La jugadora de la selección española y del Atlético de Madrid relata su recorrido desde el patio del colegio Joaquima de Vedruna hacia el éxito en la élite del fútbol femenino
Una conversación reposada, en ambiente cálido y cómodo, en la que la interlocución se refleja cercana y que nace desde los adentros y que en la mirada se nota transpariencia, presenta a Marta Corredera Rueda (Terrassa, 8/8/1991) claramente realista con lo que le envuelve en su vida personal y como futbolista. No es persona de artificios, sino consciente de lo que se puede hacer y los frutos que se pueden recoger desde la idea del trabajo innegociable e incondicional para conseguir aquello que se va marcando como retos. Eso, el ser ‘curranta’ es lo que lleva siempre en su mochila experiencial. La jugadora de la Selección española y del Atlético de Madrid, de talento diestro, de habilidad para ingeniar con el balón, relata su recorrido en el fútbol, al tiempo que acerca su quién es.
Acompañó su ambiente de infancia a que se decidiese por el fútbol. O quizá ese deporte la eligió. Que en casa se respirase fútbol —su padre fue futbolista, pero se vio obligado a dejarlo al romperse los dos tendones de Aquiles— obviamente ayudó. Pero que desde los cuatro años se encarrilase en aquello en el patio del colegio Joaquima de Vedruna de Terrassa; que mostrara carácter firme con cuatro y cinco años; que siendo capitana pronto mostrase algo especial, y que recuerde aquello de boca de una mujer que siempre velaba en aquel campo de sus inicios: «ahí viene Marta y sus pollos», porque lideraba a su primer grupo de amigos y compañeros; y que ya en aquellos primeros años mostrase una calidad notable; pues todo eso advierte que el fútbol iba a ser lo suyo.
Jugar. Divertirse. Compartir. Crecer. Experimentar. Competir. Triunfar. Saborear las alegrías fugaces del deporte y sufrir los momentos que le llevaron incluso a plantearse un «hasta aquí». A velocidad de vértigo lleva muchos años en el fútbol, acumulando vivencias, aprendizajes… «El Sabadell y el Espanyol son como mi casa y siempre me han tratado de diez; y el Espanyol, con 14 o 15 años, me permitió debutar en Primera División. El Barcelona lo es todo, es el equipo que me vio despuntar, con el que gané muchos títulos, con el que crecí y me llegó la oportunidad de jugar un Mundial absoluto. Ir a Inglaterra, al Arsenal, fue una forma de crecer mucho como persona más que como futbolista; fue adaptarse a un nuevo país, cultura, idioma, el verte sola, aunque las compañeras me trataron muy bien. Y el Atlético es el club que me ha dado la oportunidad de de volver a España, que era mi prioridad, y de luchar por títulos».
Corredera ya cuenta dos Copas de la Reina con el Espanyol, y cuatro ligas y tres copas con el Barcelona. Confiesa que «realmente no fui consciente de todo lo grande que es esto hasta los 18-19 años en el Barça. El Espanyol me pilló muy jovencita para darme cuenta y disfrutaba de lo que me gustaba hacer. Y, sinceramente, con la Selección, habiendo pasado por categorías inferiores y llevar un recorrido en la absoluta no fui consciente del todo hasta que me vi en un estadio de Canadá, con muchísima gente en las gradas y el logo del Mundial en la manga de la camiseta junto a generación que ha hecho historia».
En el fútbol español acumula cuatro ligas —con el Barça— y cinco Copas de la Reina —dos con el Espanyol y tres con el club azulgrana—
«Todos los equipos en que he estado me han aportado cosas, pero lo principal es que el trabajo es innegociable. Creo que todo deportista, por mucho talento que tenga, si no trabaja acaba en nada», subraya, al tiempo que apoya su filosofía en la figura de la atleta Ruth Beitia, oro olímpico en los Juegos de Río: «Esta mujer lleva trabajando toda su vida para eso. Y yo la admiro, la verdad. Llegar a los Juegos Olímpicos de la manera que llegó y hacer lo que hizo, para mí es para quitarse el sombrero. Al final, todo ese trabajo tiene que tener su recompensa».
