«Lo que hacen los deportistas españoles son milagros». La afirmación es de Theresa Zabell. Me la trasladó hace un par de años conversando tranquilamente y reflexionando sobre el deporte español, sobre sus deportistas, sobre el marco en el que deben prepararse, las circunstancias que viven muchos y el nivel de competitividad que ellos mismos adquieren, por convicción y pasión más que por respaldo, para sacar músculo ante las grandes potencias. Y muchos de ellos, y sobre todo de ellas, además con escasa o nula visibilidad salvo en los jugosos momentos de los Juegos Olímpicos. No seré yo quien contradiga a la doble medallista de oro olímpico en vela, entre otros muchos títulos, porque básicamente es una verdad rotunda.
Estos días se recuentan y se cacarean las medallas que ‘ha logrado España en Río’. Esas 17 preseas. Esas siete de oro. Y las platas que saben a oro. Y los bronces que tienen regusto a plata u oro. Y en algunos casos, pocos, esos diplomas que huelen a medalla olímpica.
Añadiría que, siendo gozosos y reconocidos y mayúsculamente luchados esos metales, faltaría más, porque merecen muchos deportistas más reconocimiento. ¿Hay que contar las medallas? Obviamente. Aunque vivimos en un país que le saca punta hasta esos logros. Pero también hay que escrutar lo hecho por todo el Equipo Olímpico Español en Río de Janeiro. Trescientas seis personas, al tiempo deportistas, que lucharon muchísimo y se sacrificaron muchísimo en la mayoría de casos para poder clasificarse para unos Juegos. Historias apasionantes y no pocas que contienen un alto grado de lucha y superación imponentes. A todos, y a quienes pujaron fuerte por alcanzar ese sueño olímpico sin suerte, gracias. Y también a quienes estuvieron en Juegos anteriores o estarán en futuros.
Y vuelvo a lo que decía de la identidad de las medallas. Indudablemente las medallas van a la cuenta del medallero español. Y las han logrado deportistas españoles que bien orgullosos estuvieron de subir al pódium de turno y ver subir la bandera y hasta en siete casos escuchar el himno. El orgullo fue por ver y escuchar aquello o porque humanamente repasaron en esos instantes todo el trabajo que había y hay detrás de esos logros y las personas (técnicos, familiares o amigos) que les apoyaron siempre.
Pero mis preguntas son: ¿España ha estado detrás de estos deportistas, salvo en contados casos, siempre? ¿Se ha preocupado de su día a día? ¿Les siguen habitualmente? ¿Conocen las circunstancias en las que se preparan o intentan hacerlo? ¿Conocen que hay quienes sí tienen un respaldo económico a modo de subvenciones públicas o patrocinios privados, que no son tan grandes en muchos casos como se pueda pensar, pero al tiempo hay muchos otros que estudian o trabajan, y que se costean las competiciones nacionales también con la ayuda de sus familias, en los casos que es posible? Pues desde mi punto de vista, salvo quienes han estado cerca de esos deportistas, muy cerca, o los fieles seguidores de cada disciplina -esas que se siguen desgraciadamente sólo cuando llegan unos Juegos-, ni España ha estado detrás, ni es conocedora de todo ello o se mira para otro lado. (*Entendamos España como el entorno directo que influye en el deporte, el que tiene influencia en los deportistas, aquel en el que se proyectan los atletas o el que debe velar por la protección y garantías del desarrollo del deporte y, lógicamente, los medios de comunicación que ofrecen información deportiva).
El interés estratega de la política
Es una cuestión cultural: no existe una cultura deportiva profunda en España. Y la cultura deportiva no está en lo futbolero. El fútbol es un deporte. Uno. Y fortalecer este aspecto cultural no es una cuestión de encender y apagar el interruptor de los Juegos, sino un trabajo educacional de años, que empieza en la base sin dejar de lado nunca al deportista de élite presente.
Hay más. Estos días ha habido un aluvión de felicitaciones de los líderes políticos de los partidos a esos éxitos. Subrayo, a esos éxitos que los cuantifican en medallas. Lo demás, vayan a saber si saben algo. Seguramente no. Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y la lista la podemos estirar hasta donde digan basta. Esto en clave nacional, pero también se dan esos guiños en lo autonómico.
