Veinte años hace de un hito y de la construcción de una carrera brillante y veraz en el atletismo español. El 18 de octubre de 2000, Concha Montaner se proclamó campeonato del Mundo junior de salto de longitud en Santiago de Chile. El recorrido hacia esa fecha arrancó con los primeros pasos de la temporada todavía en septiembre de 1999. Concha había logrado el subcampeonato de Europa en Riga. El objetivo siguiente se lo puso en ese Mundial junior chileno. La temporada fue notable. Su mejor brinco de 6,50 metros entonces le valió la clasificación para el Europeo absoluto de Gante. El año 2000 dio para hito en su carrera como fue su primer de las cuatro clasificaciones para Juegos Olímpicos. Fue en Sidney. Luego, llegó el oro de Santiago de Chile.
«Del campeonato de Santiago de Chile recuerdo que en la calificación, en mi primer salto, noté que me costó llegar, notaba viento en contra. La calificación era 6.35 e hice 6.37 con -2.3, si no recuerdo mal. Antes de la final, recuerdo a un entrenador esloveno que vino a decirme que todos los junior que habíamos ido a Sidney no habíamos rendido en el Mundial. La verdad, en ese momento no le hice caso porque estaba pensando en mi competición. Más tarde, mi entrenador y yo pensamos que no había sido un buen comentario para alguien que iba disputar la final. Recuerdo que hasta el quinto salto iba tercera. Y en el sexto me puse primera, pero tenían que saltar mis dos rivales: la japonesa hizo nulo y la atleta china un salto muy parecido al mío. En la grada estaban mis compañeros y todos enmudecimos esperando la medición. Cuando salió que era menor que el mío estallamos todos a chillar», recuerda.
Una carrera para la historia del atletismo nacional
Sobre el escenario del salón de actos de un colegio, tomó un punto de origen dejando una marca visual naranja y avanzó hasta los siete metros para marcar la posición de la segunda posta. El auditorio, repleto de niños y niñas curiosos e inquietos, se preguntaba qué era eso que quería representar quien aguardaba para contar su historia en el atletismo. Siempre luchó rotunda y pasionalmente por esa marca: los siete metros. La rozó: 6,92 al aire libre. El mayor brinco de todos los tiempos de una saltadora de longitud nacida en España. La firma fue de Concha Montaner Coll (L’Eliana, Valencia, 14/1/1981), una deportista valenciana eterna, una atleta de L’Eliana hacia el mundo, con un recorrido con éxitos, con luces, con sombras, con una puja permanente por estar en la élite y además lográndolo. Seguramente, ese es el principal aprendizaje de la vida deportiva de la saltadora: más allá de un número, de una marca, de hasta dónde llegó un salto u otro, de cuántos logros obtuvo —que fueron muchísimos y trabajados con perseverancia—, la clave es el valor de la constancia, del mantenerse a lo largo de una carrera deportiva en la primera línea, entre las mejores, o el hecho mismo de la regularidad más allá del talento, que, obviamente, lo tenía. Y eso, la capacidad para estar siempre sobresaliendo en el alto rendimiento, es tremendamente difícil.
Lo hizo. Cuando anunció su retirada profesional de las pistas de atletismo, cuando entendió que llegó el momento de finalizar su íntima relación con el pasillo que le llevó al foso de arena en miles de ocasiones entrenando y compitiendo, seguramente echando la vista atrás pudo hacerlo con la satisfacción de haberlo luchado siempre, de haber abrazado a su deporte y al salto de longitud profundamente, de haber vivido el éxito y de haber conocido los tiempos menos buenos, pero siempre en la primera línea.
Y la representación cuantitativa viene dada por un palmarés mayúsculo siendo una de las pocas deportistas en clasificarse para cuatro Juegos Olímpicos (Sidney 2000, Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016), de contar con una medalla de bronce Mundial indoor (Moscú 2006), de sumar una plata en el campeonato de Europa en pista cubierta (Birmingham 2007), de conseguir sendos metales en Juegos del Mediterráneo (oro en Túnez 2001 y bronce en Almería 2005) o el oro en el campeonato del Mundo junior (Santiago de Chile, 2000), o contar con un total de 18 títulos de campeo-nato de España de longitud (once en pista cubierta y siete al aire libre) y uno en velocidad en 100 metros. Pero ello no es más que el resultado de una luchadora nata.
Desde los orígenes
Energía a raudales ya proyectaba Concha cuando era una niña. Inquieta. Vivaz. Rebelde incluso. Una traca por L’Eliana, sus raíces, las que nunca cortó ni lo pretendió. Había que liberar aquella energía de alguna forma y en el deporte estaba la clave. Hizo su acercamiento a la gimnasia rítmica, al patinaje, al balonmano y a la natación, incluso tuvo un primer flirteo con el atletismo. Quizás no fue amor a primera vista, pero acabó siendo una relación para siempre con altos y bajos, con alegrías y tristezas, pero siempre unidos.
Los comienzos le sacan un brillo especial a los ojos; incluso ese punto de emoción y cosquilleo cálidos del qué “bonito fue conocernos”. En la infancia, todo estuvo ligado a la diversión y al círculo de amistades que ya fue creando. Casi sin darse cuenta, como era rotundamente competitiva, como tenía unas condiciones magníficas y una carrera y un salto prometedores, fue creciendo en el atletismo. Carmen García-Campero le aconsejó que se enrolase en el Valencia CA —entonces el Valencia Terra i Mar—, comenzando a trabajar con Rafa Blanquer en las pistas del antiguo cauce del Turia. También entrenó con José Peiró, Juan Carlos Álvarez, Jerónimo Schwap y en su última etapa con María Peinado, mientras que el Valencia, el CA L’Eliana y el Playas de Castellón fueron sus clubes.
