de castigarlos? Claramente si ya que si no de otra forma se correrá el riesgo que estos deportistas no entiendan la razón de su enfrentamiento a la decisión de sus gobiernos y algunos vuelvan tibio su posicionamiento.
Bajando todo esto a tierra, nos encontramos a las puertas del inicio del Trofeo Princesa Sofía, una de las regatas de vela ligera más importantes del mundo, y en ella no podremos ver a ningún regatista ruso ni bielorruso navegando en la bahía de Palma. Una decisión injusta que apuntilla si cabe aun más los graves daños colaterales que están sufriendo estos deportistas como son el bloqueo de sus cuentas bancarias o su estigmatización social, que los está ahogando.
Y más siendo conocedores que estarían totalmente dispuestos a competir a través de una bandera neutra y de evitar cualquier simbología política. El deporte y la guerra tienen grandes paralelismos, siendo ambas una lucha entre personas en busca de una victoria que tiene como escenario el agua, la tierra y el aire pero donde la violencia los posiciona en espacios diametralmente opuestos. El deporte tiene la obligación de ocupar el espacio de la paz presionando de forma eficaz contra cualquier guerra que exista pero utilizando sus valores para promover la inclusión, la tolerancia y el respeto.