Por Nacho Sapena, Jefe de Prensa de la FFCV
La ‘I Jornada de Fútbol Femenino de la Comunidad Valenciana’ convirtió el pasado fin de semana a la localidad de Aldaia en el epicentro del fútbol femenino autonómico y permitió reflexionar sobre su situación actual y sus perspectivas de futuro. A lo largo de tres mesas redondas de debate y análisis y varias ponencias técnicas, las voces más experimentadas nos instruyeron sobre la realidad de un fútbol que no es mejor ni peor que el masculino, pero que debido al género de sus protagonistas ha tenido —y tiene— que luchar mucho más para demostrar su plena validez ante aficionados y patrocinadores.
Así, pudimos aprender de la lucha del CD Camporrobles contra los prejuicios sociales hace más de veinte años gracias a históricas como Mariví Sanglada o Elena Cervera, de la experiencia de clubes como el Sporting Plaza de Argel, de las reivindicaciones de profesionales que lo han vivido todo en el fútbol femenino valenciano como Maider Castillo o de las vivencias de la primera mujer que marcó un gol en Mestalla, Merchina Peris. La reflexión general fue clara tanto para ponentes como para asistentes: el fútbol femenino ha evolucionado mucho en las últimas dos décadas, los estigmas prácticamente han desaparecido, pero todavía queda mucho por hacer.
Con cerca de 4.000 licencias de jugadoras, la Comunidad Valenciana es de las que más ha avanzado en este sentido, promoviendo la práctica del fútbol entre las niñas federadas y no federadas a través de clinics específicos en las categorías de formación, celebrando jornadas de estudio que permitan una mayor difusión de esta modalidad e impulsando la ‘normalización’ del fútbol femenino a través de sus competiciones desde el convencimiento que no hay un fútbol masculino o femenino, sino fútbol en general con independencia de quien lo practique.
Sólo así, pensando en clave femenina, podrá evolucionar el fútbol femenino y ocupar el lugar que por derecho propio le corresponde
Si el presente del fútbol femenino figura como consolidado, el futuro aún está por conquistar. A nivel profesional todavía deben salvarse las astronómicas diferencias en salarios o trato por parte de los medios de comunicación hacia jugadoras y clubes, así como debe desterrarse la prehistórica visión de algunos —cada vez menos, afortunadamente— sobre que el fútbol «es cosa de hombres». A nivel aficionado, las estructuras de los clubes y escuelas deben mejorar para adaptarse al siglo XXI con profesionales en sus organigramas y metodología propia del deporte femenino.
Pero la conquista de ese futuro dependerá, en gran medida, del mismo valor con que se ha consolidado el presente actual: sin olvidar la lucha y esfuerzo de las generaciones precedentes, y pensando en las necesidades de las venideras. Sólo así, pensando en clave femenina, podrá evolucionar el fútbol femenino y ocupar el lugar que por derecho propio le corresponde.