“Me acuerdo de mi primer seis metros. De mi primera medalla de oro en el campeonato de España. De la primera vez que salté 6,50. Los 6,89. El 6,92 —Madrid 2005, entrenada por Pepe Peiró—. De la medalla que gané en el Mundial de Moscú, aunque las circunstancias la hicieron una medalla fría, sin sentimiento. Del 6,88 con María Peinado que me llevó a Río, a mis últimos Juegos. Hay muchos momentos, muchas marcas, muchas situaciones bonitas y otras no tanto en mi carrera. Me quedo con todo lo aprendido, con todo lo disfrutado, con todo lo que me ha dado lo que ha sido mi estilo de vida durante tantos años”, recuerda Concha.
Regularidad. Constancia. Lucha. Convicción. Claves todas de una carrera dilatada, que le lleva a considerar un mensaje claro: “Entiendo que un deportista de alto rendimiento se es siempre, los 365 días del año y las 24 horas del día. Hay que ser honesto con lo que se hace cada día, porque al final el deporte a este nivel tiene fecha de caducidad y es importante el haber disfrutado de todo lo que el deporte nos puede dar, si bien es cierto que también nos priva de cosas, pero al fin y al cabo es lo que queremos, por lo que hemos aposta- do y nos apasiona”.
Cuatro Juegos
En esa apuesta de más de dos décadas en el atletismo, logró la clasificación para cuatro Juegos Olímpicos: “En 2000, el año que me proclamé campeona del Mundo junior, acudí a Sidney pero quizás me pilló muy joven (19 años). Pagué la inexperiencia y que seguramente me sobrepasó todo aquello. Luego, luché por los de Atenas. Esa temporada acredité las mejores marcas, pero la decisión de la Federación fue no llevarme —acabó yendo Niurka Montalvo; con la suma hubiesen sido para Concha sus quintos Juegos—. A Pekín 2008 llegaba bien, pero allí mismo me lesioné el día de antes de la competición; me rompí un hueso del pie y no pude competir al cien por cien e hice lo que pude. Luego me clasifiqué para Londres, donde llegué bien físicamente, pero no mentalmente”.
El camino a Río de Janeiro fue durísimo. Tras la cita británica comenzó a tener problemas físicos —“mi vida fue un poco una montaña rusa”—. En 2014, meditó retirarse. Le lastró una enfermedad, que acabaron atajando los médicos, aunque costó. Por el camino no dejó de brillar en los nacionales. Concha tenía un objetivo en la mente y no renunció a él pese a todas las circunstancias. Y lo logró de la mano de María Peinado —la que fuera gran referente de pruebas combinadas— con un 6,88 en junio de 2016, dejando un abrazo y unas lágrimas entre las dos para el recuerdo. Cuatro Juegos. Concha Montaner inscribió su nombre en el mismo número de clasificaciones que deportistas como su compañera y amiga Ruth Beitia, la nadadora de sincronizada Gemma Mengual, la tenista Anabel Medina, la triatleta Ainhoa Murúa, la nadadora de aguas abiertas Erika Villaécija o la amazona Beatriz Ferrer-Salat. En suma con la selección española acumuló 47 internacionalidades.
Fuerza interior y familiar
Una carrera deportiva que no se entiende sin su familia. Concha es tremendamente de los suyos, de sus padres Eugenio y Concha, de su her- mana Rosario. En 2009, fue madre de Alba, la niña de sus ojos y su todo, que tuvo junto al velocista Venancio José Murcia. La síntesis: Concha es una luchadora nata y todo corazón, a veces tras una coraza.
Una carrera de más de veinte años en el deporte, pero también asegurándose siempre el futuro. Ya desde 2009 comenzó en paralelo a trabajar como administrativa, compaginándolo con su trabajo deportivo, atendiendo a compromisos sociales y de representación, entrenando, trabajando, compitiendo, luchando y, lógicamente, velando por Alba. Y hoy, además, pone su experiencia al servicio público como concejala de Deportes e Igualdad en el Ayuntamiento de L’Eliana.
En septiembre de 2018, decidió anunciar que había llegado el momento de retirarse: “Es una etapa que se acaba y que tenía que acabarse. Veo que mi cabeza empieza a buscar excusas para no entrenar o para no competir cuando antes, por muchos dolores que tuviese, no era así. Cuando sucede esto es porque algo pasa. Descubres que el objetivo se ha acabado y lo entiendes, porque el atletismo profesional no puede durar toda la vida, aunque siempre voy a ser atleta. Voy a poder disfrutar más de mi hija y de mi familia y a disfrutar de otra etapa de mi vida”.
Concha Montaner, si no la mejor, cerró su etapa como una de las mejores atletas valencianas de todos los tiempos. Saltos y saltos. Trabajo y constancia. Lucha. Convicción. Una carrera brillante y de vuelos magníficos. Montaner, todo corazón.
Palmarés: Pertenece a un reducido grupo de deportistas españolas que ha participado hasta en cuatro Juegos Olímpicos: Sidney 2000, Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. Cuenta con un total de 47 internacionalidades con la selección española de atletismo (entre 1999 y 2017), amasando en su palmarés el bronce en el campeonato del Mundo indoor de Moscú 2006, la plata en el campeonato de Europa indoor de Birmingham 2007, así como sendos metales en los Juegos del Mediterráneo: oro en Túnez 2001 y bronce en Almería 2005. Además, cuenta en su trayectoria en campeonatos de España con un total de 19 oros absolutos: 18 en salto de longitud, de los cuales once en pista cubierta, y uno en velocidad en 100 metros. Su primer gran logró llegó con el oro en el campeonato del Mundo junior en Santiago de Chile 2000. Sus clubes fueron L’Eliana, el Valencia CA y el Playas de Castellón.