La central del Valencia y de la selección española relata su recorrido en su deporte, en el que proyecta un gran futuro
Refiere su narración en el fútbol desde los adentros. Su relato es firme, cuidado y honesto. Y ese discurso es un reflejo a través de las palabras de cómo es su juego. Fuerte. Tenso. Bravo. Pero ante todo, y como le sale desde las entrañas, es algo pasional, es algo emocional. «En cada balón que voy a luchar, la tensión física y mental que pueda tener en ese momento es con todo lo que voy», significa. Paula Nicart Mejías (Cornellà de Llobregat, Barcelona, 8/9/1994), defensa central del Valencia y de la selección española, apologiza el fútbol, que considera «no una parte de mi vida, sino el eje de la misma». Reposada y cercana, en un plaza recogida del centro de Valencia al rumor de una fuente, repasa su historia en su deporte.
Difícil hubiera sido que no hubiese practicado ninguna disciplina deportiva. Su madre jugó a balonmano. Su padre fue portero de fútbol. Y su hermano, cuatro años mayor, también se enroló en lo balompédico. Paula, siendo una niña, probó primero la natación. Pero también se fue a por un balón: «La memoria me lleva desde mis primeros recuerdos siempre pateando un balón. Jugaba con mi hermano en el parque. De pequeña quería ser portera. Y el ‘cabroncete’ de mi hermano me tiraba unos zambombazos… (sonríe). Empecé haciendo natación, pero da la casualidad que el antiguo campo del Cornellà estaba situado justo debajo de la piscina y desde una cristalera podía verlo. Veía a mi hermano, que entrenaba prácticamente a la misma hora, y yo quería hacer lo mismo».
Con seis años, sin vergüenza alguna, en el descanso de un partido de su hermano, se fue cara a uno de los directivos del club y le dijo que se quería apuntar. La consulta con su madre fue posterior. Pero obviamente hubo luz verde. «Siempre he tenido todo el apoyo de mis padres y de mi hermano», dice con orgullo. Más tímida, sin embargo, estuvo en el primer día de entrenamiento. Y no pudo verbalizar que quería ser portera. «Llegué y estaba un poco cohibida entre todos aquellos niños, entrenadores, sin que hubiera ni una sola chica… El caso es que me dieron ropa de jugador y no de portera y no dije nada y ya empecé. De hecho, empecé de delantera. A los once años, me fui al Sant Joan d’Espí y me dijeron de jugar de extremo, pero no era lo mío y me pusieron de lateral. No comencé a jugar de central hasta que llegué al Barcelona», recuerda.
Nicart empezó a los seis años en el Cornellà, siguió en el Sant Joan d’Espí, luego el Barcelona, el Levante Las Planas, Sant Gabriel y Valencia
Guarda recuerdos de todo tipo de aquellos primeros años. De comenzar dando «patadas a todo lo que pasaba por su lado y correr, correr y correr», a empezar poco a poco a aprender a jugar. De aquellos primeros compañeros de equipo y ser la única niña en su liga a hacer amigos. Pero también lloró por la incomprensión de algunos y con eso y el consejo de sus padres se hizo fuerte.
«Recuerdo que en un partido, al acabar, los niños no me querían dar la mano, porque era niña, y me puse a llorar desconsoladamente. A mi madre es algo que le dio mucha rabia. Me dijo que no llorara y que ‘si no quieren darte la mano es cosa suya, son ellos los que tienen el problema, tú no’. Mis padres, además de apoyarme, me enseñaron mucho en el camino del fútbol, porque no es fácil y más siendo una niña. Y para la vida me enseñaron a apoyarme sólo en quienes quieran estar conmigo», significa.
Paula Nicart llegó al Barça camino de los catorce años. Y allí vieron la opción de que comenzara a jugar de central, aunque los dos primeros años alternó ese puesto con el de lateral. Incluso cuando debutó con la selección española sub’17, con quince años, lo hizo por la banda. Recuerda la futbolista de Cornellà que no pasó mucho tiempo en categorías cadete y juvenil, pues el entrenador de Segunda División la promocionó pronto a un equipo en el que ella y Guti, actual central del Levante, eran las más jóvenes.
Decisiones importantes
Todo aquello le permitió ver el fútbol de otra manera diferente a como lo había visto hasta entonces: «Siempre había jugado con chicos y no sabía ni que había fútbol femenino y competiciones como Primera y Segunda. Nunca me había planteado aquello más allá de un deporte que me gustaba. Pero al estar allí pude ver de cerca a aquellas grandes jugadoras del primer equipo. Pasaron a ser mis referentes y aquello era algo que quería alcanzar si seguía trabajando duro. En ese momento, pensé que quería llegar a Primera fuera en el Barça o en otro sitio, y que el fútbol además de que fuera una parte de mi vida, se convirtiera en el eje de mi vida. Fue entonces cuando me dije: ‘El fútbol va a ser lo mío’».
