Es posible que no hayas oído hablar de la navegante holandesa de 27 años Rosalin Kuiper antes de la regata The Ocean Race
VELA OCEANICA
Kuiper, junto con el copatrón británico Will Harris, pasó horas en el mástil de 90 pies del IMOCA de bandera alemana, mientras el equipo trabajaba para reparar los graves daños sufridos por el aparejo.
Esta nueva estrella de la Ocean Race se crió en la ciudad holandesa de Zoetermeer. Empezó a navegar a los seis años en Optimist, llevando a menudo a su perro, Takkie, porque le daba miedo el agua. Deportista consumada -compitió en atletismo y hockey a nivel nacional-, se enamoró de la vela durante un viaje a Australia a los 18 años.
Pero el paso clave fue cuando se inscribió en la Team Heiner Youth Academy, dirigida por el ex patrón de la Volvo Ocean Race Roy Heiner, donde aprendió todos los aspectos de la vocación que había elegido. La Ocean Race ha sido su objetivo durante los últimos siete años, en los que ha completado una licenciatura en psicología científica y ha competido en muchas de las grandes regatas clásicas, entre ellas la Sydney Hobart Race y la Middle Sea Race.
Esta es su primera gran regata en un IMOCA y Kuiper está disfrutando (casi) cada minuto de estar en el Océano Antártico por primera vez. Nos pusimos al día con ella durante un momento fuera de guardia, mientras el Malizia navegaba hacia el este, al suroeste del cabo Leeuwin.
Rosalin, parece que te lo estás pasando como nunca. A menudo nos recuerdan que los IMOCA no son barcos cómodos en el Océano Antártico, pero usted parece sentirse como en casa a bordo. ¿Cuál es su secreto?
«Tiene razón, los IMOCA no son los barcos más cómodos del mundo, pero me siento muy a gusto con la gente que me rodea. Tenemos un barco muy bonito. Tenemos una rutina con un horario de guardia fijo desde la salida… como cuatro horas dentro, cuatro fuera. Y eso hace la vida muy fácil, porque tienes una rutina muy marcada y sabes realmente lo que te espera.
Entro en la guardia, me preparo un té, después de media hora me encargo del piloto automático y de gestionar la actuación. Primero estoy con Will y luego, al cabo de dos horas, Boris entra de guardia. Tenemos una rutina como la que se tiene en una casa. Tienes tus propios hábitos -duermes, desayunas y te preparas una taza de té- y luego vas y haces tu trabajo, y eso es lo que tenemos también en el barco. Y eso te hace sentir un poco como en casa.
Otra cosa es que los chicos son muy divertidos. Nos lo pasamos muy bien con Boris. Me parto de risa con Boris, como en cada guardia. Y con Will es superdivertido, y con Nico (Lunven) y Antoine (Auriol, OBR), así que realmente siento que estoy de viaje. Es como una aventura con mis compañeros, nos reímos y charlamos. Al final todos tenemos un objetivo común y somos un grupo muy unido, y sabemos que si tenemos que actuar o trabajar juntos, lo hacemos estupendamente. Es casi como una familia, casi como navegar, no con mis hermanos, sino con mis muy buenos compañeros» .