No hay fragilidad alguna en ese innegociable trabajo que se desarrolla en la sombra. Para quien revisa el fútbol por la superficie, quien se queda en el cacareado acabado, seguramente poco valore esa complejísima labor en la sala de máquinas, que a menudo queda envuelta en la invisibilidad. Quien lo escruta, quien bucea hasta el fondo de lo esencial, sin embargo, subraya el vital fundamento del mediocentro. Ahí es donde el pañuelo hay que anudárselo más fuerte a la frente, mostrar nervio inagotable y velar por el equilibrio. Ya se sabe, la continua búsqueda de la excelencia balompédica queda «resuelta» cuando se alcanza el equilibrio defensa-ataque.
Virginia Torrecilla Reyes (Cala Millor, Mallorca, 4/9/1994) atesora enormes dotes para desempeñar esta figura en el tablero verde del fútbol. Y así se muestra en el Montpellier francés y con la selección española absoluta: génesis del juego, destruir y recuperar, construir y ordenar, mandar, empujar a quienes tiene por delante para que acaben de perfilar lo ofensivo.
«Vir», con sólo 21 años, puede decir que ya ha jugado un Mundial de fútbol absoluto femenino, el primero para el que España se ha clasificado en la historia —el de Canadá en 2015—; que explotó en el Barcelona, ganando tres ligas y dos copas de la Reina; que hoy, con esa tierna edad, ha aterrizado en una de las ligas más potentes de Europa, la francesa, con el Montpellier; pero también que tienes ensueños por seguir alcanzando cotas en el fútbol, al tiempo que vivir el progreso del papel de la mujer en su disciplina y el deporte. «Si a mí me dicen hace cinco o seis años que esto me iba a pasar, no me lo hubiera creído nunca», confiesa.

Como toda historia, tiene un principio y un desarrollo. El final, dentro de mucho, está por ver. Lo suyo con el deporte empezó con la natación a los seis años. Y luego con el tenis —un pequeño acercamiento—. Pero apasionada por el fútbol, escapando cuando tenía la oportunidad detrás de su casa para comenzar a dar sus rimeros pelotazos, pidió a su madre que le inscribiese en el equipo de su pueblo con nueve años. El Son Servera fue su primer club. «Me apuntó a escondidas de mi padre. Él quería evitar que sufriera como muchas otras niñas los comentarios machistas en los campos de fútbol. Y por eso no quería que jugase. Pero yo no quería otra cosa. Al final, y aunque tuvo que tragar muchas de esas circunstancias, él y mi madre han sido los pilares de mis pasos», recuerda de la futbolista mallorquina.
Permaneció en el equipo de su pueblo hasta cadetes, hasta los catorce años. Entonces fichó por el Collerense, con el que debutó en Primera División. Dos temporadas que, sin embargo, abrieron a un paréntesis en la relación de Virginia con el fútbol: «Pasé una etapa en la que ya no disfrutaba, en la que sentía que no me aportaba nada, en la que quería pasar más tiempo con mi familia y con mis amigos». Trabajaba de camarera cuando le llamó el entrenador del Sporting Ciudad de Palma, donde tenía a algunas compañeras de la selección balear. Un equipo de Segunda que, no obstante, le dio la oportunidad de reencontrarse con el fútbol; sencillamente volver disfrutar. «Decidí recoger esa oportunidad y fue uno de los mejores años de mi vida. Fue el equipo que me devolvió el tener la ambición y la ilusión por jugar a fútbol. Estuve un año allí, estuvimos a punto de subir a Primera, pero no pudo ser. Fue entonces cuando me llamó el FC Barcelona y estuve tres temporadas allí», explica. No sólo le fichó el club azulgrana, sino que regresó a la selección para ya no fallar nunca más.
El Sporting Ciudad de Palma le devolvió la ilusión por el fútbol. Con el Barcelona ganó tres ligas y dos copas
En la disciplina catalana, Xavi Llorens la reubicó en el campo. Buscó su Busquets, que al tiempo es punto de referencia hoy de la jugadora de Cala Millor. Descubrió la que acabaría siendo una mediocentro excepcional y con un recorrido todavía sin un techo visible. De jugar de delantera o mediapunta a ocupar ese puesto «invisible», pero mayúsculamente clave. Tres ligas, dos copas de la Reina, el compartir vestuario con jugadoras de alto nivel y fortalecer su convocatoria con la selección absoluta, con la que participó en el Mundial de Canadá.
«Soy una jugadora que toca mucho el balón, a la que le gusta la perfección. Me gusta mucho la colocación y el orden dentro del campo con las dos compañeras que tengo delante. Quiero que se me vea como una jugadora que manda en el centro del campo, que al final es lo que tengo que hacer y lo que me recomienda mi entrenador. Tengo llevar las riendas para que el equipo no pierda el equilibrio, para que pueda empezar a jugar, para que pueda meter goles, pero también para que se proteja nuestra portería. Jugar y estar cómoda», significa respecto a cómo se expresa en un campo.

Y ese todo que ya recoge en su experiencia le llevó el pasado verano a firmar dos temporadas con el Montpellier francés. Anda tercero su equipo en liga por detrás, pero muy de cerca, del Lyon y el PSG, y avanzando en la copa gala: «Llevo siete meses y estoy muy contenta. Muy cómoda y disfrutando mucho. Allí hay un nivel altísimo y aunque estamos cuatro o cinco equipos diferenciados arriba, la realidad es que puedes perder perfectamente contra el último. Hay mucha diferencia con España. Creo que tenemos más cuerpo técnico que jugadoras y se vuelcan al cien por cien. El club luego nos da todas las comodidades y te sientes plenamente profesional. En cuanto a la repercusión es muy, muy grande. Al final, Alemania, Inglaterra o Francia están a un nivel de profesionalismo muy grande y aunque en España se dan pasos, todavía se está muy lejos».
Virginia brilla en el campo con el Montpellier y con la selección nacional. Y no hace tanto, en su segunda temporada en el Barcelona, que se dio cuenta que quería triunfar en el fútbol. Y anda por camino firme. «A mí esto me apasiona. El fútbol me ha dado mucho y no creo que le pueda devolver nada parecido. Pero lo que sé es que me ha enseñado mucho como experiencia vital, valores que me sirven ya para todo, y que me ha permitido conocer a gente que está para quedarse», manifiesta con viveza en la mirada.
Parte fundamental de su recorrido futbolístico está en la selección: «Seguimos evolucionando como equipo. Se han conseguido muchas cosas en categorías como las sub’17 y sub’19 y también progresamos en la absoluta, de hecho se consiguió la clasificación para el Mundial. Pero ahora tenemos también la oportunidad de volver a una Eurocopa absoluta, que hacía tiempo que no se conseguía. Estamos capacitadas para ello y para hacer cosas como las logradas en categorías inferiores». Virginia, como sus compañeras, van cosechando éxitos, ya no sólo de fondo resultadista, sino de impacto y crecimiento del fútbol femenino en España. Claro, como en su puesto, lo esencial es trabajar, trabajar y trabajar con pasión.
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