La nadadora española logra la plata en la final de los 400 estilos, en una prueba que dominó tiránicamente Hosszu
Un mayúsculo gracias bien valdría para abrazar el memorable campeonato del Mundo de natación que Mireia Belmonte regaló en Budapest. Una leyenda, la de la campeona olímpica en Río de Janeiro 2016 —200 mariposa—, que no para de trufarse de éxitos. Cierra el Mundial con tres medallas. Comenzó con la plata en los 1.500 libres. Siguió con el anhelado oro en los 200 mariposa. Y cerró este domingo con otro subcampeonato del Mundo, esta vez en los 400 estilos. Lo hizo en la carrera estratosférica de Katinka Hosszu. Brutal en el agua la húngara.
Desde luego Hosszu se lanzó a lo suyo en su piscina. Y mandó desde el principio. Le aguantaron las demás nadadoras en los primeros 100, pero la estrella local se fue desmarcando, metiendo metros a sus rivales y lanzándose con claridad hacia el oro (4:29.33).
La carrera emocionante, la que dejaba incógnitas, estaba detrás en la lucha por la plata y el bronce. Obviamente, Belmonte se centró en la primera. De hecho, se ganó en las semifinales uno de los carriles centrales al firmar el segundo mejor tiempo. Pero hubo que pujar duro con la canadiense Pickrem y las japonesas Ohashi y Shimizu.
Aguantaron todas el ritmo inicial en mariposa. Hosszu se despidió hacia arriba. Y Mireia mantuvo el tipo en los segmentos de espalda y braza. Las japonesas hicieron en esa fase una tentativa por las medallas.
Pero la remontada final de la badalonesa llegó en el estilo libre. Feroz en el agua. Marcó un ritmo duro en un nuevo gran final de carrera y se enfocó con claridad hacia la plata en los últimos 50 metros.
En efecto, tocó primera la pared con un crono de 4:32.17. Subcamepona del Mundo y tercera medalla para Mireia. Misma cantidad de botín que en el Mundial de Barcelona de 2013, pero en la suma logrando el anhelado oro. Pickrem acabó con el bronce con un tiempo de 4:32.88. Las japonesas se quedaron fuera de las medallas.