La nueva portera del Valencia CFF reflexiona sobre su recorrido deportivo, muestra su perfil más cercano y valora el trabajo a las órdenes de José Bargues
La exigencia de las temperaturas en Valencia obliga a rastrear espacios a la sombra en la Ciudad Deportiva de Paterna. La conversación al aire libre, obviamente, viene sujeta por las medidas de seguridad: mascarilla y distancia física. Más allá del calor (y humedad) valenciano en agosto y los necesarios formalismos derivados de la Covid-19, con Noelia Gil (Madrid, 23/5/1994) la charla es cercana, fluye y se conjuga en un narrarse personal y deportivamente la nueva portera del Valencia CFF.
Noelia, acostumbrada a asegurar y echar el cierre de una portería, nos abre las puertas de su vida y recorrido hasta llegar al Valencia, al tiempo que descubre rasgos sobre quién es más allá del perfil como deportista.
«De pequeña hacía en el cole natación, fútbol, baloncesto… y llegó un momento en el que no daba más de mí. Me decidí por el fútbol. Entré en el Atleti, donde hice las pruebas de pequeña y entré con ocho años hasta los 22 que estuve. Empecé como jugadora. El segundo año no sé qué paso, no había portera o no sé qué y dije pues yo me pongo. Bueno, empezó como una tontería y me gustó, me enganchó y me quedé entre los tres palos empezando con diez añitos. Dos años después ya tuvimos un entrenador de porteras, se empezó un poco a darle importancia a nuestro puesto. Y con trabajo empecé a mejorar. Fui yendo con la selección madrileña, luego con la española y bueno vas creciendo hasta que decidí salir del Atleti y me fui al Tenerife», recuerda la madrileña de sus primeros pasos en el fútbol.
«Esperaba jugar más, tener más minutos y las circunstancias me hicieron moverme a Sevilla y de allí al Málaga el año pasado en Reto. Y en Málaga volví a recuperar la confianza en mí misma, volví a tener minutos pues llevaba unos años sin tenerlos. Me reencontré con mi nivel deportivo, con la ilusión de jugar, de sentirme futbolista de nuevo, volví a disfrutar. Tenía ya muchos miedos y en Málaga fue un renacer y encontrar el camino hacia mi mejor versión, aunque luego llegó el coronavirus en ese ascenso en mi nivel. Todo esto me ha llevado a volver a Primera, a un gran club como el Valencia y no me arrepiento de la decisión que tomé cuando decidí ir a Reto y volver a coger impulso», relata.
¿Cómo se enganchó a la portería? «Mi padre era portero e igual eso tiró un poco. En ese momento, surgió como contaba. Pienso que lo que me engancha de la portería es que te reta en casa segundo del partido. En la portería no te puedes desconcentrar lo más mínimo; descuidarse o despistarse un segundo puede ser decisivo. Marca mucho el resultado. La responsabilidad y la presión que tiene el puesto en sí me gustan y ante la adversidad me crezco. Tienes que tener un carácter fuerte o qué sepas relativizar y que te sume lo positivo y rechazar o desechar lo negativo. Y te tienes que quedar con los mensajes de quienes saben de verdad».
La nueva portera del Valencia se le nota persona positiva y alegre. Las vivencias también le han ido dando para su aprendizaje: «Hubo una etapa de mi vida por el fútbol que me afectó a mi vida personal por el hecho de no jugar y me amargó en lo personal. Pero es una experiencia que no me arrepiento, se aprende de todo y no es malo que no te venga todo de cara siempre. Estar a la sombra en un momento, tocar fondo y salir pienso que todo el mundo lo puede vivir y cuando sales valoras y disfrutas más cuando consigues salir en momentos de dificultad. Desde entonces decidí que no me iba a amargar más en la vida pasara lo que pasara en lo deportivo. Intento ser una persona alegre, optimista, sociable; el poder ayudar a la gente en lo que pueda me gusta. Si tú nos da, es difícil que luego puedas recibir».
Noelia Gil estudió INEF y luego sacó el Máster de Profesorado para ser profesora de Educación Física. Le encantan los idiomas (sacó el C1 de inglés). Y además está inmersa en los cursos de entrenadora de fútbol. «Soy una persona inquieta, y de lo que me gusta me gusta saber, pregunto», reconoce, al tiempo que subraya que «me gusta que la gente esté a gusto. La vida ya es bastante dura y tenemos que hacer lo posible por sacar el lado positivo y hacer la vida más fácil y más alegre a los demás».
Su familia es clave: «Tengo unos padres muy cercanos, muy abiertos, soy hija única y al final soy su niña, y con ellos tengo una relación súper estrecha. Son esenciales, son mi primer apoyo y luego tengo amigas muy, muy cercanas».
Más allá del fútbol, la portera madrileña pone en valor esas cosas de la vida que le permiten evadirse: «Soy súper friki de ver películas y series. Y me encanta quedar con la gente, esos momentos de charlar, del contacto con la gente. Estar en una terraza y conversar y pasar un buen rato. La fiesta no me gusta. Se aprende tanto viendo y escuchando a la gente. Conocer sitios diferentes, viajar, esto quizás sea más adelante cuando deje el fútbol y pueda viajar más».
