La jugadora castellonense logró el bronce en dobles junto a Cristina Bucsa en los Juegos de París. Siempre mantiene en su argumentario la prudencia, el compromiso, le humildad y el trabajo
TENIS | JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS 2024
Por RAÚL COSÍN (ENVIADO ESPECIAL A PARÍS).- 6 de agosto de 2024, sala de conferencias de Roland Garros, tras convertirse en medallista de bronce olímpica en dobles en la pista Philippe-Chatrier. La misma humildad. La misma prudencia. El mismo respeto por su deporte, el tenis, y por sus compañeras, por momentos, y rivales, en otros. La misma pasión. La misma verdad. La misma buena persona enfrente.
Casi diez años antes, en octubre en 2014, una conversación posterior a un entrenamiento sobre tierra batida en Valencia, en un entorno tenístico, por supuesto. Entonces ella, Sara Sorribes Tormo (Vall d’Uxó, Castellón, 8/10/1996), tenía dieciocho años; uno antes había sido campeona de Europa junior. Nos conocimos incluso unos pocos años antes cuando me habían alertado de una emergente niña con enorme talento para el tenis. Cuestión de crecer, de trabajar, de pulirse, de iniciar ese recorrido suyo, de tomar buenas decisiones,… De nuevo, ese octubre de 2014, aquella charla cercana, reflexiva y muy interior en cuanto a sus pensamientos y sueños dejaba una idea clara, además de la pasión y el arraigo que ya tenía Sara por su deporte: “Lo que tengo claro es que quiero una cosa, que es conseguir ser tenista. Estoy buscándolo, es mi objetivo y voy a intentar conseguirlo por todos los medios”.
El recuerdo de aquellas reflexiones, ya en agosto de 2024, en París, con esa medalla de bronce lograda en dobles junto a Cristina Bucsa, Sara re emocionaba sinceramente y, de nuevo, dejaba claro quién y cómo es: “Recuerdo perfectamente esa conversación y es la verdad, era lo que quería: ser tenista. Intentar ser tenista, vivir de ello, disfrutar de mi pasión y lo he conseguido. Llevo mucho tiempo diciendo que mi carrera es mil veces mejor de lo que yo hubiese soñado. Parece que no es mi carrera. Son muchos años de lucharlo. He pasado muchas cosas. Tengo aquella entrevista grabada en la cabeza y tengo muy presente el hecho de seguir manteniendo los pies en el suelo, que me siga acordando de esas personas y esas cosas por las que he pasado para llegar hasta aquí, y que me siga haciendo tanta, tanta, tanta ilusión todo, que creo que es muy bonito vivirlo así”.
No existe para Sara Sorribes otra cosa que su deporte: su forma de vida. Siempre ha tenido claro que más allá de tener un sueño, un objetivo, de seguir unos planes, la clave debía estar en el trabajo, la dedicación, la perseverancia, el compromiso; no por ser la pócima secreta, sino porque era el camino para intentar acceder a lo que quería. Le venía cimientos fuertes de casa. Cuando comenzó a jugar con una raqueta tenía cuatro años y su madre daba clases en el Club de Tenis Vall d’Uxó. Su padre jugó en el Castellón a fútbol. Un hogar de deporte.
Por lo pronto, la tenista castellonense durmió ese día con la medalla olímpica colgada en el cuello. Seguramente se ha repetido en más ocasiones. “Para mí es un sueño increíble. Me parece alucinante seguir en una línea de éxito del tenis en dobles femenino español como lo han hecho otras jugadoras increíbles en la historia. Siempre me he considerado una niña que le gustaba mucho el tenis, que fue haciendo camino, que se encuentra ahora en una posición totalmente privilegiada, porque puede competir en lo que le gusta, puede vivir de ello, y soy feliz. Poder conseguir esta medalla y estar en el momento en el que estoy es para estar muy agradecida”.