Es pura estrategia política. Ha sido momento de Juegos Olímpicos. Ha habido millones de personas viéndolos y estando pendientes. Y cualquier cosa es ventana para ver una traducción en votos. Pero se queda en eso, en guiños vacíos e interesados. Incluso por ahí hubo un vídeo lanzado por algún partido aprovechando la cuestión de la equidad y tratamiento comunicativo del deporte masculino y femenino. Otra utilización barata e interesada. Que el tratamiento no ha sido equitativo, desgraciadamente no. Y eso este portal sí lo denuncia a diario. Pero precisamente no creo que sean los políticos en virtud de sus actuaciones respecto al deporte los que deben tirarse de los pelos. Menos cuando únicamente lo han hecho durante los Juegos. Esa denuncia es necesaria siempre.
No digan; callen y hagan. No escupan palabras y blandan de vez en cuando un papel diciendo que es que en su programa recogen que… No digan. Callen y ejecuten. Hagan. Obviamente, hay que centrarse en muchos aspectos del común de la ciudadanía. Pero como andan todos tras el sillón, pues tampoco es que haya nada que pase de las palabras a la acción en ese aspecto.
Y siendo importante la Sanidad, la Educación, la Economía… también lo es el Deporte y sin duda el de élite que representa al país.
Y no lo digo yo, lo dice la Constitución —capítulo tercero del título I de la Constitución, que en su artículo 43.3 señala—: «Los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte. Asimismo, facilitarán la adecuada utilización del ocio».
Más aún. Recoge la Ley del Deporte en su Preámbulo y luego desarrolla [LEY 10/1990, de 15 de octubre, del Deporte] respecto al deporte de élite, que son, por ejemplo, quienes han representado a España en los Juegos Olímpicos lo siguiente: «Otro aspecto que es preciso mencionar expresamente es el que hace referencia al deporte de alto nivel, y sobre todo a las medidas de protección a los deportistas que por sus especiales cualidades y dedicación, representan a la nación española en las competiciones de carácter internacional. Ninguno de los países de nuestro entorno cultural ha dejado de lado la labor de tutela de este tipo de prácticas deportivas, extremando incluso las atenciones aconsejables a dichos deportistas. […]».
Una vuelta profunda a la Ley del Deporte
Pues deben ponerse quienes han lanzado tantas felicitaciones, en muchos casos sin conocer nombres, ni disciplinas a las que se dedican tales deportistas, a hacer. Y eso pasa, entre otras muchas circunstancias, por revisar en todo caso la Ley del Deporte. Un marco legal de 1990 y que añadió su última disposición en 2013 a propósito del dopaje y la salud en el deporte.
Más valdría que los puntos de buenas intenciones y aparentemente garantías de protección de los deportistas que hay en el texto, se actualicen a los nuevos tiempos en unos casos y, en otros muchos, sencillamente se ejecutaran.
No es posible que un deportista con una hoja de servicios de 23 años en el alto rendimiento vaya a conocer su vida laboral cuando se retira y que le digan que sólo tiene tres años cotizados. O que en la búsqueda de un trabajo en el ámbito del deporte, y concretamente de su ámbito, le digan que su participación en Juegos, Mundiales o Europeos, no le da para sencillamente actuar de monitor en un ayuntamiento. ¡Manda…!
O que deportistas de gran valía y con recorridos constatables no encuentren acomodo en federaciones o clubes, porque a la postre las entidades pueden elegir y no tienen obligaciones en ese sentido, y en no pocos casos optan por “los amiguetes”, dejando fuera de un marco profesional a referencias del deporte.
Hay quien puede intentar replicar esto tirando mano del asunto de la formación de los deportistas. Pero eso sería hacer trampas. ¿Por qué? Los cambios en los últimos años, con centros de formación, institutos y universidades adaptadas a modelos deportivos y flexibles (no son todos los casos y sólo tienen que preguntárselo a los deportistas) son reales y los programas y deportistas que siguen su formación universitaria cada vez son más. Pero hace no tantos años la ley no escrita era otra. Facilidades, ningunas. ‘Y si quieres ser deportista de élite, no puedes estudiar’. A esas respuestas se podían enfrentar los deportistas que conjugaban el exprimir su talento, su pasión y representar a España.
Seguiría con el marco de reivindicación hacia la política y la necesidad imperiosa de un cambio profundo de la Ley del Deporte, pero obviamente el asunto es que se ejecute, que no se quede en un escrito que revisa alguien de vez en cuando para caer en la cuenta de todo lo que no se hace. Mejor dejar esto con lo descrito en estas líneas, porque sería abusivo para quien lea esta opinión.
