¿El Comité Técnico de Árbitros de la Real Federación Española de Fútbol se ha planteado en alguna ocasión proponer que la máxima categoría masculina de fútbol sea campo de pruebas, competición para foguearse, como jueces principales a colegiados que no están registrados como árbitros de Primera División? Ni ha sucedido, ni va a suceder. Es más seguro resultaría inconcebible. Se entiende que la élite deportiva exige y requiere élite técnica y logística. Desde luego esto es lo adecuado y exigible. La cuestión, sin embargo, es que este marco no se da en la máxima categoría femenina de fútbol. Es decir, las futbolistas que están en categoría élite, en la Primera Iberdrola, no encuentran élite en el estamento arbitral. Y ojo, este problema, porque es un problema, no es culpa o responsabilidad de las árbitras asignadas para los partidos de cada jornada de dicha competición femenina, sino de la Real Federación Española de Fútbol -de las regionales que secundan el asunto o no se mueven para buscar el cambio- y del Comité Técnico de Árbitros.
Si uno revisa los listados arbitrales por categorías nacionales (puede hacerlo pinchando aquí) no verá a ninguna árbitra en el segmento de Primera División masculina, y comprobará que figura Guadalupe Porras Ayuso (Comité extremeño) como asistente de Primera, que Judit Romano García (Comité asturiano) es asistente en Segunda, y que Marta Huerta de Aza (Comité tinerfeño) es la única colegiada en Segunda B. Luego, ya aparece el listado de árbitras pertenecientes a la Primera Iberdrola, que es la máxima categoría femenina. Es decir, no a mujeres, sino a futbolistas de élite en categoría femenina no las árbitra ni una sola colegiada de máximo nivel según los parámetros del Comité Técnico de Árbitros de la Real Federación Española de Fútbol.
¿Por qué? Y es pregunta directa para el organismo técnico, no a las colegiadas. ¿Por qué la élite de jugadoras de la máxima competición española no cuenta con jueces/juezas de los partidos, y lo importante no es el género, de élite?
La Primera Iberdrola no debe ser el campo de pruebas de nada. La élite exige y debe exigir élite. Y esta cuestión es relativa al estamento arbitral, a técnicos, médicos, fisios, preparadores, etc. Ojo, y el planteamiento es en modo inclusivo, por méritos y no por cupos de género. ¿Qué sucede en el marco actual? Sencillamente que, salvo honrosas excepciones, mínimas por cierto respecto a los ocho partidos de cada jornada en la primera división femenina, y en referencia al fondo de este artículo, el nivel arbitral está muy por debajo de la categoría de las futbolistas.
Se planteó un cambio importantísimo hace cuatro temporadas que supuso romper con la idea de que los árbitros en máxima competición femenina no eran de regiones neutrales, sino de la región del equipo local. Y en no pocas ocasiones era un desastre fruto de la parcialidad. Capítulos hay de sobra. ¿Qué se hizo bien? 1) El arbitraje se reordenó para que los colegiados fueran de comités territoriales distintos a los equipos en juego, cuestión de sentido común sin más, y 2) se subrayó la línea de mínimos para arbitrar la primera femenina en nivel 2ªB. Y aquello fue bueno.
¿Qué sucedió la temporada siguiente y en adelante? El planteamiento fue obviar la categoría y que todos los partidos, los ocho de cada jornada, tuvieran árbitras. Claro, no había tantas, y todavía no las hay, y ojalá cuanto antes mejor las haya no solo en segunda B, sino en Segunda y Primera masculina, pero solo algún partido contaba y cuenta con árbitras con un nivel cercano al de las futbolistas. Mínimos casos. La idea federativa se guiaba por que el cupo fuera de mujeres sí o sí. Que se fogueen, que se prueben, que crezcan en la máxima categoría del fútbol femenino español, donde compiten deportistas de primer nivel, internacionales con la selección en diferentes categorías, y jugadoras extranjeras de primer nivel. Pues no puede ser que la Primera Iberdrola, todavía hoy, siga siendo un campo de pruebas, eso, con todos los respetos es para desarrollarlo en categorías inferiores o en del desarrollo de la formación y base hacia arriba.
Plausibles son los programas de tecnificación, los planes de impulso y de trabajo sobre el estamento arbitral para que las colegiadas sigan creciendo y adquiriendo alto nivel, pues lo alcanzarán, seguro que lo harán más pronto que tarde, sin duda, pero que sea en ese momento cuando dirigen partidos de la máxima categoría femenina. Por lo pronto, en las últimas tres campañas las quejas de entrenadoras y entrenadores y, ante todo, de jugadoras es lógico. La élite debe exigir élite.
Como nota, en todo caso, los entrenadores y entrenadoras, como las propias futbolistas, también deben mostrar su calidad de alto nivel en comportamiento y demostración de una imagen ejemplar en las formas de dirigirse a las árbitras, quienes en todo caso se merecen el máximo respeto, pues la queja en todo caso es hacia el órgano federativo. Con las mejores, los y las mejores independientemente de géneros y cupos. Cuestión de méritos y de formación. Podrá haber, se dirijan partidos de chicos o chicas, paridad, más hombres o más mujeres,… pero lo mollar es que sean los mejores para arbitrar a futbolistas de élite bien sean ellas o ellos.
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