La narración de la vida de Abby Wambach guarda un capítulo rotundamente mayúsculo, ejemplarizante, necesariamente contestatario y exitoso. “No puedo esperar a lo que me traerá la vida en el capítulo siguiente”, dijo en su adiós al fútbol profesional. Escrutada su carrera futbolística, entremezclada siempre con lo solidario y lo reivindicativo, el destino de ésta se presume brillante.
Wambach (Rochester, Nueva York, Estados Unidos, 2/6/1980) no ha dejado de tener reuniones con diferentes ejecutivos de grandes empresas desde que disputó su último partido con la Selección de Estados Unidos a finales de 2015. Un estadio lleno en Nueva Orleans para ver los últimos momentos sobre el césped de la gran capitana, a los 35 años, en un partido ante China para cerrar, además, la ronda de encuentros de la victoria tras proclamarse campeonas del mundo en Canadá.
Abby está inmersa en el desarrollo de su biografía, que se espera esté publicada para finales de 2016. Un repaso a sus primeros ronroneos con el balón en Rochester, quizás una revisión de la evolución del fútbol (del soccer en Estados Unidos) y una guía para el futuro, un repasar aquellos primeros momentos suyos en los que el juego era rápido y más intrincado, en los que se buscaban balones largos hacia ella para que los controlase o prolongase de cabeza para apoyarse con Mia Hamm, hasta los tiempos de su retirada con un cierre laureado.
Obviamente, lo suyo con el fútbol no tiene fin. Para empezar, y esta vez como espectadora, asistirá a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro para ver, quizás, cómo su selección vuelve a teñirse de oro.
Abby Wambach posee un palmarés brutal. Dos oros olímpicos, que pudieron ser tres. La delantera norteamericana participó en Atenas 2004 y Londres 2012. Estados Unidos se proclamó campeona de fútbol femenino en ambas ocasiones. Hubo otro oro en Pekín. Allí no fue Wambach. Seleccionada para estar en Beijing, pocas semanas antes, en julio, Wambach se lesionó gravemente (se rompió la tibia y el peroné) en un partido de exhibición contra Brasil. Lauren Cheney la sustituyó en la lista estadounidense. Precisamente la final de aquellos Juegos fueron ante Brasil. Carli Lloyd (para quien guardamos un capítulo especial) anotó el gol de la victoria en el minuto 96.
En Atlanta’96, por cierto, fue la primera vez que el fútbol femenino se incluyó en una cita olímpica. Sí, ganó Estados Unidos.
A lo largo de su historia cuenta con cuatro participaciones en Mundiales. Por fin logró el oro en Canadá el pasado 2015 tras ganar la final ante Japón en un partido visto por cerca de 27 millones de telespectadores. El Mundial de Canadá, por cierto, fue el primero en el que participó España. Antes del oro canadiense, Wambach logró con su selección una plata y dos bronces. Nombrada mejor jugadora FIFA en 2012, el gran hito individual de Wambach es ser la persona que más goles ha marcado en la historia a nivel de selecciones: 184 goles en 255 partidos.
Pete y Judy Wambach tuvieron siete hijos (cuatro niños y tres niñas). Abby era la más pequeña. Una de sus hermanas quiso iniciarse en el fútbol (soccer) y ella, entonces con cuatro años, quiso seguir sus pasos. Esa decisión unida a un libro sobre este deporte que su madre sacó de la biblioteca y el hecho mismo de la competición y la vivencia de los deportes entre tantos hermanos fue el inicio en Rochester de la leyenda.
Una carrera brillante
Abby destacó muy pronto. Sensacional en el remate de cabeza. Habilidosa. No hizo más que avanzar y avanzar, siendo incluida en el programa de desarrollo olímpico desde la adolescencia. Llegado el momento, varias universidades tantearon a la jugadora. En 1998, se decidió por la Universidad de Florida, destacando muy pronto, pese a ser estudiante de primer año, con las Florida Gators. En Estados Unidos, es esencial el paso por las ligas universitarias antes de alcanzar el profesionalismo como sucede, por ejemplo, con el baloncesto.
