Por Sara Monforte*
Seguramente el deporte es el ámbito más discriminatorio para la mujer, un día alguien me dijo que nosotras siempre tenemos que dar todo para poder recibir en algún momento lo merecido o una pequeña parte. Es decir, te pasas muchísimo tiempo esforzándote sin ‘ninguna’ recompensa. Recuerdo por qué decidí empezar en esto del fútbol: muy sencillo, me divertía darle patadas a un balón, en ese momento aquello me hacía feliz, era imposible decirme que no a mis 8 años. Me pregunto que hay más importante que la felicidad de un niño, por ello, debemos dejar que se realicen como quieran, que busquen su propia identidad, siendo libres y sin cohibir su iniciativa.
Hoy en día, nos encontramos con otras dificultades: creces, te desarrollas mediante lo que amas, pero si me paro a pensar, durante toda mi carrera deportiva he sufrido muchas desigualdades por culpa del género. Empezando por la brecha salarial, en el fútbol es algo desproporcionado. Todos sabemos la cantidad de dinero que puedes llegar a ganar siendo hombre, el nivel de vida de unos y otros es totalmente distinto. Por no hablar de la fama. Mi madre un día viendo un partido de mi sobrino en Castellón, reflexionó y me dijo: «Si fueras un chico siendo jugadora de Primera División no podrías ni caminar tranquila por aquí»; en ese momento me hizo sonreír y lo agradecí, es algo que llevaría muy mal, pero la mujer tenía toda la razón del mundo. Llevo 19 años en la élite del fútbol femenino y soy una desconocida para la sociedad.
Otro de los temas en los que nosotras sufrimos desigualdades es en la conciliación ‘estudios vs fútbol’. En este aspecto tenemos la necesidad de compaginarlo (si se puede y con un gran esfuerzo), ya que en un futuro cuando decidamos retirarnos si no hemos buscado una profesión alternativa, nuestras opciones de seguir vinculadas al deporte profesionalmente no son tan altas como las del genero masculino.
Por último, citar la decisión de ser madre, aquí nosotras tenemos un dilema importante, tener que retirarnos tempranamente para poder optar a ello, ya que es casi imposible compatibilizarlo siendo profesional.
En definitiva, debemos seguir luchando día a día por los derechos que nos pertenecen, no pedimos más, únicamente exigimos igualdad de genero. Ojalá llegue el (utópico) día que no debamos reivindicar nada y borremos del calendario este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.