La jugadora de la selección española, que se prepara para debutar en unos Juegos, repasa un recorrido unida siempre al palo y la bola
Fugaz y habilidosa se muestra manejando con el palo esa bola que debe acabar en la portería rival. Gestos eléctricos. Mostrando ese nervio competitivo que lleva hacia el éxito, porque lo mezcla con trabajo incondicional como el resto de compañeras de la selección española de hockey hierba. Y luego, reposada en medio de una conversación, más bien es paciente, tranquila, incluso se confiesa tímida al principio. Cuenta sosegada con las palabras y se proyecta incisiva en cada entrenamiento, en cada partido. Carlota Petchamé Bonastre (Matadepera, Barcelona, 25/6/1990), atacante de las RedSticks, ya vive en Río los que son sus primeros Juegos Olímpicos.
Cuando arranque la competición, contra Holanda además, una de las grandes potencias de la disciplina, seguramente habrá repasado en un flash un recorrido ya con mucho cuajo desde que empezó a los seis años con el hockey. Tampoco era de extrañar que fuera su deporte estando en Terrassa, la cuna de la disciplina en España. «Desde que nací tenía un palo en la mano. Supongo que como en el caso de muchas compañeras la cosa vino de familia. Mis primas jugaban. Y desde pequeña me llevaban a los partidos los sábados y no paraba con el palo y la bola. Comenzó ya a ser algo normal en mi vida, de hecho hacíamos mucha vida en el club», recuerda Carlota.
Comenzó a competir con seis años. Cuando se dio el paso de cadetes cambió de club. Del Terrassa al Athletic Terrassa, donde pasó cuatro temporadas antes de viajar a Bélgica para seguir desarrollando su hockey. A Leuven viajó junto a Gloria Comerma y Gigi Oliva, dos de las referencias de la selección. «La experiencia allí fue buena. Empecé en un equipo que acababa de subir —Leuven—. Me fui con Gloria y Gigi. Así que una experiencia brutal para pasarlo con tus amigas. Luego seguí en un equipo bastante competitivo —Royal Antwerp de Amberes—, de hecho ganamos la liga, que también era lo que en el momento me interesaba. Estaba en un equipo donde la gente tira más, donde hay un alto nivel de competitividad, donde sabes que tienen un objetivo muy claro», cuenta Petchamé.
Sus equipos han sido el Terrassa, el Athletic Terrassa, Leuven, Royal Antwerp de Amberes y Junior FC
Regresó a casa esta pasada temporada. Año importante: olímpico. Y se incorporó al Junior FC. Lógicamente la experiencia fuera de casa suma: «Creo que tanto personalmente como en el deporte, en el hockey, sirvió para espabilar. Dentro del campo tienes que entenderte con gente nueva, que habla otro idioma, tienes que conocerte con las compañeras e igualmente pasa fuera. se trata de ese tipo de circunstancias o de experiencias que te hacen crecer».
Sostiene Carlota en la comparativa entre el hockey belga y el español que «no es tanto un cambio de nivel, sino la manera de jugar. Aquí se juega un hockey mucho más defensivo. En cambio allí es todo súper ofensivo. Vemos un hockey más rápido. Pero creo que de nivel estamos a la par. Quizás también se nota la parte física. Si a estas chicas además de atacar les enseñas a defender es cuando ves a una Holanda. Evidentemente hay diferencia de nivel. Hay que tener en cuenta que aquí también pasamos unos años en los que no había dinero, no se podía fichar, entonces el nivel baja. Pero de fondo está la manera de jugar».
Vivencias. Viajes. Competicion de alto rendimiento. Personas. Compromiso. Trabajo duro e incondicional. Objetivos. Sueños. el hockey da forma a la experiencia vital de Petchamé. «Para mí el hockey es todo en este momento. Todos estos retos que nos vamos poniendo son cosas que te llenan. Es un estilo de vida. Y aunque hay otras cosas, pues en los últimos tres años hemos hecho una apuesta importante para alcanzar lo que hemos conseguido. Estoy estudiando a distancia —Educación Infantil—, pero me organizo a partir del hockey», explica.
Y en ese articular su día a día a partir del hockey, concreta Carlota que seguramente se ven dos formas de expresarse diferentes. Pausada en lo personal e incisiva en lo deportivo: «Me considero una chica súper tranquila, con mucha paciencia. Pero dentro del campo hay momentos en los que me cuesta precisamente estar tranquila o tener esa paciencia. Aparece la expresividad liberada, lo competitivo. Fuera soy tranquila, pero muy movida. No me puedo estar tumbada en el sofá. Cuando me ven fuera, me ven incluso tímida, pero en el campo lo suelto todo».
Ejemplo de esas «dos Carlotas» fue el día en el que las jugadoras de la selección española de hockey hierba recibieron la noticia de que estaban clasificadas para Río. Iban a los Juegos. La celebración no pudo ser en un campo juntas, sino separadas y cada una en una situación diferente. «Estaba en casa de mi novio con su madre y su abuela sentada en un sofá. Leí el chat. Y al momento empecé a llorar en el sofá, pero no quería decir nada. Y en un segundo me encontré saltando y gritando. Y ellas flipando.B, grité. Llamé a Gigi y me decía no llores que me voy a poner a llorar. Y luego llamando a la familia, amigos… La reacción fue una especie de nervios que me sacaron lágrimas y al tiempo estar eufórica», recuerda.
«Queremos intentar llegar lo máximo que podamos en los Juegos por todo lo que hemos trabajado y disfrutar del hockey»
Nació un proyecto renovado, convencido y comprometido para la selección de la mano de Adrian Lock. Todas las jugadoras y el cuerpo técnico creyeron siempre y el trabajo y la máxima disciplina para entrenar incluso solas y mantener un seguimiento tuvo sus frutos y son los Juegos. Hay mucho trabajo de equipo e individual. Las compañeras que ya han estado en unos Juegos, como Rocío Ybarra, María López de Eguilaz, Gigi Oliva y Gloria Comerma, han tratado de trasladar al resto del grupo qué se iban a encontrar y puesto en común el objetivo: «Todo el mundo que ha estado en unos Juegos te expresa con la mirada la ilusión que tenían cuando fueron. Nosotras queremos ir partido a partido, intentar llegar lo máximo que podamos por todo lo que hemos trabajado y disfrutar del hockey, del nivel que va a haber, y de todo un poco».
Se emociona cuando piensa y sencillamente expresa que «hay que ser realista en todo momento, pero sería brutal subir a un podio olímpico». Carlota le pone esfuerzo, ilusión y ganas siempre. Y cada vez que pisa un campo tiene un especial recuerdo. Sin duda más potente será en una competición tan grande como los Juegos: «Mi abuela murió y yo cada vez que entro en el campo me acuerdo de ella. Ella me venía a ver siempre que podía. Cuando se murió nosotras nos íbamos a jugar la Copa de la Reina y perdimos el primer día. Justo volvimos y esperó a aquella noche. Es pisar el campo y pensar en ella y pedirle que me dé suerte».
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