Río de Janeiro da la bienvenida a las delegaciones deportivas entre música, color, fuego y la lluvia en la inauguración de los Juegos
Maracaná reabrió sus puertas para abrazar la esencia de los Juegos. Y en esta ocasión fue para la ceremonia de inauguración de los Paralímpicos brindado un espectáculo lleno de luz, color, música y con la presencia de la lluvia. Pero el gran fondo de la ceremonia se fue a lo sensorial y con Río de Janeiro dando la bienvenida a las 160 delegaciones participantes en los Juegos —159 países y un equipo internacional de dos refugiados—. El acto fue un canto a la diversidad humana.
En los Juegos Paralímpicos de Río 2016, en los que se desarrollarán once días de competición hasta la clausura del próximo 18 de septiembre, participarán 4.432 deportistas, de los que 1.621 son mujeres, alcanzando así la mayor presencia femenina de la historia de las ediciones paralímpicas.
La ceremonia se inspiró en el concepto del ‘despertar de los cinco sentidos’, en la inclusión y en la idea de que el corazón no conoce límites y es lo que une a los seres humanos, con lo que estuvo alejada de la de ‘superhumanos’ de Londres 2012.
En las pantallas del estadio de Maracaná, se proyectó un vídeo protagonizado por el presidente del Comité Paralímpico Internacional (IPC), Phil Craven, quien recorrió algunos lugares emblemáticos de Stoke Mandeville (Gran Bretaña), cuna del movimiento paralímpico, y Río de Janeiro mientras se apresuraba a llegar a tiempo a Maracaná para dar inicio a la cuenta atrás para la ceremonia.
Aaron Wheelz, atleta en silla de ruedas que bajó desde lo alto del estadio por una gran rampa de 17 metros, atravesó un gran aro que marcaba el número cero y cayó sobre una colchoneta gigante, y una sucesión de fuegos artificiales fueron la antesala del espectáculo.
La ceremonia dedicó un apartado especial a la invención de la rueda como símbolo de ayuda para la movilidad, desde bebés y niños hasta ancianos y personas con discapacidad; al sentido de la vista con un espectáculo de haces de luz procedentes de bastones de ciegos, y a la diversidad con formas geométricas perfectas iban cambiando gradualmente.
La ‘nación carioca’ también se expuso sobre el centro del estadio con el nadador Daniel Dias —ganador de 16 medallas paralímpicas— como protagonista de un vídeo que se proyectó como una piscina gigante en Maracaná y tras el que se resaltó la playa, la cultura, los deportes y la hospitalidad de Brasil, antes de que sonara el himno de este país con el maestro Joao Carlos Martins al piano.
Posteriormente, fue el turno del desfile de las delegaciones de los países participantes. Abanderados por el palista granadino José Manuel Ruiz, los 127 deportistas españoles desfilaron en el puesto 51 vestidos por la marca deportiva Luanvi.
Mientras los laterales del estadio de iban poblando de colores con las delegaciones nacionales, las piezas de puzzle que representaban a los países durante el desfile se fueron colocando en el centro junto con otras, hasta sumar 1.160 que representaban el mosaico de un corazón en una obra de arte ideada por el conocido artista brasileño Vik Muniz y que fue potenciada con música que simulaba los latidos de este órgano y fuegos artificiales.
La ceremonia homenajeó a las familias con hijos con discapacidad y algunas de ellas portaron la bandera paralímpica, que fue ondeada por bomberos de Copacabana. Tras la lectura del juramento paralímpico, llegaron al estadio los últimos cuatro portadores de la antorcha paralímpica, que este martes llevó por las calles de Río el secretario general del Comité Paralímpico Español, Miguel Sagarra.
El exatleta con discapacidad física Antonio Delfino —medallista paralímpico en Sidney 2000 y Atenas 2004— pasó el fuego a Márcia Malsar —miembro de la delegación paralímpica brasileña en Nueva York y Stoke Mandeville 1984—, quien lo traspasó a la exatleta ciega Adria Rocha —participante en seis Juegos Paralímpicos—, hasta que llegó a Clodoaldo Silva, uno de los mejores nadadores paralímpicos brasileños de la historia y que colgará el bañador en Río 2016. Éste fue el encargado de encender el pebetero bajo la lluvia.