Su fichaje por el Valencia y los tiempos de la Covid-19
Noelia Gil es uno de los fichajes del Valencia CFF para la temporada 2020-2021. Respecto a su incorporación a la casa blanquinegra, recuerda que el pasado mes de abril «recibí una llamada del Valencia para ver si había posibilidad de venir. Tanto mi representante como yo nos pusimos manos a la obra, muy ilusionados y aquí estamos. Fue rápido. Ya hubo un contacto en enero, pero no se pudieron dar las circunstancias para venir al Valencia. Tenía contrato en el Málaga, finalicé contrato y me vine».
Atrás queda la incompleta campaña 2019-2020, la que se tuvo que suspender por la crisis sanitaria del coronavirus: «Venía con un buen ritmo, de jugar todo, me sentía súper bien y de repente cuatro meses parada, en tu casa, que aunque hicieras cosas no tenía que ver ni un 2% con la realidad».
Respecto al confinamiento, Noelia cuenta que en su caso «he conocido una parte de mí que no sabía cómo la iba a llevar el estar sola. A mí la soledad me agobia, no me gusta estar sola, soy una persona muy sociable, y me quedé en Málaga un tiempo sola porque compartía piso, pero mis dos compañeras se fueron a sus ciudades. Me quedé y estuve un mes o un mes y algo sola y lo acabé llevando bastante bien; con WiFi y Netflix todo fue bien (sonríe). Cuando ya se supo que se cancelaba la liga ya me fui a mi casa. Ese mes descubrí otras partes de mí que no conocía, supe gestionar bien todo, era independiente y eso me ha ayudado a saber que puedo vivir sola y, de hecho, aquí en Valencia vivo sola. Te da otras cosas que no habría descubierto si no hubiera sido por esta situación».
Y llegó el momento de viajar a Valencia: «Lo complicado eran las primeras semanas, que ya se han pasado; era lo más difícil y ya va todo rodado. En cuanto llegamos en seguida hemos intentado juntarnos, conocernos… Por desgracia, por la situación, al estar en varios vestuarios separadas, pues a veces pienso: ‘si hoy no he hablado ni con esta, ni con la otra…’ Entonces, hemos intentado desde el primer momento quedar, conocernos, y la verdad que tenemos un grupo humano muy guay y poco a poco somos una piña. Cada día vamos a más, la gente hace por conocerse, quiere integrarse y creo que vamos muy bien».
Cuenta respecto al hecho de volver a los entrenamientos en campo y a volver al césped y a trabajar dentro de un grupo que se sorprendió para bien después del tiempo obligado de parada: «Pensaba que estaba muchísimo peor. El cuerpo tiene memoria y estamos tirando un poco de esa memoria. La primera semana sí costó más. Físicamente no fue muy mal, la segunda pareció que dabas un pasito atrás, pero luego ya entramos en dinámica, dando un paso más tanto en la intensidad como en el tiempo de la sesiones y cada vez aumentamos más. Cada vez nos acercamos más a ese punto de realidad u óptimo de los entrenamientos. Lo peor quizás es que nos va a costar más los amistosos, porque va a ser imposible o muy difícil, pero como todas vamos a llegar en las mismas condiciones para cuando empezara la liga, pues habrá que adaptarse. Quien mejor se adapte y lo sobrelleve irá para arriba desde el principio. Hay que naturalizar: es la situación que nos ha tocado vivir y daría gracias con poder comenzar. Los primeros partidos habrá ese respeto a no encajar, se darán los mismos miedos o situaciones que ya pudimos ver con los chicos».
Noelia hace referencia al cuerpo técnico con José Bargues al frente: «Creo que Jose tiene unas ideas muy parecidas a cómo veo yo el fútbol y lo siento y creo que vamos a conectar bien, le voy a entender bien y creo que todas estamos captando rápido las ideas que tiene y nos traslada de lo que es jugar al fútbol y conseguir el resultado. Creo que estamos entrenando camino hacia ese modelo que es muy acorde a mi personalidad y a mi forma de ser y ver el fútbol. Con Aitor, que es el entrenador de porteras, pues genial; es un chico de personalidad muy abierto, muy exigente, yo lo soy también y me meto mucha caña. Los porteros tenemos esa cosa de ir súper al detalle en todos los gestos y muy meticulosos y Aitor nos va a dar todo lo que necesitamos. En general, muy bien. Nos está dando caña, pero luego lo agradeceremos. Vamos por muy buena línea».
¿Cuál es el sello de identidad de Noelia Gil? «Me gustaría, en lo deportivo, que la gente entienda que la figura de la portera ha evolucionado muchísimo. En el Málaga, incluso superaba en posición a la central y jugaba con el pie e incluso dando asistencias de gol. Pues me gustaría romper con la antigua idea o esquema del portero y que se vea como una figura participativa, metida en el modelo de juego, no alguien incrustado en la portería. Creo que hay que trabajar en el no tener miedo a fallar, porque todo el mundo va a fallar. Para mí Sandra Paños cuando era pequeña, y lo sigue siendo, era y es mi referente porque era la que veía que juega con el pie, la pide, saca las faltas, es participativa, y luego lo que hace entre palos. A mí si me deja el entrenador yo tiro faltas. La portera puede ser una más para atacar. Y en lo personal, creo que soy una persona cercana, a la que le gusta sumar en hacerlo más fácil al resto y eso en un equipo es clave».