La futbolista vasca, fija en el eje de la defensa de la Selección española, decidió apostar por el balón y dejar el atletismo. Hoy es un referente en el PSG
La narración de uno es un unir elecciones. Retales de eso que a veces es tan sencillo y en otras ocasiones tan complejo como decidir. ¿Qué es lo mejor? Y de fondo están la satisfacción de los aciertos y los miedos a equivocarse. Y entonces uno quizás busca que otro le aclare. Pero el elegir corresponde a cada individuo y todo depende de sus propias circunstancias. Se dio el caso de que en casa de Irene Paredes Hernández (Legazpia, Guipúzcoa, 4/7/1991) se inculcó siempre el deporte. Y hubo un momento en el que instalarse en el camino hacia la elite le puso en la tesitura de elegir. Y la apuesta que hizo entonces dio con el tiempo con una de las mejores defensas centrales que ha dado el fútbol femenino español. Con mucho recorrido todavía, otra decisión le llevó a jugar en el poderoso Paris Saint Germain.
Regresa Irene a sus principios en una conversación cercana, que en todo caso evidencia la claridad de sus ideas y que es persona con determinación. Sus padres siempre le llevaron a ella y a sus hermanos a hacer algún deporte desde tierna edad. Se enroló primero, con seis años, en el judo. Y lo enlazó más tarde con el atletismo. Y esto a su vez, desde los catorce años, con el fútbol. De hecho compaginó varios años las pruebas combinadas atléticas con los primeros tiempos jugando a fútbol en el Ilintxa y el Zarautz. Y el caso es que se le daba muy bien el atletismo. Y se le cruzó en el camino la oportunidad de fichar por la Real Sociedad y alcanzar la Primera División.
«Compaginar los dos deportes, alcanzando ya cierto nivel, no era posible. Ambos requerían mucha exigencia y de dedicación de entrenamientos, sobretodo el atletismo. Para mí no fue nada fácil y dudé bastante. El atletismo me iba muy bien, pero también desde pequeña había estado con un balón en la calle. Había que elegir y pensé que, quizás, la oportunidad de la Real Sociedad sólo pasaría una vez y el atletismo seguía estando ahí», cuenta Irene. No tenía predilección de una disciplina sobre otra, pero tenía que decidir: «Tiré por el fútbol a ver qué tal salía y parece que ha salido bien».
«Había que elegir y pensé que, quizás, la oportunidad de la Real Sociedad sólo pasaría una vez y el atletismo seguía estando ahí»
Disciplinada. Trabajadora. Comprometida. Profesional. Si hubiera elegido el atletismo quizás se hablaría ahora de una excelente deportista de pruebas combinadas. Pero lo que decidió lo ganó el fútbol. Siempre paso a paso. Esperando al momento adecuado. Aprovechando luego las oportunidades que se presentaron. Hoy Paredes es fija en el centro de la defensa de la Selección española de fútbol y, tras cinco temporadas en el Athletic, compite ahora en las filas del club francés del Paris Saint Germain (PSG). Es una futbolista disciplinada, una central granítica, con buenas dotes técnicas, un poderoso juego aéreo y un excelente pase en largo.
Del Zarautz al PSG
Lo dicho, llegó a la Real Sociedad, con 17 años, procedente del Zaratuz de Segunda División: «El salto fue grande y me costó adaptarme. La primera temporada en los primeros partidos estuve sin convocar y fui contando con minutos poco a poco. En mi segundo año, una compañera se marchó por estudios. Tuve que ocupar el puesto de lateral. Hasta el momento no había jugado como tal. Pero poco a poco lo hice más o menos bien y el tercer año era titular y ya jugaba como central. Entonces recibí la llamada del Athletic de Bilbao».
Desde su llegada al Athletic prácticamente fue titular desde el principio. Y al tiempo que se vestía de rojiblanco, le llegó la llamada de la selección absoluta. Sus antecedentes con el combinado nacional se reducían a algunas convocatorias con la sub’19. «Estuve un año yendo sin prácticamente jugar. Salía unos minutillos al final de cada partido, pero no tenía sitio. Iba encantada a mejorar, a disfrutar y ver el nivel que había. Poco a poco empecé a entrar como titular y hasta hoy», comenta respecto a sus inicios en la selección, en la que hoy en incuestionable para Jorge Vilda.

