La alero del CREF ¡Hola! de la Liga Femenina 1 de baloncesto repasa el momento del equipo y recuerda su paso por Estados Unidos
Irene Garí Gilabert (Oliva, Valencia, 10/9/1994) regresó el pasado verano a España para fichar por el CREF ¡Hola! de la Liga Femenina 1 de baloncesto. La alero valenciana pasó las cuatro temporadas anteriores en la liga universitaria de Estados Unidos. Tres años en Texas, donde estudió Negocios Internacionales, y uno en Georgia Tech, realizando académicamente un Máster y explotando deportivamente lo aprendido en El Paso. Superada la fase de cuatro años máximo en esta liga, la opción era volver a Europa y en Madrid encontró el lugar donde seguir su camino. Tuvo un buen comienzo de temporada el CREF, pero la dinámica fue cambiando. Ahora el objetivo de Garí y sus compañeras es volver a tener las mejores sensaciones. La alero repasa el momento de su equipo y recuerda su paso por Estados Unidos en una entrevista para WSL.
—El CREF comenzó con buena sensaciones, pero la dinámica cambió ¿Cómo está el equipo ahora mismo?
—El equipo está tocado moralmente por la racha consecutiva de derrotas que llevamos, pero hay que dar la vuelta a esto como sea; y estamos trabajando en ello. Creo que este fin de semana puede ser una buena oportunidad para reivindicarnos.
—¿Qué análisis hacen? ¿Cuáles son las claves?
—La clave ahora mismo es creer en nosotras, recuperar un poco la confianza que quizá hayamos perdido tras las derrotas y seguir trabajando; no nos queda otra.
—En todo caso, queda mucha temporada por delante. Otra cosa es la Copa. ¿Era un objetivo?
—Sabiendo que la Copa de la Reina se jugaría con seis equipos, era un objetivo alcanzable. Todos los equipos de mitad tabla están muy igualados con el mismo número de victorias. En esta liga no veo una diferencia tan abismal entre los equipos, demostrado está que cualquier equipo puede vencer a otro.
—¿Cómo se encuentra personalmente?
—Para mí está siendo un año de adaptación y aprendizaje en todos los aspectos. Después de estar cuatro años fuera en la liga universitaria americana, venía con muchas ganas de volver a jugar en España y poder disfrutar otra vez de nuestra filosofía de baloncesto.
—¿Y qué tal el regreso a España?
—No está siendo un proceso fácil, porque han sido muchos cambios en un periodo muy corto de tiempo. Al final son cuatro años viviendo con unas dinámicas y rutinas y de repente todo cambia. Pero la clave está en ser flexible y adaptarse al cambio. Así que en ello estamos.
—¿Era la idea al marchar a la liga universitaria en Estados Unidos?
—En la liga universitaria sólo se puede jugar un total de cuatro años. Así que si quería seguir jugando la única opción que existía era volver a Europa.
—¿Qué aprendió allí? ¿Qué cosas lleva ya en su mochila para siempre?
—El primer año es un constante aprendizaje. Todo es nuevo y te sientes un poco en una nube. Fuera del baloncesto aprendes a organizarte muchísimo, a optimizar tu tiempo, a aprovechar las horas de descanso, alimentarte correctamente… También aprendes a estar solo, a lo largo de la temporada se pasan por momentos duros y parece que cuando estás tan lejos de casa y los tuyos esos problemas se triplican. Y en mi mochila me llevo a todas esas personas que hicieron que esos momentos fueran más fáciles.
—Tuvo dos experiencias allí ¿Qué se queda de cada una?
—Lo resumiría como que todo lo que aprendí los tres primeros años en Texas luego me sirvieron para ponerlos en práctica y explotar en mi último en Georgia Tech. Tenía muy buen feeling con la entrenadora, compañeras, estilo de juego y estaba muy agusto con todo.
—¿Qué echa de menos deportiva y estructuralmente de Estados Unidos?
—Cómo se vive el deporte allí, las instalaciones, las facilidades, los recursos. La ambición que tiene la sociedad americana por ser mejores cada día, de emprender, de trabajar más y hablar menos. Que quizá eso es de lo que carecemos un poco en España. Aunque está claro que la calidad de vida que tenemos aquí, no la encuentras en ningún lugar. Aunque al final, siempre se dice, todo es cuestión de adaptarse.