Sara Sorribes y Cristina Bucsa, doblistas que llevan poco recorrido juntas, pero que aventuran seguir en la senda de los éxitos, ya se habían adjudicado este mismo 2024 el título en el WTA Mutua Madrid Open. En la pista Philippe-Chatrier de París, en los Juegos Olímpicos, alcanzaron el partido por ese bronce ante las checas Muchova y Noskova, y las españolas ganaron por un doble 6-2 en una hora y trece minutos.
Dieron forma a un enorme partido: “Desde el primer punto dejamos claro que nos íbamos a cruzar mucho, que íbamos a ser muy luchadoras, que teníamos muchas ganas, que íbamos a seguir con la estrategia que habíamos planeado. Así salió. Aunque pudiera parecer fácil para el espectador, la verdad es que fue un partido muy bueno por parte de las checas. Funcionamos súper bien, desde el principio conseguimos cruzarnos mucho. Hubo un momento para mí que el partido cambió un poco y fuimos superando cada punto y hecho el primer break; conseguimos ser muy aguerridas y se logró el siguiente break. Leímos muy bien el partido”.
Sorribes y Bucsa solo dos días antes habían tenido que encajar un golpe duro. Cayeron en semifinales por esa lucha por meterse en la final por el oro olímpico. Las tenistas Mirra Andreeva y Diana Shnaider, bajo la bandera de atletas independientes, fueron muy superiores. En zona mixta, tras el partido, la castellonense y la cántabra ya advirtieron resetear rápido, porque el deporte no da tregua y porque además mantenían las opciones de presea olímpica por ese bronce. Bucsa reconoció que desde esa misma zona mixta ya tenía claro que lo iban a conseguir, que estaban capacitadas de sobra para hacerlo. La capitana del equipo y seleccionadora, Anabel Medina, plata olímpica en dobles junto a Vivi Ruano en Pekín 2008, también lo vio; ellas eran las doblistas para París 2024. Y Sorribes dejó algo esa prudencia ante el convencimiento de su compañera: “Cristina lo tuvo claro desde el principio. Yo soy más cauta en ese sentido e intento ir muy poquito a poco, porque a mi la cabeza se me va muy lejos y es algo que me hacía mucha ilusión y la cabeza puede jugar malas pasadas. Pero al 100% Cristina estaba convencida y me convenció a mí al acabar las semifinales y eso nos ayudó muchísimo”.
Cristina tenía claro desde aquel triunfo en Madrid en el Mutua que esa pareja podía hacer algo grande en París en los Juegos. De nuevo, ese contraste perfecto de formas de ver el asunto para complementarse al punto exacto. “En ningún momento lo pensaba. De hecho, en el del segundo set con 5-2, cuando iba a sacar, le dije a Crtisina que estábamos lejísimos. Es mi manera de seguir pensando en el punto a punto, masticando cada jugada, porque cuando juegas contra gente de tanto, tanto nivel el partido puede cambiar en cualquier momento y hay que estar muy atenta y eso a mí me ayuda”.
Acabó ese partido. Enorme por parte de Bucsa y Sorribes. Y llegó el momento con las familias, con las que se abrazaron en la grada. Y con el equipo técnico de selección o de cada jugadora. Por allí figuras referentes como la propia Anabel Medina, Arantxa Parra o Silvia Soler-Espinosa (además entrenadora de Sorribes). Y el presente abierto y el futuro igualmente esperanzador. El tiempo pasa rápido. Otro ciclo olímpico. Sorribes ya estuvo en Tokio 2020. Los Ángeles 2028 serían sus terceros Juegos y los segundos para Bucsa. Por lo pronto, la cosa es seguir disfrutando de ser tenista. Como medallistas olímpicas españolas en dobles, Bucsa-Sorribes se unen a Conchita Martínez y Arantxa Sánchez Vicario (plata en Barcelona 1992, bronce en Atlanta 1996); Conchita Martínez y Vivi Ruano (plata en Atenas 2004), y Anabel Medina con Vivi Ruano (plata en Beijing 2008).
