JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS 2024
Por JAIME GÓMEZ (analista y divulgador olímpico especializado).- España ha cerrado los Juegos Olímpicos de París 2024 con 18 medallas. Muchas pueden ser los análisis desde el objetivo que las organizaciones rectoras del deporte en España establecieron de alcanzar las 22 medallas de la edición de Barcelona 1992. Tantos análisis se pueden hacer como conclusiones extraer de ellos, los datos lo soportan todo. Pero también son concretos para reflejar de forma clara lo positivo y lo negativo de todas las realidades.
En clave española, lo que ha quedado claro en el ámbito femenino es el sentimiento de territorio inexplorado que las deportistas nacionales han continuado conquistando en París 2024. La primera edición donde ha existido paridad en la participación, e incluso superioridad, con 193 deportistas femeninas respecto a los 190 masculinos. Un hito ya antes de competir que explica que en los ya complejos proceses de clasificación olímpicos, las mujeres han dado un paso adelante. Un paso que hace el deporte femenino español más integral.
En esa participación, España ha mantenido su presencia en deportes tradicionales de los Juegos como el atletismo, balonmano, baloncesto, hockey, judo o vela, entre otros, y ha sabido encontrar el espacio en otros más tradicionales donde hasta la fecha nunca habíamos tenido presencia. Fútbol femenino con las campeonas del Mundo o Laura Heredia en la esencia del olimpismo que encarna el pentatlon moderno han sido referentes de nivel en esta evolución.
No se han quedado ahí, sino que se ha avanzado en la conquista de territorio en aquellos deportes o modalidades donde el Comité Olímpico Internacional ha querido dar un toque de igualdad e innovación en las últimas citas olímpicas. Nombres como los de Sandra Ygueravide, Vega Gimeno, Juana Camilion o Gracia Alonso con su flamante plata olímpica en el básket 3×3, Laura Fuertes en boxeo, Naia Erostarbe y Janire González en surf o Natalia Muñoz y Daniela Terol en skate calle, junto a una ‘veterana’ como Julia Benedetti o la benjamina del equipo Naia Laso ambas en skate parque, han allanado el camino y lo han dado a conocer para que el deporte femenino tenga otros horizontes cara a la sociedad.
Si hablamos de medallas, es innegable que las seis de dieciocho medallas suponen un retroceso respecto a ediciones pasadas desde que en Londres 2012 se produjera la explosión del deporte femenino español. Proyectos como Mujer y Deporte del Consejo Superior de Deportes desde 2010 o el acontecimiento de excepcional interés público Universo Mujer desde 2016 han servido para que España cogiera ventaja competitiva sobre otros países. España ha sido ejemplo y guía para que otros tantos países entiendan la importancia social del deporte femenino. Esa labor de guía ha servido para igualar las fuerzas, provocando que ese liderazgo en la última década pase a situarnos en un status quo.
Es la hora de entrar en una segunda época de crecimiento. Asentar estructuras y dotar de innovación a programas de corte femenino que sigan potenciando la excepcionalidad de deportistas, deportes y especialidades. La necesidad de un modelo integral del deporte español que sepa entender la realidad del deporte social en un contexto internacional cada vez más competido. El momento es ahora. Solo tener la conciencia que ya vamos tarde y que el inmovilismo puede no solo evitar crecer sino provocar una involución, debe ser el mayor incentivo para que la exigencia sea inmediata.