En el Athletic fue un crecer sin freno. Y se siente agradecida de la gente que le ha ayudado en su camino. Recuerda a Belmonte, técnico del Zarautz, en sus primeros pasos. Y en Lezama los consejos de veteranas como Ainhoa Tirapu, Iraia, Vanesa Gimbert, Erika Vázquez… Sin duda el gran recuerdo de su paso de un lustro por el Athletic está en la última temporada, la pasada 2015-2016: campeonas de liga: «Soy incapaz de describir aquella experiencia. Las compañeras que ya habían ganado otras ligas me comentaban cómo sería, pero si no lo vives no se puede saber cómo es eso. El público y la gente de Bilbao se portó muy, muy bien y fue algo histórico».
Sobrevino luego otra elección. Otro de esos momentos. Importante además, pues significaba dejar el Athletic y dejar su casa. Decidió fichar por el PSG. «Siempre me ha llamado la atención lo de salir fuera a ver qué nivel hay. Ver hasta dónde puedo llegar. Ver si puedo jugar o no. Y en eso estoy. Puede parecer que fue fácil decidir, porque te llama un club de esas características, pero no lo fue. Dejaba mi casa y un club que se portó conmigo magnífico», significa la guipuzcoana, que es titular también en Francia.
Irene vive en el barrio de Saint-Germain. No le queda lejos la ciudad deportiva de su club. Y clave ha sido en su adaptación la presencia de su compañera de selección y amiga Vero Boquete o, por aquello del idioma, la costarricense Shirley Cruz. «Las principales diferencias que hay son el ritmo de juego y un estilo que se caracteriza más por lo físico. En la liga francesa, prácticamente todas las jornadas compites de igual a igual. La cuestión física es la asignatura pendiente del fútbol femenino español, pero se trabaja cada vez más en ello, porque técnica y tácticamente no tenemos nada que envidiar a nadie», reflexiona.
«Siempre me he fijado en la gente trabajadora independientemente de que sea chico o chica, de que juegue en una u otra posición. Me fijo en que sea profesional»
Aterriza la conversación con Irene en terrenos más emocionales. Del fútbol dice que «ahora mismo es mi día a día, mi pasión, mi vida. Me ha hecho crecer como persona, me ha enseñado valores, me ha hecho conocer a un montón de gente, y me ha ayudado a crecer como persona». Cosas que ha recibido de su deporte. Ella intenta responder dando todo en cada equipo que está en cada entrenamiento y cada partido. Y en el cómo proyectarse asegura no tener referentes. Se ha ido haciendo poco a poco. «Siempre me he fijado en la gente trabajadora independientemente de que sea chico o chica, de que juegue en una u otra posición. Me fijo en que sea profesional, que trate de hacerlo perfecto en el deporte en la disciplina que sea», subraya.
Reconoce que quizás hay dos formar de expresión de Irene: la que trabaja en un campo de entrenamiento o en un partido, y la que conoce su círculo familiar y de amigos. «Intento ser la misma. Algunas de mis compañeras me dicen que tengo como dos caras, pero en el buen sentido. Cuando estoy en el campo me pongo la careta seria y que no parezco la misma. No lo sé. Me gusta tomarme las cosas con seriedad, mucha disciplina y carácter. Y fuera creo que soy una persona bastante alegre, que le gusta hablar con todo el mundo, que se lleva bien prácticamente con todo el mundo», considera.
Crecimiento de la Selección española
Irene tiene una filosofía clara: «Si quieres algo de verdad, lúchalo y trabajo al máximo por ello, porque los acabarás consiguiendo». Y claro, esto empasta con los objetivos que se marca, con la previsualización del camino que quiere seguir. «Como jugadora, a nivel personal, pues ganar títulos. Ganar más ligas como lo he conseguido con el Athletic y si puede ser ganar alguna Champions. Respecto a la selección, España tiene que estar entre los mejores de Europa —por lo pronto, tras participar en el primer Mundial absoluto en Canadá 2015, el combinado nacional ha firmado una clasificación perfecta para el Eurocopa 2017—. Es hora de que estemos compitiendo de tú a tú no sólo con las mejores de Europa, sino del mundo».
La central vasca tiene también deseos para una liga española de fútbol femenino que va creciendo y subraya que «fuera cada vez más profesional, que el nivel de fútbol subiese y las jugadoras pudieran vivir de ello en todos los equipos. Situaciones que de mejorarse probablemente significarían que no tuviéramos que salir fuera de casa». Se van dando pasos en ese camino. Queda mucho. Será cuestión de elecciones de presente y futuro. Entre tanto, Irene sigue haciendo las suyas para escribir su narración en el fútbol.
«España tiene que estar entre los mejores de Europa. Es hora de que estemos compitiendo de tú a tú no sólo con las mejores de Europa, sino del mundo»
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