Nicart progresó como jugadora en el Barça. Cuajó totalmente la conversión a central pura. «Me gusta mucho defender. Soy una jugadora de contacto, de contundencia, de estar atrás respaldando al equipo, pero, sobre todo, me gusta la responsabilidad que tiene esa posición y mandar desde ahí», comenta. Paula recuerda especialmente su última campaña como azulgrana, que fue a su vez su último año en Segunda. Aunque llegó a trabajar con el primer equipo, Xavi Llorens le trasladó en una conversación que podía quedarse, pero tendría a varias compañeras por delante. Fue entonces cuando recibió la llamada del Levante Las Planas, contra el que compitió en Segunda, que ascendió a la máxima categoría del fútbol femenino español: «Albert Sánchez, el entrenador, me ofreció jugar en Primera y,partiendo de una confianza, me aseguró que si me iba allí iba a madurar como futbolista. Y fue una de las mejores decisiones que he tomado. Fiché con 18 años. Tácticamente, como central, me enseñó a colocarme en el campo, a anticiparme, a leer lo que va a pasar antes de que llegue el balón, antes de que se moviese el balón prácticamente. Esa visión me la dio él, que se portó muy bien conmigo».
Quería que el fútbol además de que fuera una parte de mi vida, se convirtiera en el eje de mi vida
Le siguió una etapa en el Sant Gabriel. Y fue la antesala para llegar al proyecto creciente del Valencia CF, por el que fichó Paula, quien reconoce que en los principios tuvo que cambiar y suavizar algunos aspectos de su fuerte carácter: «Llegué con 19 años y era una niñata contestona y rabiosa. No me gustaba que me dijeran lo que hacía mal. Ya antes de fichar Cristian Toro me dijo: ‘Te vas a tener que ganar la posición, te tendrás que espabilar, pero sé que conmigo vas a crecer mucho’. Y tenía toda la razón. Y al principio costó, pero me bajó a la tierra. Cristian me ha ayudado a madurar mucho, a calmarme y coger responsabilidad. Le estoy muy agradecida».
Para muestra el progreso de la defensa de Cornellà, que en las últimas tres campañas en el Valencia ha proyectado un progreso mayúsculo, formando, junto a Ivana Andrés, el eje central de la defensa del equipo menos goleado, siendo también clave el triángulo que forman habitualmente con la mediocentro colombiana Natalia Gaitán. Resuena con fuerza por el Valencia y, por qué no con la selección, la dupla Paula-Ivana: «Para mí se ha convertido en mi pareja perfecta. Somos muy diferentes, pero nos complementamos muy bien; ella es la central con la que mejor encajo. Tenemos formas diferentes de jugar, pero nos miramos y sabemos qué vamos a hacer o cómo vamos a actuar. Tácticamente, somos un pack».
Con España fue campeona de Europa sub’17 y bronce Mundial en la misma categoría
Subraya Nicart el crecimiento del Valencia Femenino en los últimos años y la apuesta que viene desarrollando el club por la sección. Y augura una proyección que seguirá en los próximos años —«a nivel de profesionalidad, es muy satisfactorio para nosotras ver cómo cuentan con nosotras en el club, cómo ha ido mejorando todo lo que es nuestro día a día, y el apoyo que recibimos»—. Trabaja duro, incondicionalmente, profesionalmente, por su club y con el sueño de afianzarse en la selección absoluta. En categorías inferiores, ya fue campeona de Europa sub’17 y bronce Mundial en la misma categoría.
Prioridad al fútbol
Compagina el fútbol con sus estudios de Medicina. Pero al respecto es rotunda en cuanto a sus prioridades: «Me centro muchísimo más en mi carrera como futbolista. Pretendo disfrutar del fútbol y exprimirlo al máximo. Soy todavía muy joven y quiero trabajar para llegar lejos y sé que puedo hacerlo. Básicamente, mi día a día se basa en el fútbol, en entrenar, en mejorar, en cuidarme, en disfrutarlo… Si tengo que aparcar los estudios en algún momento, lo haré, sin problema, porque quiero vivirlo todo en el fútbol. El fútbol para mí ahora es esencial, es mi vida».
La narración de Paula Nicart, que pertenece a una generación que en su globalidad está dando importantes pasos para la profesionalización del fútbol femenino y la visibilidad del mismo, es la misma fuera del círculo futbolístico, que en lo más adentro de ello. Es como es, dice, por el fútbol, por cómo se exige en el deporte. Lo lleva todo en los adentros. Cuestión de pasiones y emociones cada vez que está sobre el césped, que son tensas, fuertes, honestas, veraces.
Estupendo artículo Raúl.
Es un retrato perfecto de Paula Nicart Mejías, en el has sacado todo lo bueno que hay en ella.
Gracias de corazon