Cuatro años después recaló en el Washington Freedom, que participaba en la extinta WUSA. Allí coincidió con quien le cedió el testigo como leyenda del fútbol femenino norteamericano e internacional, Mia Hamm. Excelente asociación la que formaron éstas y un equipo que ganó en 2003 la Founders Cup.
En septiembre de ese año, Wambach debutó en un Mundial de fútbol femenino. Era la figura diferente respecto al brillante combinado de 1999. Su recorrido ya le otorgaba galones en aquella selección, que cayó 3-0 ante Alemania en semifinales. Wambach explicó respecto a ese Mundial en la web
de la FIFA: “Después del triunfo en 1999, ese siguiente Mundial también era en Estados Unidos e, independientemente de las circunstancias, yo era la única jugadora distinta respecto al bloque de 1999. El fracaso en ese Mundial de 2003 acabó siendo algo positivo, porque, decididamente, empezó a perfilar el éxito de mi carrera. Recuerdo ver a las jugadoras alemanas contentísimas, corriendo de aquí para allá. La seleccionador a (April Heinrichs) me vio mirando y me dijo: ‘Venga, vamos dentro’. Y yo respondí: ‘No, quiero recordar esto’”.
Wambach, con dos oros olímpicos, logró 184 goles en 255 partidos a nivel de selecciones
Prácticamente un año más tarde, llegaba ese primer grandioso momento. En Atenas. La final olímpica ante Brasil. El partido se fue a la prórroga. Pero, en el minuto 112, Abby se sacó uno de sus cabezazos para anotar el gol de la victoria y del oro olímpico. Dijo entonces que sólo pensaba en volver a repetir la gesta olímpica. Pero aquella lesión en el amistoso frente a Brasil en 2008 le privó de Pekín.
Antes, en 2007, disputó el Mundial de China. De nuevo, Estados Unidos cayó antes de lo esperado. Tercera posición la que firmaron finalmente y Wambach dejando una de esas imágenes propias de carácter y ganas. En el primer encuentro, la delantera de Rochester chocó cabeza con cabeza con la norcoreana Ri Kum-Suk. Ensangrentada Abby, salió disparada hacia el vestuario exigiendo velocidad con los puntos al médico para regresar al campo. En el Mundial de 2011, en Alemania, Estados Unidos quedó subcampeona en una final ante Japón resuelta en la tanda de penaltis. Wambach, eso sí, tuvo su momento de gloria con el gol del empate (de cabeza, claro) en el minuto 122.
Del oro de Wembley al de Canadá
En Wembley, en 2012, llegó el segundo oro olímpico en la carrera de Abby y para una gran generación futbolística. Hubo revancha respecto al Mundial. La final también fue contra Japón, pero esta vez las norteamericanas ganaron 2-1. Meses después Wambach recibía el galardón como Mejor jugadora de la FIFA (2012) tras su rendimiento y los cinco goles firmados en los Juegos. Ya en junio de 2013, en un amistoso frente a la República de Corea la delantera marcó cuatro goles e igualó el récord de su amiga Mia Hamm de 158 goles en partidos internacionales.
La última gran cita, con permiso de su partido homenaje, de Abby Wambach llegó con el Mundial de Canadá de 2015. Estados Unidos no tembló, incluso sabiendo que aquello era el final del camino para la gran capitana. Salió en la segunda parte de la final disputada ante Japón. Y tras un triunfo por 5-2, acabó, por fin, ganando una Copa del Mundo. El broche de oro.
Lo dicho, Abby ahora espera a ver cómo se desarrolla el siguiente capítulo de su vida junto con su esposa, Sarah Huhhman, con la que se casó en octubre de 2013 en Hawai. Seguramente el empeño siempre será por el fútbol, por la igualdad en este y otros deportes, cuestión que siempre ha reivindicado. Fuerza que entrega una de las leyendas del deporte femenino. Lo mejor: son muchas las grandes referencias mujeres en el deporte en todos los países. Habrá que seguir caminando.
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