En su recorrido, Corredera ha vivido la aventura de conocer otras ligas con su fichaje por el Arsenal Ladies inglés. Una experiencia con momentos buenos y no tan buenos: «Sinceramente me costó. Fue una decisión difícil en una etapa complicada, pero quería también probarme a mí misma. Fue muy rápido. Acabó el Mundial y me tuve que ir para Inglaterra rápido. Y la adaptación no fue fácil. Y agradezco y tengo la suerte de que en el equipo me acogieron súper bien y jugué desde el primer minuto. Pero, no nos vamos a engañar, la adaptación para mí fue complicada».
Sin embargo, los últimos cuatro meses prácticamente no jugaba. La Selección siempre le dio la oportunidad, lo que agradece infinitamente. Pero aquella última fase en Inglaterra le llevó a replantearse muchas cosas. La llamada del Atlético fue clave. Un club importante, con el que competir por títulos. Un volver a casa; mucho más cerca al menos de su familia y su pareja, que es entrenador. Y también un regresar a la liga española pues «creo que era el momento y se está haciendo una apuesta por nosotras, tenemos el apoyo de Iberdrola, de La Liga, de la televisión…».
«Habrá quien pensará que éstas del fútbol de dónde han salido. Pero llevamos mucho años trabajando y haciendo las cosas bien para los cambios que se van produciendo. Ese apoyo que va llegando no es casualidad o por que sí, sino la recompensa a mucha gente que ya no está en activo y otra generación que sí lo estamos. Y en realidad, aunque la lectura es positiva de cómo ha evolucionado la estructura del fútbol femenino español, pues el cambio en los dos últimos años es importante, ojalá fuera más rápido. En realidad no lo vamos a recoger tanto nosotras como las que vienen por detrás», cuenta.
Marta no es de objetivos a largo plazo. Su fijación hoy, a sus 25 años, pasa por luchar por la liga y la Copa con el Atlético, y por estar en la lista de la próxima Eurocopa de Holanda. No busca planteamientos más allá de eso. «No será fácil estar en la lista final de la Selección. Somos un grupo grande que está trabajando muy bien, está logrando cosas importantes con ese trabajo, y además hay gente joven que se incorpora a la absoluta que lo está haciendo muy bien», apunta.
«Nunca me van a poder reprochar que no corro en un entreno o en un partido. Es algo innegociable»
Para quienes alcanzan la Selección o quisieran hacerlo, o para el fútbol femenino en su conjunto, Marta Corredera es un referente. «Me gustaría que se me viese como una jugadora trabajadora, currante. Puedo estar en mi mejor o en mi peor momento, pero el trabajo nunca me lo va a quitar nadie, nunca me van a poder reprochar que no corro en un entreno o en un partido. Es algo innegociable», subraya.
Reconoce haber pasado muchas alegrías, pero también tristezas en el fútbol: «Los momentos buenos son muy fugaces. Puedes haber hecho historia en un lugar y al año siguiente nadie se acuerda. En todo caso, el fútbol me ha dado muchas buenas situaciones y experiencias y valores que son difíciles de conseguir». Y de las situaciones negativas o etapas más duras, reconoce haber tenido momentos de «llamar a mi madre y decirle: ‘hasta aquí’. Por ejemplo, en el último tiempo en Inglaterra. A veces, claro que te preguntas si compensa al esfuerzo y sacrificio que se hace. Pero como en cualquier trabajo. Es humano. Todo el mundo puede haber tenido un momento de no poder más».
Todo se puede afrontar. Y ella es analítica, reflexiva, realista. Evalúa y pone en una balanza las situaciones que se van dando. Y eso es sano. El calibrar los momentos. También se confiesa complicada. Comparte con su pareja la ligadura al fútbol, deporte que sabe que siempre lo va a tener en su vida, si bien estudia Magisterio, que es lo que le gustaría desarrollar en el mañana. Pero para eso queda mucho. Carrera tiene por delante. Y seguramente mezclará sus momentos vacíandose en un campo con la necesidad vital de compaginar momentos con su gente con otros que necesita consigo misma, pues le gusta disfrutar de una relajada soledad. Pero luego vuelve al balón.
Comments 9