La selección norteamericana se impone a Países Bajos en la final del Mundial de Francia 2-0 con goles de Rapinoe y Lavelle
Estados Unidos se proclamó campeona del Mundo de fútbol en Lyon. Derrotó a Países Bajos para elevar el título mundial, el cuarto en su historia. Que no lo olvide quien pretende buscar argumentos (a mi modo de ver vagos, sin cuajo): cuatro, es tetracampeona, y para nada es casualidad o se fundamenta en ayudas. A lo largo del torneo de Francia, el foco se fue poniendo por momentos más en el estadio de la polémica en el careo Rapinoe (defensora desde luego de la igualdad y de la figura de la mujer) y Donald Trump; y en el terreno deportivo se subrayó el cuestionamiento de los penaltis que dispusieron las norteamericanas o sobre si su formulación futbolística era más o menos vistosa.
En fin, sea como fuere, Estados Unidos fue notablemente mejor que Países Bajos en la final, propuso más y mejor, tentó contra la portería de una extraordianaria Van Veenendaal hasta en diecisiete ocasiones, logrando dos goles, y no dio opción al combinado europeo. Y Rapinoe, de penalti (claro además), y la brillante Rose Lavelle le pusieron firma a esos goles.
Rapinoe, mejor jugadora del Mundial, que cerró en números con seis goles y tres asistencias, realizó una gran final, como en todos los partidos anteriores que jugó. Pero Estados Unidos no es Rapinoe, ni Alex Morgan, de enorme palmarés también, o incluso la figura de Carli Lloyd. El Mundial, por dar algunos nombres más ha sido el de la magia y el talento de Rose Lavelle (enormérrima futbolista), y de Julie Ertz procurando que su equipo siempre estuviera agarrado en el eje, y Samantha Mewis, y Crystal Dunn, y Christen Press…
Pero más allá de los nombres. Y muy por encima de la frustración para quien ‘sufrieron’ en contra el VAR y los penaltis, y de que al gusto haya a quien le ha enamorado más o menos cómo es el fútbol de las estadounidenses, por encima de todo ello, está el nervio competitivo sin límites que llevan en el ADN. Eso es lo más importante en el deporte en general. Puede haber talento, puede haber un buen trabajo de fondo, puede haber hasta una forma de proyectarse sobre un campo, estadio, pista, piscina, tapiz o lo que fuere brillante o bonito, pero la clave de todo es el nivel competitivo. Pues en eso Estados Unidos ha estado, cosa ya conocida por cierto, muy por encima de cualquiera de las selecciones.
Estados Unidos tuvo manejo y transiciones, y también velocidad y profundidad, y también aquello del oficio, de lo aguerrido, de saber jugar no tan bonito, pero sí efectivo y práctico, porque a la postre leyeron siempre los partidos muy bien. Y claro que hubo selecciones que les pudieron poner en apuros o intentar aguantarles la cara todo lo posible (la propia Países Bajos lo procuró durante sesenta minutos en la final o España pudo acabar con una derrota 2-1). Pero la cosa es la mayúscula capacidad competitiva que tiene Estados Unidos. Ese es el gran plan, la gran clave, la gran fórmula de los éxitos de esta selección.
Y así salió Estados Unidos a la final, a ganarla. Veloz y potente en lo físico. Aprovechando el juego por los costados, buscando centros y anticipaciones, y cerrando cualquier opción de ataque para las neerlandesas. Dominó el combinado norteamericano y aguantó como pudo el europeo. A la portera Van Veenendaal, a la postre la mejor en el Mundial entre palos, ya le tocó empezar a sacar manos. Y sus compañeras no salieron del programa basado en fortificar su área y mandar balones en largo a Miedema. Países Bajos ya llegó al descanso sin oxígeno, pero aguantando el empate a cero.
Mandó más aún Estados Unidos en la segunda parte. Y perseveró en lo suyo para romper la igualdad en el marcador, que no en el juego. A la hora de partido, Van der Gragt cometió un claro penalti sobre Morgan. Pena máxima por VAR. Y Rapinoe adentro. Y celebró con esa forma característica abriendo los brazos hacia todos. Y minutos después Rose Lavelle, que completó un enorme Mundial, destrozó a su par cerca del borde del área europea y batió a Van Veenendaal, que salvó a Países Bajos de un resultado mucho más amplio. Fue un 2-0. Y Estados Unidos levantó su cuarto título de campeona del Mundo de fútbol de los ocho disputados hasta la fecha (nunca ha sido menos que tercera, por cierto). El nervio competitivo mundial.
Ficha técnica:
Estados Unidos: Naeher; O’Hara (Krieger, m.46), Dahlkemper, Sauerbrunn, Dunn; Ertz, Mewis, Lavelle; Rapinoe (Press, m.79), Heath (Llooyd, m.87) y Morgan.
Países Bajos: Van Veenendaal; Van Lunteren, Dekker (Van de Sanden, m.73), Van der Gragt, Bloodworth; Van de Donk, Groenen, Spitse; Beerensteyn, Martens (Roord, m.70) y Miedema.
Goles: 1-0, min.61: Rapinoe. 2-0, min.69: Lavelle.
Árbitros: Stephanie Frappart (FRA). Amonestó a Dahlkemper por Estados Unidos, y a Spitse y Van der Gragt por Países Bajos.
Incidencias: Estadio de Lyon. Final del campeonato del Mundo de fútbol de Francia 2019. El tercer puesto del Mundial es para Suecia, que ganó a Inglaterra (1-2).