El apoyo institucional y privado
Podemos ir también al marco de las ayudas públicas o privadas. Teniendo en cuenta, sobre todo en el sector público, cómo se ha dilapidado el dinero del ciudadano, en qué barbaries se ha invertido o cuánto se han llevado a tenor de todo lo que se ha venido publicando, pues es un insulto a la inteligencia y un dar la espalda a los deportistas que les responda con que «está la cosa complicada», «a ver si podemos ayudar en algo (se queda en ‘a ver…’)», «es que las federaciones reciben el presupuesto asignado o solicitado y ya lo distribuyen ellas»… Hay para todo y de todo tipo de gustos. Esto implica también un análisis profundo e interno de cómo se gestionan las federaciones. Casos hubo destapados de mala gestión. Y obligó a la intervención estatal como en el caso de la federación de vela. No es la única ni mucho menos.
El sector privado es el que tiene que dar más pasos adelante. Hay compañías que forman parte de las becas ADO o ADOP, pero también habría que ver cómo se apoya en todas las fases de un ciclo olímpico o incluso las becas que se retiran. Han ido apareciendo apoyos como el de Iberdrola, que hace un mes anunciaba un convenio de apoyo al deporte femenino, y fundaciones o entidades que respaldan a Proyecto FER, Pódium o UCAM Murcia, entre otras. Menos es nada, pero falta más. Que más empresas españolas den un paso adelante para velar no sólo por el deporte en cuanto a posicionarse detrás de las federaciones, sino también apostar individualmente por los deportistas de disciplinas individuales o de equipo. Acercarse en los meses finales a unos Juegos para empresas con músculo es demasiado fácil y rentable en cuanto a la imagen positiva.
Desde luego los medios de comunicación debemos hacer una autocrítica. Como medios y como profesionales. Las empresas porque la apuesta es la del fútbol, el motor, el tenis (un par de nombres) y quizás los españoles en la NBA. Y luego cae algún pespunte a lo largo de los años si cae algo importante en Mundiales o Europeos. Sucede en los potentes medios nacionales, pero no es raro verlo en los autonómicos o locales (estos últimos quizás con una perspectiva algo más abierta). La apuesta se resume en los meses previos a los Juegos, como gesto, y en los propios Juegos.
Y a esto habría que sumar el tratamiento y el conocimiento por ejemplo de cara a cubrir unos Juegos: nombres de deportistas que se cruzan, deportes mal asignados, desconocimiento del fondo, el contar cómo llegan los deportistas, en qué condiciones han trabajado y cuál ha sido el balance de su temporada y no dejarlos a los pies de los caballos cuando algún resultado no sale. Pero claro, si la lectura es medalla sí o medalla no, pues poco rigor tiene eso.
El deporte femenino menospreciado
¿Saben de verdad lo que cuesta llegar a unos Juegos como para luego hacer simplonas evaluaciones? Ya no es justificable en los profesionales de la comunicación, pero lo de los comentaristas más cercanos a la realidad de cada disciplina por ser técnicos o exprofesionales de un deporte atacando u obviando historias de fondo que conocen, es lamentable.
La decepción profunda llega cuando se trata del deporte femenino. El tratamiento ha quedado y denunciado a los largo de estos Juegos. Desconocimiento del concepto equidad. Lecturas machistas. Análisis sesgados. Crónicas incluso irrespetuosas. Y no sólo ha sucedido en España. Sencillamente la dejadez y el acomodamiento en lo de siempre lleva a que las deportistas tengan que verse estas circunstancias. Eso sí, cuando una protagonista alcanza un logro el medio de turno tiene que ser el primero en entrevistarla porque a nivel nacional ese medio es no se quién. Se han plagado las redes sociales de denuncias, fundadas, de este tipo.
El deporte femenino, sin restar al masculino, merece un respeto a todo el trabajo, esfuerzo, dedicación, talento, capacidad para la compaginación de la vida deportiva con la laboral o académica, a la responsabilidades personales… Circunstancias a tener muy en cuenta y que a menudo se desconocen llevando a injustos análisis.
El deporte femenino español ya hace muchos años, no es para nada una cuestión de hoy, fue multiplicando su participación, fue proyectándose con muchísimas deportistas de alto nivel y en la medida de lo posible, porque recuerden que compiten otros países en los que sí hay una cultura del deporte potente y se invierte muchísimo, ganando medallas. Todo ello merece una visibilidad continua y no sólo cuando llegan los Juegos. Ahora se van. Ustedes dirán qué va a suceder.